published: 2006-05-05 |
Pascua en BurundiImpresiones de un viaje por un país que está en camino hacia la paz |
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BURUNDI, Mons. Dr. Peter Wolf. Mons. Dr. Peter Wolf, Rector general del Instituto de los sacerdotes diocesanos de Schoenstatt, celebró la Pascua en Burundi. Ha enviado a SCHOENSTATT.DE un testimonio de las impresiones de este viaje. Ya durante el breve viaje desde el aeropuerto hasta el Centro de Schoenstatt Monte Sión, en la capital de Burundi, pude ver que la situación del país ha mejorado visiblemente. Fuera de un par de autos blancos de las Naciones Unidas, no se observa ninguna presencia militar. Fui cordialmente recibido en la casa de los Padres de Schoenstatt. Después de una corta siesta, los truenos de una tormenta me llevaron al cuartel donde un hermano de comunidad es capellán militar, para celebrar la liturgia de la vigilia pascual. Pasamos por delante de muchos tanques y cañones, hasta llegar a un gran recinto preparado para la celebración de la Sta. Misa. Sobre el altar habían puesto un paracaídas a modo de dosel. Afuera ya ardía una gran hoguera pascual. Tres sacerdotes bautizaron a los catecúmenosA las 18 hs. comenzó la liturgia con la asistencia de unas 700 a 800 personas. Eran soldados con sus familias. Después de una hora de comenzada la ceremonia, el aleluya fue la primera palabra que comprendí. Las largas lecturas fueron interrumpidas por melódicos cantos africanos, entonados por dos coros. Después de la bendición del agua bautismal, mi co-hermano Adelin llamó a los catecúmenos y me dio un recipiente de plástico rojo para bautizar. Eran 68 en total, entre soldados y antiguos rebeldes, jóvenes y niños. Éramos tres sacerdotes para bautizar. Reinaba una gran alegría. La gratitud y los cantos, los aplausos y los bailes no terminaban nunca. Durante el saludo de la paz, los niños no querían dejarme volver al altar. También después de terminada la Sta. Misa, como les deseé felices Pascuas en su idioma nativo, querían impedirme subir al auto. Querían sencillamente que me quedara con ellos. La Sta. Misa duró tres horas. Cuando volví al Monte Sión, había entre 1500 y 2000 personas cantando en la Iglesia de peregrinos del Centro de Schoenstatt. Poco después de las 22,30 hs. los Padres me invitaron a cenar. Era una verdadera comida pascual. Poco antes por tanto hambre ya había comido las orejas de mi pequeño conejo pascual. Casi no había más lugar para bailar...La mañana de Pascua comenzó con un fuerte tamborileo a las 6 hs. Los jóvenes tienen un ritmo original, cada dos minutos lo cambian por una nueva variante. Recé la hora de Laudes con los Padres y desayunamos juntos. Luego me buscó el chofer del capellán del ejército para llevarme a la parroquia de Ruschubi, en las montañas, donde es párroco un joven hermano de nuestra comunidad. Viajamos una hora, primero por una calle, luego por un tramo que no merecía tal nombre. Me dolían todos los huesos... Unas dos mil personas corrían desde su gran parroquia. La iglesia, todavía con marcas de un terremoto, estaba repleta, así que los grupos casi no tenían lugar para bailar delante del altar. Después de la Sta. Misa bailaron y tocaron para su visitante en la plaza de la iglesia. Es una Iglesia totalmente joven. El Padre Lambert me contó que el día anterior había celebrado una Vigilia pascual de cinco horas y había bautizado en ella a 478 personas. Este año pude vivir una Pascua que me permitió experimentar nuevamente que la Pascua y el Bautismo están íntimamente relacionados entre sí. Traducción: aat, Argentina
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Last Update: 12.05.2006
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