Su sacerdocio es también nuestro

Ordenación de Lorenzo y Borja – Relato-Testimonio de sus madres sobre la ordenación de dos Padres de Schoenstatt en Madrid

Un momento de entrega total A moment of total surrender Eine Stunde totaler Hingabe
Imposición de manos Imposition of hands Handauflegung
Santa Misa Holy Mass Heilige Messe
Abrazo fraternal Greeting the parents Friedensgruß mit den Eltern
Ofrenda floral a la Mater Flower gift to the MTA Blumengabe an die MTA

ESPAÑA, Aileen Heegard y María Luisa Erhardt. 15 días antes de la ordenación sacerdotal de nuestros hijos, empezaron a llegar familiares y personas de otros países para acompañar a Lorenzo y Borja en el día de su ordenación. Para Aileen y para mí fueron días de preparación al gran acontecimiento tan anhelado por nuestros hijos.

Como en toda celebración, había que ultimar muchos temas, por lo que Aileen y yo estuvimos en permanente contacto. Una semana antes de la ordenación sacerdotal, Lorenzo y Borja se fueron de retiro fuera de Madrid. Durante ese tiempo, percibí que las dos estábamos viviendo un tiempo especial, como nuestros hijos, un tiempo de "retiro" en el que nos reencontramos con el Dios de nuestra historia personal; esto nos llenó de paz, agradecimiento y felicidad. Dios eligió, una vez más en nuestro camino de madres de futuros sacerdotes, a la Mater como guía y maestra de nuestra preparación interior para acompañarles el gran día. Nuestro lema fue: VIVIR EN DIOS. Atentas a la voz de Dios y dándonos en Dios.

Aileen derrochó actividad y generosidad para que todo saliera bien, lo único que no pudo controlar fue el sueño, la emoción no le dejaba dormir. Después de vivir tantos años en nuestro país, y formar parte de la familia de Schoenstatt en España, parece que se le ha contagiado algo de nuestro carácter latino. Yo experimenté una serenidad y control no habitual en mí, y al contrario que Aileen dormía profundamente.

Una ceremonia solemne y entrañable a la vez

No es fácil, como madres, describir nuestra experiencia el día de la ordenación sacerdotal de nuestros hijos. Podríamos destacar dos aspectos esenciales: La vivencia exterior, la ceremonia; y la vivencia interior, acontecimiento personal.

Vivencia exterior: El sábado 28 de octubre amaneció con un cielo limpio, nítido, azul, el sol resplandeciente, la mañana se presentó esplendida. La Iglesia de los Jesuitas estaba preciosa, bien iluminada y elegantemente decorada con grandiosos centros de flores blancas, amarillas (los colores del Vaticano) y alguna hoja verde. A las 10 de la mañana ya había gente que entraba en la Iglesia para reservarse un sitio. Los bancos se iban llenando de familiares y amigos. La ceremonia fue solemne y entrañable a la vez, era impactante ver la Iglesia a rebosar, más de 1.000 personas asistieron a la ordenación. En varios momentos de la celebración litúrgica, la alegría y emoción nos invadió a todos.

Once años de acompañamiento en su camino al sacerdocio

Vivencia interior: La serenidad, la alegría, la humildad y la paz reinaron en nosotras. Nos sentimos agradecidas y pequeñas ante Dios y esto nos ayudó a abrirnos a la Gracia. Ver a nuestros hijos, a los que hemos acompañado durante estos casi 11 años en su formación al sacerdocio, viéndoles madurar, viviendo junto a ellos su vocación, experimentando el misterio de Dios en ellos; avanzar en la procesión de entrada entre los sacerdotes… para convertirse por la gracia de Dios en "otros Cristos", es indescriptible. Nos embargó la emoción y nos sobrepasa el misterio. ¿Es este mi hijo? ¿Cómo merezco ser la madre de este hijo? Renovamos nuestra entrega y disponibilidad al Señor. Somos plenamente conscientes del derroche de la misericordia de Dios con nosotras y con nuestros hijos. Las palabras de Santa Teresa de Jesús volvieron a nuestra mente y nuestro corazón: " Vuestra soy, para vos nací, ¿Qué mandáis hacer de mi?".

Nuestra bendición maternal y nuestro amor incondicional

Queríamos vivir cada momento de la ordenación sacerdotal y por ello nos unimos espiritualmente a nuestros hijos, en los diferentes momentos de la ceremonia. Cuando Lorenzo y Borja públicamente dieron su SÍ a Dios y a la Iglesia, renovamos nuestro compromiso a Dios, en Cristo y María, acompañándoles en su camino sacerdotal. Durante la postración, momento de unión entre el cielo y la tierra, a través de la invocación de las letanías, imploramos con intensidad el Espíritu Santo para ellos y nos ofrecimos, una vez más como madres, con ellos, al Señor. El acto de la imposición de manos fue especialmente hermoso e intenso; mientras Lorenzo y Borja permanecían humildemente de rodillas, recibiendo el sacerdocio y el cariño de cada presbítero, inmersos en Cristo, nos recogimos para imponerles espiritualmente nuestra bendición maternal y renovarles nuestro amor incondicional.

La comunidad de los Padres de Schoenstatt

Durante estos años, la comunidad de los Padres de Schoenstatt generosamente les ha acogido, les ha acompañado y les ha formado para el Orden Sacerdotal, y desde el principio ellos se han sentido felices formando parte de la comunidad de los Padres, por todo ello se debe suponer que nosotras, sus madres, después de tantos años fuera de nuestro país y perteneciendo a la comunidad tendríamos que estar habituadas a ello. Sin embargo, es en el acto de revestimiento cuando el P. Mark ayuda a Lorenzo a ponerse la casulla y el P. José María lo hace con Borja, y suben al altar para participar de la Eucaristía como nuevos sacerdotes, cuando sentimos que hacemos una entrega total de nuestros hijos a Dios, en el Instituto de los Padres de Schoenstatt. Observarles ya en el altar, radiantes de felicidad y emocionados por lo que para ellos significa ser aceptados y pertenecer al Orden Sacerdotal, representando el misterio de Cristo, ver cómo en nuestros hijos Cristo se hace carne, nos llena de felicidad y nos sobrepasa.

Lorenzo y Borja son felices porque han buscado a Dios, lo han experimentado y han querido más y por ello se han entregado del TODO a Él. Todo, es una palabra bíblica: "Amarás a Dios con TODO tu corazón, con TODA tu alma, con TODA tu mente y con TODO tu ser".

Jesús aprendió a decir "ABBA", desde María. En María se escribió la historia de Jesús. En Santa Elena se escribió la historia de su hijo el Emperador Constantino, en Santa Mónica se escribió la historia de su hijo San Agustín, etc. etc. y por la gracia de Dios en Aileen y en mí también se está escribiendo la historia de nuestros hijos, Lorenzo y Borja.

Por último, queremos agradecer a toda la familia de Schoenstatt en España, en Chile, Portugal, Paraguay, Alemania, Brasil, Argentina, India, etc. el acompañamiento en la oración, la generosidad y el cariño que Lorenzo, Borja y sus familias hemos recibido siempre. Su sacerdocio es también nuestro.