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 published: 2006-05-05

Lo que hace veraz la vida del discípulo de Cristo

Reflexiones motivados por el lema de Pentecostés 2006

 

Con el Padre Kentenich,  todos nos renovemos en el amor incondicional a la Iglesia – Tapa del libro “Una vida para la Iglesia”, re-editado

With Father Kentenich, we all want to renew our unconditional love for the church – Cover of the re-edited book: A life for the church

Mit Pater Kentenich wollen wir unsere bedingungslose Liebe zur Kirche erneuern – Titelseite der spanischen Neuausgabe von “Ein Leben für die Kirche”

Foto: Editorial Patris Argentina © 2006

 

 

 

ROMA, P. Alberto Eronti. En la plática de fundación de Schoenstatt el Padre Fundador pone en labios de la Virgen estas palabras: "Según el plan de la Divina Providencia debe ser la guerra mundial, con sus poderosos impulsos, un medio extraordinariamente provechoso para ustedes en la obra de su propia santificación". Esta santidad de vida será "coraza" y "espada" de defensa y proyección para los jóvenes oyentes, luego especifica dos medios para avanzar hacia la meta: la oración y el cumplimiento fiel y fidelísimo del deber. Se trata de una triple fidelidad: a Dios, a uno mismo y a la comunidad lo que hace veraz la vida del discípulo de Cristo.

Esta fidelidad y veracidad tienen, en el pensar del Padre Kentenich y de otros maestros espirituales, una dimensión cultual: adoración a Dios a través de la propia vida. Esto significa que la vida del discípulo de Jesucristo, como la de su Señor y Maestro, tiene una esencial dimensión sagrada. El bautizado, por el hecho de serlo, no sólo se constituye en un aliado de la Trinidad, sino que precisamente por serlo es llamado a vivir su vida con una dimensión sacerdotal. Se trata de la veracidad esencial del bautizado: ha sido sumergido en Cristo para, con y como Cristo, elevar y ofrecer el mundo al Padre. Justamente en nuestra Familia de Schoenstatt asumimos esta realidad y la realizamos mediante "las contribuciones al Capital de Gracias". Lo que en la Familia llamamos "Capital de Gracias", es lo que nos permite vivir la vida de manera cultual a la vez que sacralizamos la vida diaria. Culto que realizamos por la oración y la fidelidad al deber. Es, en definitiva, lo que el Padre Kentenich llamó la santidad de la vida diaria.

La adoración como actitud fundamental de los miembros de Schoenstatt

Por otro lado es interesante recordar que el Fundador, cuando habla de la espiritualidad y piedad eucarística en Schoenstatt, hace referencia a la adoración como una actitud fundamental de los miembros de la Familia. No podía ser de otra manera, dado el lugar que diera en la espiritualidad de Schoenstatt a la actitud mariana de amar y realizar la voluntad de Dios en todas las situaciones de la vida. La Iglesia de las nuevas playas necesita que sus miembros recuperen el valor esencial de la vida diaria, como escuela de santidad manifestada en la veracidad de la adoración y la fidelidad a Aquel que nos creó a su imagen. Esto ilumina más aún las palabras de nuestro Padre referidas a la "prolongación de la Misa": "del altar a la vida y de la vida al altar". Es decir, la liturgia de la Misa se extiende en la "liturgia" de la vida diaria y se realiza, tal como lo hemos señalado, por el Capital de Gracias entendido como Una vida intensa de oración", que es culto, adoración y obediencia a Dios, y el cumplimiento fiel del deber, en cuanto realiza nuestra verdad y santidad de vida.

He querido recordar esta dimensión de la Alianza de Amor con la Virgen de Schoenstatt por dos motivos. En primer lugar por el lema del IIº Congreso Mundial de los Movimientos y Nuevas Comunidades, a realizarse del 31 de mayo al 2 de junio en Rocca di Papa: "La belleza de ser cristiano y la alegría de comunicarlo". La belleza del cristiano le viene de ser y vivir lo que es: hijo del Padre, hermano de Cristo e instrumento del Espíritu Santo. Esto es lo que hace del cristiano una persona interiormente feliz y externamente atractiva en cuanto que es sal, luz y levadura.

"El espíritu de la liturgia"

Lo segundo son algunos textos del Papa Benedicto XVI en su libro "El espíritu de la liturgia", referidos al tema señalado. Dice que "…la contraposición entre tierra y culto no tiene sentido: la tierra es entregada (al hombre) para que sea el lugar del culto verdadero". La acción suprema del hombre frente a su Dios, Creador y Salvador, es la adoración. "El culto, la liturgia propiamente hablando, forma parte de esta adoración. Pero también la vida conforme a la voluntad de Dios constituye una parte imprescindible de la adoración verdadera. "La gloria de Dios es el hombre viviente, la vida del hombre es ver a Dios" (San Ireneo)…, "en última instancia la verdadera adoración a Dios es la vida misma del hombre, el hombre que vive rectamente, pero la vida es vida verdadera cuando nos dejamos configurar por Dios apoyando la mirada en Él. El culto existe para encauzar esa mirada y, de ese modo, dar la vida que va a consistir en honrar a Dios".

"¿Qué significa esto con relación a lo que hemos dicho al inicio? Responde el Papa: "En primer lugar queda claro que el ‘culto’, considerado en toda su amplitud y profundidad, va más allá de la acción litúrgica. Abarca, en última instancia, el orden de toda la vida humana en el sentido de las palabras de Ireneo: el hombre se convierte en glorificación de Dios, y queda, por así decirlo, iluminado por la mirada que Dios pone en él: esto es el culto". "¿Qué tipo de realidad encontramos, por tanto, en la liturgia? De entrada podemos decir: quien deja a Dios al margen de su visión de la realidad es solo aparentemente un realista. Se abstrae de aquel en el que "vivimos, nos movemos y existimos" (Hech. 17,28). Esto significa que solo si la relación con Dios es verdadera, estarán también ordenadas todas las demás relaciones de los hombres, entre sí y con el resto de la creación".

Partícipes del mundo de Dios y de "su cielo"

Podemos ahora dar un paso más: "la adoración, la forma correcta del culto, y la relación con Dios, configura la existencia humana…en el mundo. Y esto es así por el hecho de que el culto y la adoración, nos hacen ir más allá de la vida cotidiana, ya que nos hacen partícipes del mundo de Dios y de "su cielo".

Altar y vida diaria están profundamente unidos en el pensar y sentir de nuestro Fundador, por esto nos enseñó el valor sagrado y santo de la vida diaria. El hacer cotidiano del discípulo de Jesús, tiene una connotación litúrgica y cultual: la vida diaria es el "lugar" donde cada bautizado realiza su ser y misión de discípulo. Es lo que en Schoenstatt llamamos Capital de Gracias, con las connotaciones que le da el Documento de Fundación y que vivimos en Alianza de Amor con María. No hemos de separar "el orden de ser" del "orden de vivir", si lo unimos viviremos "la belleza de ser cristianos y la alegría de comunicarlo", a la par que realizaremos lo que la Iglesia llama el sacerdocio real.

Los invito a rezar y ofrecer aportes al Capital de Gracias por el Congreso Mundial y por el encuentro del Papa con los Movimientos y Nuevas Comunidades en la vigilia de Pentecostés. Que los miembros de la Familia que participaran – calculamos unos 1.300 – representen a cada hijo del Padre y con él todos nos renovemos en el amor incondicional a la Iglesia.


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Last Update: 05.05.2006 Mail: Editor /Webmaster
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