Un símbolo de la unidad de los pueblos y de los corazones

Trigésima peregrinación al Cristo Redentor

Misión cumplida Mission accomplished Mission erfüllt Fotos: Knes ©2006

ARGENTINA – CHILE, Harald M. Knes. Domingo 12 de marzo: en Chile por primera vez una mujer, Michelle Bachelet, asume el cargo de presidenta. El día anterior, Evo Morales, primer presidente indígena de Bolivia, le expresa a la nueva mandataria su esperanza de lograr una nueva unidad entre los pueblos latinoamericanos. Ese mismo día unos cien schoenstattianos de toda edad, procedentes de Viña del Mar, Santiago (en Chile) y Mendoza, en la Argentina, partieron desde sus ciudades para encontrarse junto de la gigantesca estatua del Cristo Redentor, en la cordillera de los Andes – en territorio argentino – a unos 4.000 m sobre el nivel del mar.

Por trigésima vez los schoenstattianos emprendieron este camino en el sentido de la idea que expresó Mario Hiriart poco antes de su muerte, en una conversación con el diácono puertorriqueño Jesús Pagán. Hablaron de la fuerza, que tenía en ese momento el comunismo latinoamericano. Mario dijo entonces: "Jesús: construiremos un Santuario en los Andes, como símbolo de la unión de nuestros pueblos y de nuestros corazones, como símbolo del triunfo que la política no logró, y que la Mater obtendrá por medio de sus instrumentos."

Una vivencia en el límite entre ambos países

La frase no ha perdido nada de su actualidad, aun cuando haya cambiado la situación política. En buena parte ya se ha hecho realidad. Lo ilustra una pequeña experiencia en la frontera. Del lado chileno se pudo pasar sin grandes tramites. En el lado argentino los empleados de la aduana parecían más reticentes. Cuando se les mostró una pequeñísima imagen de la MTA, de unos 1,5 por 2 cm. y se les habló de Schoenstatt, rápidamente desaparecieron las dificultades y se pudo pasar sin ninguna dificultad. "Un símbolo del triunfo que la Mater obtendrá por medio de sus instrumentos."

Los vínculos necesitan ser cultivados, de lo contrario mueren.

En los últimos treinta años, la MTA ha fortalecido los vínculos entre los argentinos y chilenos y esto se puede notar en ambos países, hasta en la policía aduanera, quizás porque la mayoría conoce a los peregrinos. Es la trigésima vez que llegan para renovar ese vinculo como cada año en el mes de marzo, y siempre ascienden a la cordillera tanto por el lado este, en territorio argentino, como del oeste, en tierra chilena. Los vínculos necesitan ser cultivados, de lo contrario mueren.

Los participantes de la peregrinación son muy variados. Viajan en autos, combis y ómnibus. Esta vez participa también gente de Cuba y de Alemania. Algunos son viejos conocidos, pues ya participaron en esto unas 20 veces o más, otros llegan por primera vez.

Mario Hiriart, un ejemplo de santidad laical

En la Sta. Misa P. Carlos Cox explica el estado actual del proceso de canonización de Mario Hiriart y el acento especial que los chilenos le quieren dar este año con respeto a Mario Hiriart: su santidad laical:

Mario fue un laico que tuvo a veces una gran tensión en su trabajo como profesor universitario, recibió presiones y tuvo muchas dificultades, como cualquier cristiano las experimenta en la sociedad y en su profesión. Muchas veces, en días exigentes en los que contaba con muy poco tiempo no podía cumplir plenamente con sus propósitos y la lucha por sus ideales. Pero nunca renunció a ellos, nunca perdió su idealismo y su confianza en la MTA y en Dios. En este ambiente exigente Mario vivió una vinculación marcada con mucho respeto y afecto, con sus colegas y con los estudiantes. En medio de ese ambiente exigente, con una agenda cargada, siempre se preocupó de crear algunas islas de oración: vivió como laico la santidad de la vida diaria.

Un toque de de Pentecostés

Huyendo del viento helado, después de la Sta. Misa fueron a un restaurante ubicado en el interior del portal que se cruza para subir al Cristo Redentor, en territorio argentino. Allí pudieron confortarse tomando algo caliente. Algunos chilenos de Viña del Mar aportaron unas botellas del vino tinto, los mendocinos ofrecieron una rica y fina carne a la romana, alguien trajo unos huevos cocidos, otro un pan con nueces ... Todos estaban de tan buen humor, que se era algo parecido al primer Pentecostés... No se necesitaba el vino para levantar el ánimo. La edad no era ninguna barrera entre los adolescentes y los adultos. Todos hablaban con gusto, escuchaban, se rieron mucho ... Especialmente los que participaron por primera vez seguramente se asombraron y pensaron: Estos peregrinos al Cristo Redentor son gente algo especial ...

¡Hasta la próxima peregrinación, para vivir la 31° vez el 31 de mayo junto al Cristo Redentor!

Traducción: Harald Knes/aat, Argentina