Zum Weiterdenken - Considerations - Para reflexionar
 published: 2006-05-09

Dios – mi terruño

Experiencias e motivaciones de la gracia del cobijamiento - de: Hildegard Fischer

 

Cobijado en Dios, como el pajaro en su nido

At home in God, like the bird in its nest

Zu Hause bei Gott wie der Vogel im Nest

Foto: stock.xchange http://www.sxc.hu, Levi Gruber, Brasil © 2006

 

Mi terruño más íntimo es Dios. Cuando estoy junto a Dios, siento que Él me ama, me cobija, me protege. En la Alianza de Amor, junto a Dios, encuentro la esencia del terruño, lo que es estar en casa, estar protegida, estar ahí donde pertenezco, en el lugar donde me siento feliz y realizada, donde puedo ser plenamente yo, donde no tengo que aparentar, donde a nadie le importa mi rendimiento, sino que estoy ahí donde el amor eterno me quiere tener.

Si no escribiera el inicio de mi artículo para una revista de Schoenstatt, sino para Spiegel o Times, o si se lo mostrara a personas extrañas, por ejemplo a los vecinos, pienso que muchos me mirarían con compasión. La pobre tiene que huir a las nubes religiosas de algodón. Quizás algunos me reservaron ya un lugar en el manicomio.

La tristeza de que en algunas casas no haya hogar

La patria significa más que pertenecer a un pueblo o a un país; patria es más que música y películas que fomentan el patriotismo. Si vemos detenidamente nuestro alrededor, si miramos las noticias de la TV, comprobaremos que hay una gran falta de terruño. La gente se evade en el alcohol, en las drogas o en el trabajo porque solos se sienten insatisfechos o porque no cumplen con lo que se les exige. Otros se someten a operaciones porque no se pueden aceptar o porque no se sienten acogidos. Otros pasan de actividad en actividad para lograr metas, pero en realidad nunca llegan a ninguna parte.

En mi trabajo en el internado, continuamente me toca ver que niños y familias completas se destruyen porque no pueden experimentar el terruño, porque no se sienten protegidos, acogidos y amados. Hace un par de días aceptamos a dos niñas. La madre de una de ellas vino al día siguiente y por lo menos trajo ropa. A la madre de la otra niña tuvimos que hablarle con mucha paciencia para que nos dejara ir a buscarle cosas. La casa ya estaba ordenada. Mientras que la mamá me ofrecía café a mí, pidiéndome que me sentara, a su hija sólo la reprendía, la agredía y menospreciaba. Ni se me ocurrió en la palabra "hogar" al estar en esa casa.

Sentirse en el cielo con Dios y en el hogar en el diario vivir

No soy tan ingenua como para pensar que cuando esta niña tenga fe se solucionarán todos los problemas. Por algo el Padre Kentenich dice: "la gracia presupone la naturaleza". O sea, que si no sanamos la naturaleza humana con ayuda de la gracia, la gracia no encuentra campo fértil en el que actuar.

Cuando en la vida diaria, en mi trabajo, experimento al mundo, la relación con los demás, como algo malo y huyo a una vida espiritual, entonces sí que eso tiene ver con nubes de algodón, entonces me he ganado la compasión de otra gente.

Sentirse en el cielo junto a Dios y en el hogar en el diario vivir no es una contradicción par mí. En la vida, sentirse en el cielo, significa sentirse acogido y protegido por la gente, sentirme en casa en un lugar, de modo que puedo experimentar y sentir el amor y la protección de Dios en forma vital, sensible. El Padre lo llama causas segundas. La vida desde el amor de Dios, es decir la vida desde la Alianza de Amor, hace que nuevamente vea en mi diario vivir las huellas de Dios y que vincule a otras personas y lugares con este amor.

Hacia el corazón de Dios

Para encontrar el cielo tengo que abrirme. Es muy parecido a los cuentos. El camino para encontrar mi verdadero cielo y de experimentarlo en mi diario vivir y de poder darlo, se da ciertamente en forma distinta a los cuentos. No lleva a los tres deseos. ˇEl camino que lleva al cielo es tan atrapante y está tan lleno de sorpresas! Es el que lleva al corazón de Dios.

Si abro mi corazón a Dios, me abro al más puro y más grande amor que puede existir. Nadie de nosotros, ni ningún de los más grandes santos puede captar en plenitud o describir este amor. Es la gracia, es la vivencia de terruño, para darnos una idea. En el corazón de Dios encontramos lo que nos falta en nuestra limitación humana. Y en la medida en que más nos entregamos a ese amor, más nos llena Dios. Así podemos entender y entregar a otros lo que es el profundo amor de Dios que nos quiere aceptar, cobijar y dar un hogar. Podemos entregar lo que es el cielo en forma práctica.

Dos elementos son importantes: yo tengo que estar continuamente en el camino de la búsqueda del terruño junto a Dios, tengo que tener deseos de mantenerme despierto para no perder este camino por pereza o porque me da lo mismo. A medida que encuentro más profundamente el terruño junto a Dios, más tengo que autorizar a Dios, y a mí mismo, que Dios actúe a través mío, que yo sea su causa segunda. Para las dos cosas tengo que abrirme a Dios, ponerme a su disposición, lo que Él me diga. El Padre Kentenich lo vivió antes que nosotros. La gente que lo conoció, cuenta que en forma muy sencilla regalaba chocolates, consolaba, daba sabios consejos, ofrecía una cama, un pasaje de regreso... Impulsaba a la gente para que se abriera totalmente a Dios y para que se atreviera a entrar en el corazón de Dios.

En forma práctica

Cuando me puse a buscar una forma práctica de cómo hacerlo, aterricé de nuevo en el Hacia El Padre. En el Cántico al Terruño el Padre Kentenich describe lo maravilloso que es encontrar el terruño en Dios, encontrar hogar en el corazón de Dios, es una tierra maravillosa, vasta y fértil. Describe también cuál es el camino hacia esa tierra maravillosa: el que va al corazón de Dios. Debido a este artículo leí las seis estrofas seguidas y quedé cansada y abatida. Pensé en silencio: una maratón hacia el corazón de Dios. Pero cuando me tomé el tiempo y leí dos versos, oré y medité. Entonces encontré una satisfacción inmensa en pequeñas partes del camino.

No pretendo discutir nada del Cántico al Terruño. Pero quisiera compartir unas ideas sobre un verso. En la tercera estrofa dice: "donde la inclinación a lo bajo…". Ahí al pensar en mi diario vivir, al pensar en mi lenguaje, si evito las palabras ofensivas, si entrego mis preocupaciones y cruces al capital de gracias y no reclamo permanentemente, si veo ilustraciones bellas, de valor, nobles y no me hundo en cosas insignificantes, si mantengo mi hogar limpio y preparado para Dios, entonces encuentro un terruño junto a Dios para mí y para otros.

Sigamos leyendo, sigamos viviéndolo. ˇVale la pena!

Traducción: Gabriela Kyling, Osornio, Chile / esw


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Last Update: 09.05.2006 Mail: Editor /Webmaster
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