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 published: 2006-10-13

Silvia: sí a la vida

Una historia de amor: Silvia Morel de Barrientos, de la Obra Familiar de Ituzaingó, Corrientes, Argentina

 

Silvia Barrientos  y su hija mayor Mavi. La historia de  Silvia Barrientos es una historia del SI a la vida – hasta le muerte

Silvia Barrientos and her  oldest daughter Mavi. The story of Silvia Barrientos is the story of YES to life – until death

Silvia Barrientos mit ihrer ältesten Tochter Mavi. Silvias Geschichte ist die Geschichte eines unbedingten Ja zum Leben – bis zum Tod

 

Silvia con su hija Gloria recien nacida. Estaban con el grupo “Milagros Santa Rita” en la Isla Apipe grande para la fiesta de San Antonio

Silvia with her daughter Gloria; with her group “Miracles Saint Rita” she was celebrating at the Island of Apipe the festivities of  St. Anthony

Silvia mit ihrer neugeborenen Tochter Gloria; das Foto entstand, als sie mit ihrer Gruppe “St. Rita Wunder“ auf der Insel Apipe das Antonius-Fest feierte.

 

Gloria a un año de vida

Gloria, one year old

Gloria, ein Jahr alt

 

Gloria Irupé, hija de Silvia en el Hospital a n día de su nacimiento

Gloria Irupé, Silvia’s daughter, at the day of her premature birth

Gloria Irupé, Silvias Tochter, am Tag ihrer Geburt im Krankenhaus

 

Silvia con su esposo „Dani“ Pablo

Silvia with her husband „Dani“ Pablo

Silvia mit ihrem Ehemann “Dani” Pablo

 

Con sus tres hijas

With her three daughters

Mit ihren drei Töchtern

 

Grupo “Milagros Santa Rita”

Schoenstatt Family “Miracles Saint Rita”

Schönstatt-Familiengruppe “Sankt Rita Wunder”

Fotos: Pozzatti ©2006

 
   

ARGENTINA, Eli y Saúl Pozzatti. Hace algunos años la conocimos, sabíamos que era catequista en la Capilla San Cayetano de Ituzaingó, Corrientes. Fuimos a su casa para invitarla a participar de unas charlas religiosas, basadas en la pedagogía de Schoenstatt. Más tarde, formamos con ella y su marido un grupo de matrimonios muy interesante. Todos, salvo nosotros, eran parte de una vecindad cercana a la Capilla Santa Rita de la misma ciudad.

En la primera reunión, aquella en la que nos presentamos mutuamente, cada uno expuso un breve repaso de su realidad matrimonial. Silvia repitió varias veces que formar un grupo religioso de matrimonios había sido su anhelo más íntimo de los últimos años. Esto permitiría, pensaba, el acercamiento de su amado esposo a Dios y a la Iglesia.

Nos presentó a dos hijas de 8 y 12 años, y una realidad de trabajo y sacrificios. Todos nos entendimos muy bien con ella. No fue tan así con su esposo, persona de trabajo, diligente, "profesional de la calle..." como dice él. Eran "un buen complemento". Así pasaron los meses y nos fuimos conociendo más, todo al amparo de Santa Rita y nuestros libros del Padre José Kentenich, fundador del Movimiento Apostólico de Schoenstatt.

Un día nos hace partícipes de una buena noticia, su marido había conseguido un muy buen trabajo, lo que estaba esperando hacía tiempo.

Seguramente, esto les cambiaría la vida. Días después, no muchos, otra buena noticia, un tercer embarazo, un nuevo hijo y con esto, los primeros estudios médicos correspondientes. Las posibilidades que le daba la nueva realidad laboral le permitieron viajar a la capital correntina para profundizar algunos estudios médicos.

¿Y el embarazo?".

Y así, apareció como siempre, sonriente y vital en otra reunión. Y vino la mala noticia, los médicos en Corrientes, le habían detectado un cáncer de mama severo.

A pesar de la gravedad de los términos médicos, a todos nos sorprendió su sonrisa de siempre y su integridad de aceptar lo que Dios disponga.

Mas allá de hablar con mucha fe sobre una pronta recuperación, la pregunta de todos fue "…¿y el embarazo?".

Los médicos le aconsejaron un aborto terapéutico, dada la urgencia del caso y de esa manera iniciar las sesiones de quimioterapia obligada para esta gravedad. Caso contrario, la quimioterapia con un bebé gestándose, solo se puede hacer en dosis especiales, leves y sin resultados seguros, con la contraparte comprobada, que el cáncer en éste estado hormonal de una madre se propaga en forma exponencial.

La decisión la había tomado sin pensarlo mucho: …"No, no al aborto".

Milagros Santa Rita

Años más tarde nos enteramos que fue decisión personal. Dijo que "no" a perder su hija y solo aceptó programar una cesárea a los siete meses de gestación para iniciar el tratamiento de urgencia correspondiente.

Así, el 7 de mayo de 2004, nació Gloria Irupé su hija querida.

Con ésta alegría, también se iniciaron los ciclos de tratamiento intensivos de quimioterapia. Todo parecía funcionar según lo previsto por ella, los signos externos fueron de una gran alegría y entrega a los cuidados de los facultativos. Viajes semanales, quincenales, mensuales a Corrientes distante 230 Km de Ituzaingó, y todo con Gloria en brazos.

Con el paso del tiempo (nos consta) se fue haciendo de amigos en ésos sanatorios y hospitales. Por su entrega, por su humildad, por su sonrisa, en fin, por las enseñanzas de madre y persona, ofrecidas gratuitamente a todo aquel que la conocía. Era imposible no quererla.

Un día todo el grupo decidió cruzar el río Paraná para participar de las fiestas patronales de San Antonio, en la Isla Apipé Grande. Fue allí donde decidimos el nombre de nuestro grupo –"Milagros Santa Rita" – estaba el obispo de la Diócesis Monseñor Francisco Pólti, a él le pedimos la bendición. Realmente muchas cosas nos parecían "milagros", sin duda, la voluntad inquebrantable de Silvia, el acercamiento a la Iglesia de varios maridos, el nuevo trabajo para algunos y otras cosas más sencillas y no menos importantes. Todo se fue dando según lo previsto.

Llegó el primer cumpleaños de Gloria, una nueva casa, retiros, un casamiento, algunos viajes, y así pasó el tiempo.

Algunos viven cien años, otros cincuenta, Dios quiere que yo viva un poco menos

Al iniciarse el año 2006 la parte más cruel de la realidad violentaba nuestros corazones. En uno de los viajes a Corrientes, esta vez acompañada de su marido, el diagnóstico médico fue desolador y desesperanzado.

El Dr. Charoski jefe de Oncología del Hospital Corrientes le dice a él:

- "Señor, no hay nada mas por hacer, todo lo que recetemos será únicamente para mejorar su calidad de vida, no para curar, no pudimos combatir la enfermedad."

Dos minutos mas tarde y de la misma forma, con las mismas palabras, su esposo decidió transmitir esto a Silvia. Ella le respondió agradecida por la sinceridad :

-"Algunos viven cien años, otros cincuenta, Dios quiere que yo viva un poco menos, qué le vamos a hacer… llévame a casa que quiero estar con mis hijas" .

El 9 de abril del 2006, en la sala 11 del hospital Billinghurst, Ituzaingó, Corrientes, dejó de existir. Faltaban solo 28 días para el segundo cumpleaños de su hija querida.

¿Por qué todo éste relato? ¿Cuál es la idea que nos motiva a escribir toda ésta historia?.

Las respuestas son muchas, tantas como personas que la conocieron, pero hay una que es común a todos nosotros y creemos que es ésa la que no debemos pasar por alto.

Silvia se convirtió en un fiel testimonio de fe en la Divina Providencia. Desde que la conocimos, después con su enfermedad y hasta sus últimos segundos de vida, se puso en manos de Dios y de la Santísima Virgen. Fue nuestra maestra y hasta nuestra envidia. Nunca dudó de enfrentar la muerte por la vida misma.

¿Cuál es el valor de estos actos en momentos así? ¿Cómo se transmite toda una enseñanza así?

Nadie la escuchó quejarse jamás. Nos lo cuenta su mamá, su marido, los doctores de aquí y de allá, sus hijas y nosotros. Aceptó todo lo que Dios le fue ofreciendo. Viajes a la madrugada, con frío o mucho calor, la mayoría de las veces sola y con su bebé en brazos, en combis y sin comodidad, a dedo o en ambulancias, con muy poco dinero, a veces nada.

Las drogas y los estudios especiales no siempre estaban disponibles en las fechas previstas (normal en nuestros hospitales)."No importa vengo mañana".

Y volvía para regresar después, kilómetros y kilómetros. Tenía que atender al marido a quién quería entrañablemente y a sus otras dos hijas. Hacerse de tiempo para todo lo demás, asistir a nuestras reuniones quincenales con vitalidad y alegría, etc, etc.

Fue catequista mientras pudo, con sus hijas en brazos y hasta el final.

Últimamente, la metástasis cancerígena en los huesos le provocaba mucho dolor en las articulaciones, caminaba lo mismo, con morfina o sin ella.

Jamás dejó de recibirnos en su casa, a pesar del agua en sus pulmones que no la dejaban respirar correctamente por la ineficacia de los drenajes linfáticos.

En su lecho final, ya rendida físicamente estuvo consciente hasta el último segundo de vida, le preguntamos despacito y al oído, que podíamos hacer por ella. Muy bajito dijo . "Dani ". Así le llamaba a su esposo, el padre de sus tres hijas.

Lamentamos la tristeza del relato. Pero es una historia de amor. Donde hay también una cruz y una pasión. Y todo ocurrió frente a nuestros ojos, movilizando muchos corazones de esta hermosa ciudad de Ituzaingó. Vivimos una muerte real y a la vez, todo un símbolo de vida.

Frente a nuestra casa hay una plazoleta en construcción. Por iniciativa de un compañero y hermano, el Intendente resolvió inaugurarla próximamente en homenaje a Silvia. Se llamará Plaza de las Madres.

Hoy, por esas mismas veredas en construcción, pasó Gloria con su hermanita más grande. La vimos feliz, con la misma sonrisa de quién seguramente la esta guiando.


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Last Update: 13.10.2006 Mail: Editor /Webmaster
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