Dokumentation - Documentation - Documentación
 published: 2006-09-15

Dios, la fe, la patria

Homilía del 15 de septiembre de 2006 - P. Joachim Schmiedl

 

 

 

P. Joachim Schmiedl, prédica

Fr. Joachim Schmiedl during the sermon

P. Joachim Schmiedl bei der Predigt

 

Foto: POS Fischer © 2006

 
Querida Familia de Schoenstatt:

Cuando regresó de Milwaukee, nuestro Padre y Fundador comenzó su primera homilía con estas palabras: "Yo podría permanecer en la tierra con ustedes, pero también podría remontarme con ustedes hacia - no lo sé - el cielo. " (24 de diciembre de 1965). Esta frase es también un resumen de la visita papal que hemos vivenciado en nuestro país hace pocos días. Hemos acompañado al Santo Padre mientras recorría las huellas de su historia de vida. Continuamente resuena la esperanza en su mensaje: "¡Quien cree, nunca está solo!". En esta mañana podemos meditar en la relación que existe entre las expresiones fundamentales de su mensaje y nuestra vida, y con la herencia de nuestro Padre y Fundador también.

La intención central del Papa en estos días pasados ha sido poner a Dios en el centro. En Munich ha denunciado que ya no podemos percibir bien a Dios: "No sólo hay una sordera física que separa a la gente de la vida social; hay también una "dureza de audición" donde se compromete a Dios, y esto es algo que sufrimos particularmente en nuestro propio tiempo. Para hacerlo más sencillo, no somos más capaces de oír a Dios: hay demasiadas frecuencias diversas que llenan nuestros oídos. Lo que se dice de Dios nos impacta como algo pre-científico, ya no más adecuado a nuestra era. Junto con esta dureza de audición o sordera absoluta que compromete a Dios, naturalmente perdemos nuestra capacidad de hablar con Él y sobre Él. Y por eso terminamos perdiendo una capacidad decisiva de percepción". (10 de septiembre de 2006)

Debemos notar que "es importante que llevemos al diálogo no sólo fragmentos, sino la plena imagen de Dios" (12 de septiembre de 2006). El Papa quiere que veamos las huellas de Dios en el mundo y en nuestra vida, y que de este modo logremos una vinculación integral con Él como Creador y Redentor, para que "Dios se haga una vez más presente para nosotros y en nosotros" (10 de septiembre de 2006). Para él, las palabras del Magníficat son la mejor expresión de la relación entre la grandeza de Dios y la grandeza del hombre: ""Mi alma magnifica – engrandece – al Señor". Engrandecer al Señor significa darle un lugar en el mundo, en nuestras vidas, y permitirle entrar en nuestro tiempo y en nuestra actividad: finalmente, esta es la esencia de la verdadera oración. Donde Dios es engrandecido, los hombres y mujeres no son empequeñecidos: hay demasiados hombres y mujeres que se han hecho grandes y el mundo está lleno de su luz". (11 de septiembre de 2006)

Este mismo enfoque sobrenatural lo encontramos en nuestro Padre y Fundador. Está totalmente convencido de que en Schoenstatt se observa una "irrupción de lo divino", que lo que actúa es una "iniciativa divina" que debe hacer transparente a Dios. Hace cuarenta años destacó, mirando a San Vicente Pallotti: "Lo importante para mí y para todos ustedes, es que giremos con pasión siempre en torno del Dios infinito. Todo lo terrenal, todo lo que aún reluce, mañana o pasado serán baratijas. ¡Solamente Dios, Dios, Dios. Eso es lo que importa". (14 de octubre de 1966)

¿Cómo funciona esto, el colocar a Dios en el centro? Funciona a través del proceso de creer . El Papa Benedicto reflexionó sobre esto mediante la profesión de la fe, esa breve declaración que une a toda la cristiandad. En sus palabras: "Creemos en Dios, principio y fin de la vida humana. En aquel Dios que entra en relación con nosotros, seres humanos, que es para nosotros origen y futuro. Así la fe, contemporáneamente, es también siempre esperanza, es la certeza de que tenemos un futuro y no caeremos en el vacío. Y la fe es amor, porque el amor de Dios quiere ‘contagiarnos’". (12 de septiembre de 2006)

La fe es algo más que una doctrina. Tiene algo que ver con la certeza de nuestro futuro. Tiene algo que ver con el afecto, con el corazón. Una vez más cito las palabras de Benedicto XVI: "El Credo no es un conjunto de sentencias, no es una teoría. Está, justamente, anclado en el acontecimiento del Bautismo – a un acontecimiento de encuentro entre Dios y el hombre. Dios, en el misterio del Bautismo, se inclina hacia el hombre; sale a nuestro encuentro y así también nos acerca entre nosotros". (12 de septiembre de 2006)

Tampoco aquí es difícil hacer un paralelo con nuestro Padre. Retomando un dicho del Cardenal Newman, conocido teólogo inglés, nuestro Fundador dijo en la Semana de Octubre de 1950: "El cristianismo es ante todo una revelación vital y solo secundariamente un develar y comunicar verdades [...]. La religión católica, el cristianismo es en primer lugar una irrupción de la vida divina en lo terrenal, en lo temporal, en la Persona de Cristo [...] En esta irrupción de la vida divina en lo temporal hay simultáneamente una asociación, una conexión, por así decirlo, un desposorio entre la vida divina y la Esposa de Cristo, que es su Iglesia aquí en la tierra". (17 de octubre de 1950)

En aquel entonces estas palabras despertaron una protesta. Hoy suenan como algo evidente. Vivenciamos la dinámica de la fe en el surgimiento de los Movimientos católicos. Vemos el entusiasmo de tantas personas que se acercan al Papa y que con ello expresan lo que para ellas significa un fortalecerse mutuamente en la fe. Se lo vio con claridad en los últimos grandes acontecimientos como la Jornada Mundial de la Juventud y la visita papal a su tierra: La Iglesia existe sólo donde la vida de la fe es comunicada y compartida.

Como ningún Papa hasta ahora – ni siquiera Juan Pablo II – Benedicto XVI hizo participar a la gente en su propia experiencia de fe. La peregrinación a su pueblo fue para Benedicto un viaje a su propia historia de fe, fe que fue cimentada en su tierra: "También estoy feliz por volver a visitar lugares familiares que tuvieron una influencia decisiva en mi vida, formando mis ideas y sentimientos: lugares donde aprendí cómo creer y cómo vivir. Éste es un tiempo para decir gracias a todos aquellos – vivos y difuntos – que me guiaron y acompañaron a lo largo del camino. Agradezco a Dios por este hermoso país y por todas las personas que verdaderamente hicieron de él mi patria". (10 de septiembre de 2006)

La patria es mucho más que un lugar sentimental para el recuerdo, más que un anhelo nostálgico de pintorescos pantalones cortos de cuero y cazadores alpinos. La patria es símbolo de un organismo de vinculaciones naturales y sobrenaturales, tal como lo expresó el Papa a su llegada: "Estos lazos tienen una historia que viene de siglos y son constantemente alimentados por la firme adhesión a los valores de la fe cristiana, una adhesión de la que la región de Baviera puede enorgullecerse. Ello es testimoniado por famosos monumentos, majestuosas catedrales, estatuas y pinturas de gran valor artístico, obras literarias, iniciativas culturales y, sobre todo, los muchos acontecimientos individuales y comunitarios que reflejan las creencias cristianas de sucesivas generaciones en esta tierra a la que quiero tanto". (9 de septiembre de 2006)

También aquí quiero hacer un paralelo con nuestro Padre. Él definió la patria de un modo extraordinario: "La patria es el centro donde se unen todas las vivencias, los sentimientos y las ideas" (agosto de 1938). Para nuestro Padre era claro que muchos hombres de nuestro tiempo sufren desasosiego e inquietud. "Fondo de migración" es la expresión que describe la realidad de que tan sólo en Alemania el 20 % de la población tiene sus raíces fuera de este país, sin mencionar a los muchos que deben mudarse por cuestiones de trabajo. Quizás el fuerte acento que el Papa puso sobre la patria esté también condicionado a que él en su niñez debió mudarse varias veces y a que durante los veinte años que ejerció como profesor de teología, ocupó la cátedra en cinco universidades. De modo que comprende bien lo que es el desarraigo de nuestro tiempo. Tanto mayor es su necesidad de un organismo de vinculaciones que funcione, y es también la nuestra.

Dios, la fe, la patria: para el Papa, estos puntos esenciales de sus prédicas y discursos durante su viaje a Baviera se vinculan en la persona de María. Habló de Ella en repetidas ocasiones. Ante la columna de María, en Munich, le confió la humanidad a Ella, la Patrona de Baviera. Los momentos marianos en las Vísperas y al final de la Eucaristía en Regensburg han sido puntos culminantes simbólicos en este viaje. En Altötting mostró a la persona de la Sma. Virgen en su estrecha vinculación con Jesús. Ella socorre a los hombres en sus necesidades, como lo hizo en las bodas de Caná. Pero ella respeta la libertad de su Hijo. Ella puede hacer esto porque todo lo confió al Señor. Así lo destacó el Papa: "De María nosotros aprendemos el gusto y la disposición para ayudar, pero también aprendemos la humildad y la generosidad para aceptar la voluntad de Dios, en la confiada convicción de que lo que sea que Él diga como respuesta será lo mejor para nosotros". (11 de septiembre de 2006). Como Jesús, también María tiene una perfecta unidad con la voluntad del Padre.

Esta es la mariología clásica tal como la desarrolló el Concilio Vaticano II, no en último término con la colaboración del teólogo Joseph Ratzinger. Pero es también la mariología de nuestro Fundador: María es la colaboradora oficial y permanente de Jesús. María está siempre donde está Jesús, Ella comparte sus anhelos, Ella conduce a la Iglesia hacia Él.

"¡Quien cree, nunca está solo!". No sólo los cientos de miles de personas que trasnocharon esperando al Papa en los grandes encuentros están convencidos de ello. Los medios trasmitieron esa convicción a los demás. Nos hace bien sentir tanto entusiasmo. Aunque no hayamos salido campeones del mundo en fútbol, sino "sólo" hayamos salido como una Alemania más segura de sí misma, todavía "somos Papa". Y podemos pedir que crezcamos cada vez más profundamente en el pensamiento y en la actitud de fe del Papa, en una actitud abierta a Dios y dependiente de él, que se espera también que sea plasmada en la constitución de Europa, en una actitud que vive de una experiencia personal y comunitaria de fe, una actitud que ve en el organismo de vínculos una oportunidad para el encuentro con Dios, una actitud mariana, de una apertura plena de respeto por la voluntad de Dios y la disposición de acompañar a Jesús en sus caminos apostólicos. Con nuestro Padre y Fundador, estamos en el mejor camino. Amén.

En lugar de la oración de los fieles:

Oración del Papa Benedicto XVI en Munich, ante la columna de María. (9 de septiembre de 2006).

¡Santa Madre del Señor!

Nuestros ancestros, confiaron la ciudad y el país a tu cuidado. Ellos quisieron encontrarse contigo una y otra vez a lo largo de los caminos de su vida cotidiana, y para aprender de ti el recto camino para vivir, para encontrar a Dios y para vivir en armonía. Ellos te ofrecieron una corona y un cetro, que en aquel tiempo fueron símbolos de dominio sobre el país, porque sabían que el poder y dominio están así en buenas manos, en las manos de una Madre.

Tu Hijo, justo antes de despedirse de sus discípulos, les dijo: "Quien quiera ser grande entre ustedes debe ser su servidor, y quien quiera ser el primero entre ustedes debe hacerse esclavo de todos" ( Mc 10, 43-44). En esta hora decisiva de tu propia vida, tú dijiste: "He aquí la servidora del Señor" ( Lc 1,38). Viviste toda tu vida como servicio. Y continúas haciéndolo así a través de nuestra historia. En Caná, intercediste silenciosa y discretamente por los esposos, y así continúas haciéndolo. Tú tomas sobre ti las necesidades y preocupaciones de las personas y las conduces ante el Señor, ante tu Hijo. Tu poder es bondad. Tu poder es servicio.

Enséñanos – a grandes y pequeños – a asumir y llevar adelante nuestras responsabilidades de la misma manera. Ayúdanos a encontrar la fuerza para ofrecer reconciliación y perdón. Ayúdanos a hacernos pacientes y humildes, pero también libres y valientes, tal como lo fuiste a la hora de la Cruz. En tus brazos está también el Señor del mundo. Sosteniendo al Niño que nos bendice, tú misma te haces bendición. ¡Bendícenos, a esta ciudad y a este país! ¡Muéstranos a Jesús, el fruto bendito de tu vientre! Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén".

Guía: También nosotros queremos renovar nuestra Alianza de Amor contigo, nuestra Madre y nuestra Reina.

Todos: Oh, Señora mía...

Traducción: aat/mca, Argentina


Zurück/Back: [Seitenanfang / Top] [letzte Seite / last page] [Homepage]

Last Update: 15.09.2006 Mail: Editor /Webmaster
© 2006 Schönstatt-Bewegung in Deutschland, PressOffice Schönstatt, hbre, All rights reserved, Impressum