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 published: 2006-08-25

El trabajo hace libre

Schoenstatt Summer: visita a Dachau

 

Schoenstatt Summer: peregrinación a Dachau

Schoenstatt Summer: pilgrimage to Dachau

Schoenstatt Summer: Wallfahrt nach Dachau

 

Momentos de meditación

Moments of prayer

Innehalten, nachdenken, beten

 

Encuentro con el Padre Kentenich

Encounter with Father Kentenich

Begegnung mit Pater Kentenich

 

Via Crucis

Stations of the Cross

Kreuzweg

 

Misa en bloque 26

Holy Mass at block 26

Heilige Messe auf Block 26

Fotos: Signorini © 2006

 

 

 

SCHOENSTATT, Francesca Signorini. "El trabajo hace libre", esta frase grabada en el portón de entrada recibía a los prisioneros de los campos de concentración, como Dachau. Esta frase que suena sarcástica y terrible leyéndola desde el punto de vista de los nazis adquiere todo otro significado si se la mira desde los ojos del P Kentenich. Porque él, en Dachau, trabajó realmente mucho, siempre y en cada momento, por Jesús, por María, por Schoenstatt. Y son precisamente las huellas del fundador las que buscan en Dachau los jóvenes de Schoenstatt Summer, para constatar que también en las peores condiciones de vida material imaginables, privados completamente de toda libertad exterior, la Alianza de Amor sigue vigente y nos sostiene.

La visita a Dachau tuvo lugar el 17 de agosto y tomaron parte once jóvenes integrantes del Schoenstatt Summer, provenientes de Polonia, Rusia, India, Kenya, Ecuador, Alemania e Italia. El día entero fue dedicado a visitar el campo de exterminio. Hicieron una buena preparación con lecturas sobre la experiencia de Dachau del Padre Kentenich, así como del Padre Eise y de Karl Leisner y también durante el viaje con el rezo del Santo Rosario. Sin embargo, cuando se atraviesa ese portón se siente una incomodidad que no se puede explicar. A María Sol, de Ecuador, la conmovió mucho la "Appellplatz", la plaza donde se pasaba lista, donde cada mañana a los 5,20 h. y cada noche a las 19 h. todos los prisioneros vivos o muertos tenían que estar presentes.

Como todos, los numerosos visitantes iniciaron el recorrido en la parte del museo del campo de exterminio recientemente ampliada, donde el visitante tiene la posibilidad de tomar conciencia de las atrocidades cometidas en aquel lugar y así la tristeza aumenta todavía más. Por suerte, al final del recorrido, en el cuarto dedicado a la conmemoración hay sobre la izquierda, en lo alto, un angelito con nuestra querida MTA, la foto del Padre Kentenich y una placa, y más a la derecha está también la foto de Carlos Leisner.

Al verlos uno se siente instantáneamente mejor, se alegra de verlos, les dedica una sonrisa y una foto, porque ellos son nuestros héroes

EL VIA CRUCIS

Luego de un momento de descanso sobre el jardín y algunos cantos, se inicio la caminata de los jóvenes al campo de concentración con el Padre Kentenich. Con el Hacia el Padre en la mano, se rezó en alemán y en polaco el Vía Crucis en los lugares más significativos: el pabellón 7 donde murió el Padre Eise y el pabellón 14 donde fueron fundadas la Obra de Familias, el Instituto de los Hermanos de María y la Internacional.

La oración era justamente lo que hacía falta. Es precisamente con la oración, con Dios, con lo que lo absurdo de ese  lugar adquiere  un sentido... En comparación, los otros visitantes que caminan por el campo de concentración con sus audio-guías (guías grabadas) parecen desorientados, anonadados. El Vía Crucis concluyó allí donde de encuentran las cámaras de gas y los hornos crematorios.

LA SANTA MISA

A las tres de la tarde, hora de la muerte de Jesús, los jóvenes volvieron a encontrarse para celebrar juntos la Santa Misa en el pabellón 26, donde el Padre Kentenich vivió con los otros sacerdotes alemanes y más exactamente en el punto donde se encontraba la capilla, en la cual fue ordenado sacerdote, secretamente, Carlos Leisner.

La celebración eucarística fue para todos el momento más intenso de toda la jornada, por ser el memorial del sacrificio y la resurrección de Cristo, que lo dice todo, habiendo sido condenado y muerto sin culpa alguna, igual que los prisioneros de Dachau. En ese lugar nos sentimos muy cerca de Carlos Leisner y de nuestro Fundador, y se dio la posibilidad de dar testimonio de nuestra fe. Muchas de las jóvenes traían con ellas sus Santuarios del Hogar y sus pequeñas MTA, que fueron puestas a los pies del altar; se cantó al Señor y muchos de los visitantes, curiosos, se acercaron y  preguntaron si se trataba de una misa católica o evangélica e incluso algunos se quedaron para recibir la Santa Comunión.

La visita a Dachau fue importante para reflexionar sobre la fuerza de Schoenstatt y de la Alianza de Amor, y  un estímulo para seguir en el apostolado, aún estando lejos unos de otros y en situaciones difíciles de la vida. Fue particularmente significativa la oportunidad de que un grupo con participantes provenientes de diferentes países, también de aquellos más directamente involucrados en el conflicto de la Segunda Guerra Mundial, hayan rezado juntos, en el lugar donde muchos sufrieron pero también allí donde el Schoenstatt Internacional fue fundado, signo de reconciliación y continuidad de la obra de nuestro Fundador.

Traducción: Clara Bianco de Herbon, Patagonia, Argentina


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Last Update: 30.08.2006 Mail: Editor /Webmaster
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