published: 2006-09-15 |
Mensajero del AmorEl Padre José Kentenich y la Encíclica "Deus caritas est" del Papa Benedicto XVI |
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SCHOENSTATT, mkf. 14 de septiembre: al mediodía, el Papa Benedicto XVI partió de Alemania, por la noche, la Familia de Schoenstatt se reunió en la Iglesia de la Adoración en Schoenstatt para recordar el 38º aniversario de la partida de su Fundador a la eternidad. No ha sido sólo la coincidencia temporal de la visita del Papa Benedicto XVI a su patria lo que motivó a vincular la conmemoración del aniversario del Padre Kentenich con el tema de la primera encíclica del Santo Padre. Es fruto de una coincidencia espiritual, una coincidencia en el mensaje. Dios es Amor, dice el Papa, y el hombre y su capacidad de amar provienen de ese Amor. Todas las formas del amor humano transforman al hombre en una viva imagen de Dios. En "aquella tierra cálida y familiar que el Amor eterno se ha preparado" (H. P.600) fluyan las corrientes de amor, dice el Padre Kentenich. Allí los hombres aprendan a amar a Dios, a los demás, a toda la creación. Mensajeros del Amor son ambos: Benedicto XVI y el Padre Kentenich. Para esta noche del 14 de septiembre - en que desde hace años se celebra a modo de vigilia la partida del Padre Kentenich en la fiesta de los Siete Dolores de María - un equipo del Instituto José Kentenich ha compuesto un magistral "dúo literario": textos de la encíclica "Deus caritas est" comparados con otros del Padre Kentenich. Ambos "Mensajeros del Amor" brillan en este diálogo. Mons. Peter Wolf, Superior general de los Sacerdotes Diocesanos, comenzó con una oración, y luego siguieron textos sobre los temas centrales del organismo natural – sobrenatural del amor, intercalados con magníficas piezas musicales. El Papa Benedicto traza las grandes líneas, el Padre Kentenich las aprehende, las profundiza, las aplica, y proféticamente va aún más allá... Dios es el Amor por antonomasia, y los hombres somos inmersos en su amor: podemos y debemos amar con todo el corazón a Dios en los hombres y, a través de los hombres, amar a Dios. Justamente el amor nupcial expresa profundamente el amor en la Santísima Trinidad. El amor es más que un sentimiento. El amor es una fuerza orgánica unitiva y asemejadora. Como cierre se escuchó una grabación del Padre Kentenich: debemos ser el amor en el corazón de la Iglesia, colmar la Iglesia con el heroísmo del amor, unir todo y todos con el lazo del amor. "Vemos fluir torrentes de amor, derramarse por cielos y tierra..." (H P 43)Canciones como "Riesgo y amor", "Amo, por consiguiente soy", "Donde moran la bondad y el amor", crearon un clima de meditación, al que también aportaron los locutores: el matrimonio Söder, la Dra. Gertrud Pollak, el P. Oskar Bühler, y el Padre Bernd Biberger como guía, que puso de manifiesto la relación existente entre los textos. A lo largo de dos fines de semana enteros ellos examinaron y seleccionaron los textos para esa noche, "por amor al Padre", como dicen con sencillez. En la adoración ante la custodia, Mons. Wolf hizo confluir en la oración el leer y el escuchar. Con una oración espontánea invitó a llevar a Dios el propio amor, a iluminar con su luz las propias relaciones. Después de la bendición todos fueron invitados a visitar la Tumba del Padre, donde el lugar donde cayera muerto estaba adornado, como todos los años, con una alfombra de claveles blancos y azucenas. Cada uno de los presentes pudo retirar allí una frase de los textos leídos esta noche. La motivación de este aniversario fue distinta a la de otros años. Y al cabo del día, él, junto con Benedicto XI, resplandeció para todos como Mensajero del Amor, como pionero de un amor sano, redentor y santificador, como profeta de un Dios que es Amor y que quiere amar. Que quiere abrazar a los hombres en una amplia Alianza de Amor. "Todas las formas del amor. Se trate del amor filial, se trate del amor maternal, del amor paternal, del amor fraternal: ¡para eso estoy aquí! ¡Debo amar! Así debo aprender a amar. Debo aprender a pasar por todos los grados del amor, comenzando por el amor primitivo hasta alcanzar el amor maduro. ¡Dónde hay hoy aún hombres, dónde hay organizaciones humanas que encuentren el sentido de su vida en la maduración de su capacidad de amar! Ser maduros, madurar en el amor: ¡este es el sentido de nuestra vida!" (PJK. Homilías de Milwaukee, 2 de junio de 1963). Traducción: aat/mca, Argentina |
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Last Update: 15.09.2006
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