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 published: 2007-01-19

El misterio de cómo puedo conocer lo que es Schoenstatt

Algunos pensamientos dispersos para tratar de encontrar el Misterio de Dios a través del misterio de Schoenstatt, como angloparlante, quién sabe si uno no debería convertirse en un mejor germanoparlante

 

Schoenstatt, el Santuario Original, corazón de la familia internacional

Schoenstatt, the Original Shrine, heart of the internacional family

Schönstatt, das Urheiligtum, Herz der internationalen Familie

Foto: POS Fischer © 2007

 

Simon Donnelly (izq.) con amigos de la Federación de Sacerdotes

Simon Donnelly with friendo of the Federation of Priests

Simon Donnelly mit Freunden aus dem Priesterbund

Foto: Donnelly © 2007

 

 

 

SCHOENSTATT, Simon Donnelly. Fue hace dos Navidades, en una oscura tarde de invierno, que llegué al Santuario Original por primera vez para la época del nacimiento de Nuestro Señor. Exactamente dos meses antes, en una otoñal tarde a comienzos de octubre del 2004, había visitado Alemania y Schoenstatt por primera vez en mi vida.

Conservo un sólido y claro recuerdo de la primera visita invernal: la región de Rheinlandpfalz en donde se encuentra emplazado Schoenstatt bajo un débil manto de blanda nieve, los colores de ese octubre rojizo-anaranjado que habían quedado atrapados en mi retina se veían ahora pintados por la pureza de la blancura. Fueron estos primeros momentos navideños en el Urheiligtum—no tenemos una traducción adecuada en inglés para el alemán Urheiligtum: el ‘Santuario de la Mater’ o ‘Primer Santuario’ o ‘Santuario Original’—que me recordaron que Schoenstatt encierra un misterio perdurable, más de lo que puedo percibir, más de lo que puedo articular. Lo que pensé entonces fue: "Aún en invierno, el Santuario es cálido". No me refiero al calor físico. Me refiero al seno del movimiento, al corazón de este lugar de gracia, que aún irradia el amor de nuestra Madre hacia nosotros, y también irradia el amor y la devoción que su amor evoca a su vez en nosotros cuando venimos a su Santuario. Este "lugar de gracia" ¡no se enfría en invierno!

Dos años más tarde, hace sólo unos días, el corazón del Santuario Original late aún silenciosa y firmemente en la oscuridad invernal. Llegué a tiempo para un momento de adoración ante Jesús Eucarístico, el Niño Jesús recién nacido, que nos ofrece a su Madre como nuestra Reina. Era una gélida tarde invernal, pero la luz del nacimiento del Salvador que apaga toda oscuridad, se reflejaba en la calidez de este lugar de gracia.

Un regreso a casa

Cada vez que vengo aquí pienso lo mismo: ‘¡Qué poco ha cambiado desde mi última visita!’ De a ratos la pintura se ve más blanca, o la alfombra parece haberse desteñido o encendido su color (es mi imaginación, estoy completamente seguro). O hay un pequeño cambio que refleja la época litúrgica, como el Nacimiento Navideño. Pero, básicamente, nada ha cambiado. Lo cierto es que tal vez el que ha cambiado soy yo, tal vez un poco, tal vez mucho. Doy largas vueltas de miles de kilómetros en mi vida desde donde vivo y estudio en Roma hasta este lugar de gracia, y en el medio suceden muchas miles de cosas comunes y pequeñas (y también algunas más grandes y emocionantes). Y el "yo" que regresa a casa —realmente es un regreso—no es exactamente el mismo "yo" que antes. ¿Más "marinado" en Schoenstatt que la última vez? Sí, un poco (¡espero!). ¿Más "maduro"? No lo sé. ¿Más seguro de mi papel y vocación y aporte a Schoenstatt? Las respuestas son esquivas.

Pero cada vez que regreso, es un regreso a casa. Y como mi hogar verdadero está muy lejos (Ciudad del Cabo), y la diócesis para la cual estoy estudiando está tanto más lejos (Johannesburgo), éste es mi hogar espiritual intermedio. Aún los Santuarios que constituyen mi hogar en Ciudad del Cabo y en Johannesburgo y en Cathcart están tan lejos, que los Santuarios de la Marienau, y el Santuario Original a sólo un paso, ¡"bastan" para ser mis hogares lejos de casa!

Y pienso mucho en cómo podría conocer y experimentar Schoenstatt tanto como lo he hecho, a lo largo del camino, sin siquiera haber venido a este Primer Santuario hace menos de dos años. Me imagino que la mayoría de los peregrinos de Schoenstatt en el mundo nunca han estado en el Primer Santuario. Muchos de ellos ni siquiera hablan alemán (el movimiento es amplio, profundo y en expansión). Y aún así, aún así aquí está el Santuario, iniciado en una época específica (1914 en adelante) y en un lugar específico (en Vallendar, en las afueras de Coblenza, Alemania).

Una posibilidad global de renovación dentro de la ‘única, sagrada, católica y apostólica Iglesia’

Recuerdo cómo la Cristiandad no es una religión de ideas etéreas, platónicas. Es concreta. Un hombre histórico (que también era Dios) vino a un pueblo histórico y verdadero, en un tiempo y a un lugar concretos. Y también con Schoenstatt. El P. Kentenich fue un hombre perteneciente a un tiempo y un espacio determinados, un alemán en Alemania, aunque sus ideas y su corazón eran universales. De alguna manera de este mismo hombre, y la fe que habitaba en su corazón, despertada con los jovenes de la generación fundadora en esta misma capillita de madera, se tradujo en una idea universal, una posibilidad global de renovación dentro de la ‘única, sagrada, católica y apostólica Iglesia’ que hemos profesado desde el Consejo de Nicea, y con los Apóstoles desde la época en que toda la Iglesia cabía en un único Aposento Alto.

¿Cómo puedo conocer la idea universal, el Amor de Dios por su pueblo manifestado en el amor de Nuestra Señora por sus hijos e hijas en Schoenstatt? Debe existir una mediación a través del lenguaje humano, las palabras y frases del P. Kentenich, y de cada rama y miembro de la familia Schoenstatt que todos formamos. Pero toda esta ‘cosa’ del lenguaje me parece desconcertante y misteriosa, simple y verdaderamente extraordinaria.

Me crié en Ciudad del Cabo en las décadas de 1970 y 1980, empapándome de algunas—incluso de muchas—facetas de la espiritualidad de Schoenstatt, a través del idioma inglés. Pero las Hermanas de María de Schoenstatt habían estado en nuestro país desde antes de la Segunda Guerra, desde 1937 en adelante, y durante medio siglo desde entonces han estado traduciendo al inglés los pensamientos, el trabajo y la espiritualidad del P. Kentenich. Por supuesto, con la ayuda de los Padres de Schoenstatt (los Patres, que, según descubrí en mi primera visita en el 2004, es su nombre en germano-latín), cuya constante presencia ha estado en mi país desde principios de la década de 1960.

Traducir y transmitir

La cantidad de textos del P. Kentenich traducidos por estos fundadores de Schoenstatt en Sudáfrica es limitada. Hasta podría decirse que verdaderamente hay muy pocos en inglés (en comparación con los cientos de miles de páginas de sus charlas y cartas, de cuya existencia se ha tomado conocimiento ahora). Por supuesto, mucho más que las palabras, mucho más que los conceptos, estos hombres y mujeres inquebrantablemente devotos han estado traduciendo la realidad de Schoenstatt a un contexto cultural, lingüístico y religioso en el cual se encuentran. Han estado viviendo Schoenstatt.

Pero entonces tengo que hacerme una pregunta mucho más provocativa que me ha estado dando vueltas desde mis primeras visitas dos años atrás al Santuario de la Madre: ‘Aún cuando Schoenstatt ha sido traducido (o ‘transmitido’, o ‘transferido’, o ‘pasado’) a mi Sudáfrica—un país que se ha desarrollado en sus propios, complicados y a veces extraños caminos—desde mediados del siglo veinte, ¿realmente se puede conocer lo que es Schoenstatt sin la mediación del alemán?’ (Existe una pregunta aún más sutil para los seguidores del movimiento de habla germana: ¿cómo pueden conocer y experimentar a Schoenstatt en las propias palabras de su Fundador, cuando él escribe en un estilo de alemán que—en su forma primitiva—tiene casi un siglo de antigüedad? Tal vez, y sólo tal vez, los primeros escritos de las generaciones fundadoras deban ser traducidos un día a una forma de alemán que sea más familiar al tercer milenio).

Aquí hay una verdadera pregunta epistemológica: lo esencial de la mucha filosofía del lenguaje es que ningún idioma es traducible a cualquier otro idioma. Esto puede sonar extraño, pero al observarlo detenidamente, resulta increíblemente difícil expresar toda la fuerza del sentimiento y matiz cultural de un idioma en otro (y de la versión de un idioma en una versión posterior de ese idioma). Cuando se descifra la cadena del hebreo > griego > latín > inglés (etc.) de la cultura Cristiana católica (con "c" minúscula), perduran inquietantes interrogantes respecto de lo que se ha ganado y perdido a lo largo del camino. De manera que, en el caso de la Familia Schoenstatt, ¿se conoce, se comprende cabal y verdaderamente el centro—la esencia, la Idea Original, la clave, el núcleo—del conocimiento profundo y de las inspiradoras enseñanzas de nuestro Padre y los Fundadores (que fueron dadas únicamente en alemán), salvo por medio del alemán? ¡Esta no es una pregunta trivial! ¿Puedo verdaderamente experimentar a Schoenstatt con el mismo corazón que su Fundador sin hablar ni oír las mismas palabras, frases y registros que él?

¡Un momento, espere! Sé que esto tal vez pueda conmocionarlo, amable lector, consternarlo e incluso frustrarlo. ‘¿Cómo puede este tipo (o sea, ¡yo!) adoptar seriamente semejante posición lingüística, una posición reduccionista, medio específica, casi fundamentalista?’ Schoenstatt no puede quedar reducido al alemán, ni a ningún otro idioma.

Pregunto esto porque formo parte de un curso en el cual todas las reuniones con mis hermanos se hacen en alemán. Esto me pone contento, me alienta a aprender mejor el alemán. Creo que el alemán es un idioma extraordinariamente rico en su vasto léxico, en su teóricamente infinita y aún vasta capacidad de generar frases nuevas.

Pero mi experiencia también es bastante frustrante, ya que a menudo no puedo expresarme adecuadamente, y no siempre comprendo lo que otros dicen, tampoco lo que el P. está diciendo exactamente en sus escritos o charlas. (Siento que la línea asintótica del gráfico comienza a virar hacia un lado hasta posarse en el eje horizontal del tiempo: mi conocimiento del idioma ha estado aumentando rápidamente, pero ahora está haciéndose más lento, está estabilizándose. Y lo que es más, sé que nunca dominaré la última—en realidad, infinita—distancia de adquirir los instintos lingüísticos de aquél cuya lengua nativa es el alemán. Entonces, ¿qué hay que hacer? ¿Seguir tratando de mejorar el alemán para comprender mejor al fundador de Schoenstatt y los principios de Schoenstatt de manera global, o simplemente esperar (como en mi caso) a que surjan más y mejores traducciones al inglés? Si la segunda opción es la ‘respuesta’, entonces tendré que confiar por ahora—quizás con mayor éxito, como lo han hecho otros seguidores de Schoenstatt—en el carisma de Schoenstatt vivo que veo en el movimiento a mi alrededor, en todas sus diferentes formas. Tal vez el tema del idioma sea menos importante de lo que pienso.

El P. Kentenich dijo que cada Curso debe fundar Schoenstatt de nuevo (‘Jeder Kurs gründet Schönstatt neu’). (Se refiere a los Cursos - grupos humanos permanentes - de la Federación, a la que pertenece Simón. También los Institutos Seculares de Schoenstatt tienen Cursos, donde se elabora libre y creadoramente la espiritualidad de Schoenstatt) Esto puede ser verdad, pero, sin un aporte lingüístico lo suficientemente confiable y lleno de contenido ¿cómo podemos saber nosotros, los ‘refundadores’, que estamos siguiendo los pasos del Fundador (para sentire cum fundatore, podríamos decir), de la misma manera en que un corazón y una conciencia católicamente bien constituidos podrían ser llamados a un profundo sentire cum Ecclesia?

Lo que yo reclamo (con otros, creo) es que nuestro conocimiento, en inglés, del pensamiento del fundador resulta terriblemente insuficiente. Sin dudas, la gran mayoría de la enorme producción escrita del P. Kentenich no está disponible en inglés. Además de la cuestión de cantidad, a veces también está la cuestión de la calidad de las traducciones. Resulta bastante difícil traducir al P.Kentenich al inglés. Intenté hacerlo y el resultado no sólo no le hace justicia a lo que está diciendo en alemán, sino que ¡no es un inglés correcto! (De manera que ¡vaya mi reconocimiento lingüístico a todos los que lo han traducido y continúan haciéndolo!).

Esta es una pregunta candente para las generaciones de cada rama, ya que se pasa de hermanas, padres y laicos bilingües alemán/inglés a los monolingües en inglés. (Por supuesto esto se aplica también a todos los otros idiomas fuera del alemán).

Estoy completamente seguro de que soy casi el primero en formular tales preguntas. Seguramente no tengo conocimiento del discurso y de los procesos de cada rama de la extensa familia de institutos, federaciones y ligas. De manera que sólo puedo formularme la pregunta a mí mismo en forma personal: sin un profundo conocimiento del idioma alemán (algo de lo que estoy muy lejos, y que resulta prácticamente inalcanzable), ¿realmente puedo conocer lo que es Schoenstatt, de la misma manera en que lo hace la Federación Apostólica a la que pertenezco?

La respuesta provisoria a la que llego parece contradictoria: sí y no. ¡Sí, por supuesto! Miren la presencia de Schoenstatt en mi familia, en mi país natal en donde no se habla alemán. Pero después también digo ‘no’, el largo y largo camino que los principios y las reflexiones de Schoenstatt han recorrido en los 92 años de nuestra historia en común están, la mayoría, fuera de mi alcance, a menos que pueda sentire in lingua germanica. Esto parece completamente claro, y aún así no resulta sencillo.

Los Santuarios filiales

La respuesta parece ser et...et (‘y...y’, o aquí ‘und...und’). Experimentemos los carismas de gracia en el Santuario y a través de los miembros vivientes de la familia Schoenstatt. Y sí, aprendamos tanto alemán como podamos para acercarnos al corazón del Fundador.

El misterio de este flujo de pensamiento y esperanzas y corazones bajo el manto de nuestra Santísima Madre es bastante desconcertante: resulta al mismo tiempo dependiente de su protomedio, de su ‘idioma natal’, que es y siempre será el alemán, y sin embargo también el misterio de Schoenstatt es bastante independiente de él. Yo también, como no alemán, puedo ver y sentir y experimentar la familia de carismas que el P. Kentenich fundó y cultivó en la infancia, y estimuló en la edad adulta y luego finalmente la soltó como a su propia persona madura en el ancho mundo. Y no me dejo engañar por lo que veo, siento y experimento: son sensaciones reales, con conocimiento real y sin embargo me mantengo humilde ante el misterio.

Me parece a mí que la clave de la posibilidad de traducir la esencia de Schoenstatt (algo que parece ser exclusivo a la familia Schoenstatt como movimiento de renovación apostólica dentro de la Iglesia) es la inspiración de copiar e innovar el mismo lugar original de gracia: el Santuario de la Madre Tres Veces Admirable. Del mismo modo en que la Iglesia se vio inspirada a través de San Francisco de Asís a participar en las estaciones originales de la pasión de Cristo en Jerusalén, luego de que las ocupaciones musulmanas ya hicieran imposible viajar a la Ciudad Santa, el Santuario de gracia de Schoenstatt ha sido traído lentamente a las comunidades del mundo construyendo (casi) réplicas. El Santuario se traduce fuera de su cultura natal en nuevas culturas sin necesidad de palabras. Es un lugar sagrado, un lugar de oración, un lugar favorecido por la Madre y Reina y, lo que es más importante: el lugar en el que Dios hecho hombre mora sacramentalmente.

Schoenstatt es sólo un espejo en miniatura, aunque hermoso, del Único Misterio, la Trinidad, un Dios trinitario, que se nos reveló en la historia, en idiomas específicos, y sin embargo en todos los idiomas. Jesús nunca le habló a su Madre en otro idioma que no haya sido el arameo—nunca en griego ni en latín ni en inglés o alemán. Y sin embargo lo conozco (él me permite conocerlo), y creo que también la conozco, a través del inglés, y sólo en contadas ocasiones a través del latín o el griego, y nunca a través del arameo. Y sin embargo creo que mi conocimiento es confiable y verdadero.

Me acerco con humildad al Único Misterio de la Trinidad, y también me acerco con humildad al misterio de este movimiento Mariano de renovación apostólica en el cual me siento como en mi casa. Llevo casi 40 años en el misterio de Schoenstatt, en mi medio inglés, y sólo desde hace dos Navidades a través del alemán... Ante mis ojos hay mucha belleza y algo de comprensión, pero aún hay tanto misterio oculto ante mis ojos.

Hazte presente, Señor, a través de tu santa Madre. Mater, clarifica te. Clarifica te in Ecclesia Jesu Christi, tui filii. Doxa tou Patrou, kai tou Uiou, kai tou Agiou Pneumati. Abba (‘mein Vater, mi padre’)—mein ganzes Leben ist ein Heimgang zu Dir. Toda mi vida es un regreso a casa, a Ti.

Gracias. Danke schön.

Traducción: Cecilia Mata, Buenos Aires, Argentina

 

 

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Last Update: 16.02.2007 Mail: Editor /Webmaster
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