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 published: 2006-08-11

Camino al encuentro con Don Joao y su misión, la Grandiosa Campaña del Rosario

Del Santuario de Paso Mayor, junto a la Madre y Reina del Pueblo, al Tabor, Santuario de la Filialidad heroica

 

Peregrinación a Santa Maria: los misioneros de Bahía Blanca en la Casa de Joao Pozzobon

Pilgrimage to Santa Maria: the missionaries from Bahia Blanca at the House of John Pozzobon

Wallfahrt nach Santa Maria: die Missionare aus Bahia Blanca vor dem Haus von Joao Pozzobon

 

 

En el Santuario Tabor, cuna de la Campaña del Rosario

In the Tabor Shrine, cradle of the Schoenstatt Rosary Campaign

Im Tabor-Heiligtum, Wiege der Kampagne

 

Peregrinando en las huellas de Don Joao...

In the footsteps of John Pozzobon

Auf den Spuren von Joao Pozzobon

 
 

Siempre presentes: las Auxiliares y peregrinas

Always present: the Auxiliaries and the Pilgrim MTA’s

Immer dabei: die Auxiliares und die Bilder der Pilgernden Gottesmutter

Fotos: Zunini © 2006

 

Entrevista con Antonia Mejias

Interview with Antonia Mejias

Interview mit Antonia Mejias

Foto: Mejias © 2006

 
   

ARGENTINA, Diana Zunini. Del 23 al 28 de julio un grupo de 41 misioneros peregrinó del Santuario de Paso Mayor -diócesis de Bahía Blanca- junto a la Madre y Reina del Pueblo, al Tabor, en Santa María, el Santuario de la Filialidad heroica: de la Casa de la Madre del Pueblo, camino al encuentro con Don Joao y su misión, la Grandiosa Campaña del Rosario.

Viajaron con ellos su asesor el P. Juan D’Amico, el P. Jorge Folognier y dos seminaristas, Pedro Fournau y Darío Nicoloff; y muchos les acompañaron espiritualmente. Había misioneros de Adolfo Gonzáles Chaves, Pringles, Bahía Blanca, Saldungaray, Dorrego, Oriente Pigue, Punta Alta, Sierra de la Ventana y Tres Arroyos. Uno de los motivos de su peregrinación a Santa Maria fue buscar dos nuevas Auxiliares para la arquidiócesis de Bahía Blanca.

Cada lugar, su mensaje para el hoy

La primera motivación fue: qué hermoso poder peregrinar juntos en busca de dos nuevas Auxiliares, para su tarea misionera, pero también para beber de la fuente de gracias e implorar esas gracias para sus familias, parroquias, pueblos, país... y para que cada uno se sienta en comunión con los demás. Y por otro lado, el encuentro con una persona y una misión. Cada lugar tiene su historia. Cada lugar tiene su mensaje. Cada lugar su mensaje para el hoy. Eso fueron a buscar como peregrinos.

Tuvieron encuentros con los hijos de Joao: Vilma, Ely, Humberto, Nair, y con su nieto Joao Luiz. Visitaron su casa en Santa María, la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores, viajaron a Ribeirao, a su tierra natal, su primera Parroquia. En el Tabor recibieron las dos Auxiliares, se consagraron a Ella y adoraron a Jesús Eucaristía; también visitaron las huellas del Padre Fundador en Santa María.

Así, cada lugar les fue revelando algo de su historia, de su secreto: en su vida familiar, que construyó con responsabilidad y amor, Don Joao se les reveló como un padre amoroso con sus hijos. Su vinculación al Santuario: fuente de encuentro con Jesús y María, la fuente de gracias que plasmó y configuró su vida, donde todos los días se encontraba con su Madre y cuando no estaba en Santa María escribía un papelito con su nombre: Madre, este papelito me representa. Su encuentro personal con María, él estaba convencido: "Yo necesito de la Mater y la Mater necesita de mí".

Su vinculación con el Padre Kentenich: Joao descubre dentro del Fundador un corazón de Padre y jamás pierde el contacto con él.

Trabajar con la humildad del "burrito Joao"

De todo lo vivido hay muchas experiencias de vida enriquecedoras, pero fundamentalmente dos regalos (dones son tareas, nos decía nuestro Padre Fundador): el regalo de trabajar con la humildad del pequeño "burrito Joao" y el coraje de llevar a María, a pesar de todas las dificultades, con el convencimiento de la presencia personal de María: es una persona la que me acompaña, a la que llevo, no una imagen sino una presencia viva, y es ese convencimiento el que nos dará el coraje de enfrentar todas las dificultades, andando caminos, haciendo huella, compartiendo el cansancio y el calor de la jornada, llevando penas, celebrando alegrías, dando y recibiendo vida.

Los que ya habían estado antes en Santa María y los que iban por primera vez, todos tuvieron la gracia de sorprenderse con este hombre santo: Don Joao. Él les enseñó que había recibido una misión: brindarle oportunidades a María para que pueda manifestarse, y ofrecía su vida, a pesar de todos los obstáculos, para cumplir la misión encomendada, con un convencimiento absoluto: no era él el que actuaba, era sólo un instrumento en manos de su Madre, y así informaba lo que hacía a todos sus superiores, porque quería demostrar la fuerza de la Mater y que no era él el que realizaba esas maravillas.

Antonia Mejias, una de las misioneras de la comunidad de González Chaves que viajó a Santa Maria, manifestó su vivencia: "Realmente ha sido una experiencia inolvidable, no sé cómo describir lo que hemos vivido, porque realmente hay que sentirlo. Llegamos al Santuario Tabor el lunes a las 3 de la tarde, la calidad de la gente, la simplicidad, algo indescriptible".

Mónica, de la comunidad de White, expresó: "Amadísimo Don Joao, protector de los pobres y las familias, gracias por dejarnos compartir estos días tan especiales, un reencuentro espiritual, el caminar por estos lugares en donde llevabas en tu hombro a la Mae, sentir tu presencia, conocer a los tuyos, hijos, nietos, bisnietos, hermana, verte reflejado en tu hijo. Sentir tu fuerza de lucha y entrega en nuestros corazones y llevarlas a nuestras comunidades, transmitiendo estas experiencia de vida, traer con nosotros las bendiciones del Tabor, venir custodiando estas preciosas cargas, los burritos de María, y decirte: Joaucito, que regresaremos por más, porque quedó mucho por recorrer".

Permanezcamos juntos hasta el final

También tuvieron oportunidad de encontrarse con Don Ubaldo Pimentel, quien les habló de su encuentro con Joao y el encuentro con su propia misión. Les reveló que cuatro días antes de morir Don Joao se despidió de él y le dijo: "Permanezcamos juntos hasta el final". Esas palabras resuenan en los corazones de todos; él les dice también a ellos: Permanezcamos juntos hasta el final. Permanezcamos juntos como buscadores de Dios en la vida de nuestra gente.

Sellando una vez más su pacto de Amor

Como despedida, en el Tabor sellaron una vez más su pacto de sangre y amor, como les enseñó el Fundador en su tierra: "Creo que debería pedirle a la Madre de Dios y a todos los que nos quieren que ella inscriba nuestros nombres en su corazón con sangre y fuego.(...) Por supuesto que de esto se desprende que si la Madre de Dios hace esto, también nosotros tenemos que empeñarnos por inscribir en nuestro corazón el nombre de la Madre y Reina tres veces Admirable de Schoenstatt con sangre y fuego, indeleblemente, con un amor cálido, ardiente y con un amor creciente".

Y así regresaron a su país, y presentaron a la Madre y Reina - como dijo el P. Juan - a la "jefa" en el Santuario Nacional de Nuestra Señora de Luján, la Patrona de la Argentina, para partir de allí a las comunidades de su diócesis derramando gracias. En la localidad de Gonzáles Chaves aguardaban a la Auxiliar gran cantidad de personas y los Bomberos Voluntarios transportaron la Mater a la Iglesia.

También en Dorrego era esperada con alegría y llevada en procesión a la Iglesia.

Una vez más repiten: "Ella es la gran Misionera. Ella obrará milagros".

Testimonio de Marinés Garda

 


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Last Update: 11.08.2006 Mail: Editor /Webmaster
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