published: 2006-05-12 |
Tras tus huellas Padre, para irradiar tu santidadPeregrinación a Schoenstatt de señoras de Santiago de Chile |
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SCHOENSTATT, rlm. "Me llevo el propósito de santificarme en cada instante de la vida, porque cada minuto que pierdo es derrochar un pedacito de Cielo"… Esas hermosas palabras las dijo Paulina González, una de las señoras que vinieron en peregrinación desde Santiago de Chile a Schoenstatt y que bien representan el anhelo que de una u otra manera se guarda en el interior de todos los que tuvieron la gracia, al igual que ella, de llegar hasta el terruño de Schoenstatt. "Descansen y duerman todo lo que necesiten, porque si no están descansadas la gracia no puede obrar"... así dio comienzo la Hna Luz María a esta peregrinación. Es una Hermana de María chilena que viajó con el grupo y que "al sonar de la campana" las guió tras los pasos del Padre Fundador durante su existencia terrenal, y las condujo para descubrir las huellas de una paternidad fecunda que hizo que todo un Movimiento crezca y se multiplique en amor a la Madre tres veces Admirable. En un clima de armonía y mucha serenidad, como madres y señoras fueron dándose cita en diferentes lugares "cuna" de una nueva historia. Se reunieron en el Santuario original, lugar de la Alianza de Amor; visitaron Gymnich, pueblo al suroeste de Colonia donde nació y vivió sus primeros años el Padre José Kentenich, se reunieron con el Padre Egon María en Marienau, «patria de la comunidad», una casa con una historia de más de cien años junto al Santuario de la Federación Apostólica de Sacerdotes, entre otros lugares. La familia y afectos más queridos"Es una pena que la otra mitad del grupo no haya podido venir y se esté perdiendo todas estas vivencias tan intensas"…seguía contando Paulina acerca de algunas integrantes de su grupo de vida que quedaron en Chile, y que viajaron arraigadas en el corazón de cada una de las que llegaron a Schoenstatt, como parte de sus afectos más preciados, como parte de su familia. ¡Y si de familia se trata, de más está decir que casi todas andaban con el álbum de fotos para mostrar orgullosas a sus hijos, su marido y hasta a sus nietos! Pues aunque todas tenían un aspecto juvenil, muchas de ellas ya eran abuelas. El Santuario de las Familias fue el punto de encuentro con el Padre Claudio Martínez. En una mañana radiante, llena de sol, estaba allí esperándolas para darles la bienvenida junto a los Michelini, matrimonio argentino oriundo de la provincia de Mendoza, (vecina de Santiago, del otro lado de la cordillera de los Andes), quienes se encuentran durante unos meses trabajando en el Instituto de las Familias. Allí, "ni lerdas ni perezosas", al igual que en las demás visitas, la mayoría de ellas abrió su cuaderno y tomó nota de cada detalle que con tanta claridad les contaron acerca del Santuario y sus símbolos característicos. ¡Había que documentar todo lo posible para llevarlo a Chile y contárselo al resto! Aquello que nos limita es lo que nos transformaDía a día la visita fue creciendo en intensidad, en la cercanía de Dios, en solidaridad, en entrega, "…me llevo vitalizado el diálogo con Dios en todas las cosas, en todos los acontecimientos"…compartía Francisca Vargas Carriota. Hubo momentos de mucha alegría y tiempos para "hacer sociales" junto a alguna "cosita dulce" y café en mano, pero por sobre todo primaron los momentos de reflexión y calma que permitieron encontrarle sentido e interiorizar cada uno de los acontecimientos, incluso el más doloroso de todos, cuando llegó la impactante noticia del fallecimiento del marido de una de las señoras, Pese al dolor que algo así genera y la dificultad de verlo como un acto providencial, con la presencia de la Mater se transformó en un hecho de mayor unión. …"En tu poder y en tu bondad fundo mi vida…" fue la oración que primero llegó al corazón del grupo, para acompañar espiritualmente a una sola voz, a quienes vivían ese momento como el más difícil de todos. Horas más tarde recibieron la noticia de que ya habían llegado a Chile y que tanto sus familiares como el resto de la Familia de Schoenstatt estaba allí acompañando en oración. Aquello que nos limita es lo que nos trasforma. Tal vez sea la muerte la limitación más grande que suframos como humanos; nos recuerda a cada instante que todo lo que nace trae consigo un lado de muerte que lo constituye; que todo aquello que comienza, florece, se abre a la vida, también termina, muere, se desintegra. Ese mismo día llegó a Sonnenau el Padre Ángel Strada – recuperada su salud gracias a las muchas oraciones y otra vez en actividad como postulador de la causa de canonización del Padre Fundador – para tener un encuentro con la peregrinación. Su presencia cobró un sentido especial, teniendo en cuenta que unas semanas atrás tuvo una experiencia muy cercana a la muerte. Tumba del PadreVisitar la tumba del Padre es sin duda una de las vivencias indescriptibles más fuertes todo quien llega a Schoenstatt. Y esta vez no fue la excepción. Estar junto a la tumba es experimentar el llamado a trascender a través de la realidad cotidiana, las preocupaciones familiares, los hijos, la casa; guardar una historia de amor, y tomar en serio el compromiso de irradiar su santidad. Visitar su tumba es llegar al encuentro de alguien que ya dio el gran paso de transformación de la muerte a la vida eterna, es tener la oportunidad de ampliar la vista hacia la realidad de lo sobrenatural, contemplar en la fe el mundo al que estamos llamados a vivir. Pero mucho más allá de eso es llegar al encuentro con el Padre y Fundador de Schoenstatt, conversar con él, sentir su presencia, dejar en el lugar de su última entrega por la Familia cartas, fotos de seres queridos, capitalarios... decirle una vez más: Padre, aquí estamos, vamos contigo, para irradiar tu santidad. El domingo por la mañana el Padre Ángel Strada les habló del proceso de la beatificación del Padre Kentenich, entusiasmándolas para "irradiar su santidad". Tras tus huellas PadreInmensa fue la tarea de la Hna. María Julia, responsable de la coordinación del alojamiento, excursiones, transporte y muchos otros detalles incontables. Esfuerzo valorado, por cierto, y que quedó plasmado y caricaturizado en una tarjeta por María Elena Marín (en la manera en que solo una artista puede hacerlo) en la pequeña celebración de cierre que realizaron la noche antes de dejar Schoenstatt. Difícil, casi imposible es poder imaginar a las mismas madres y esposas que horas estaban meditando en una tarde de retiro de silencio, ahora disfrazadas, eufóricas como niñas, repartiendo regalos, agradecimientos, abrazos y mucha alegría. También hubo lugar en esa fiesta. para los sorteos y premios a modo de agradecimiento por parte de la Oficina de Prensa a cargo de la Hna. Kornelia, para todas las señoras que colaboraron compartiendo sus testimonios, dejando por escrito sus palabras y haciendo de ésta, una nota más enriquecedora. El premio mayor fue para Francisca Vargas Carriota, "Panchita", que tuvo la alegría de ganarse una imagen en madera de la Mater, y ahora viajaría con ella en sus valijas, ya que la peregrinación no tenía fin en Schoenstatt, sino que por el contrario, seguirían tras las huellas del Padre al antiguo campo de concentración de Dachau, cerca de Munich, donde el Padre Kentenich estuvo prisionero durante 3 años y 8 meses. Desde allí seguirán tras los pasos del Padre a Suiza y a Roma. |
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Last Update: 12.05.2006
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