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 published: 2006-02-10

Una marca registrada

Encuentro internacional de la Juventud Femenina de la Argentina, Paraguay y Uruguay: Un testimonio desde Paraguay

Misa de la aurora en el Campamento de la Juventud Femenina

Dawnbreak Mass during the Girls’ Youth’s Camp

Sonnenaufgangsmesse beim Lager der Mädchenjugend

 

Preparación  en Nuevo Schoenstatt, Argentina

Preparation in Nuevo Schoenstatt, Argentina

Vorrunde in Nuevo Schoenstatt, Argentina

 

Jovenes de Paraguay

Youth from Paraguay

Jugendliche aus Paraguay

 

Dia de Paraguay

Paraguay Day

Paraguay-Tag

 

Almuerzo final

Final lunch

“Henkersmahlzeit”

Fotos: Santiviago © 2006

 
   

PARAGUAY, Tere Santiviago. Quien conoce a Schoenstatt, quien se vincula a Schoenstatt, quien ama Schoenstatt, no puede pasar por alto esta frase: "En ustedes prometí algo grande al mundo". La dijo el Padre y Fundador en una conferencia a la Juventud Femenina, y como tal, como Juventud Femenina schoenstattiana queremos tomarla como compromiso y tarea.

En junio del pasado año 2005, algunas chicas de la Juventud Femenina de la Argentina, Paraguay y Uruguay nos reunimos para preparar el primer Encuentro internacional de la Juventud Femenina de la Región del Padre. La intención de este Encuentro era renovar el compromiso que tenemos como schoenstattianas, de ser mujeres santas, y testimonios vivos para la canonización de nuestro Fundador, el Padre Kentenich. Es un gran desafío, pues en el mundo de hoy hay mucha ausencia de Dios, la mujer va perdiendo poco a poco su esencia, hay una desorientación sobre nuestra identidad.

Santidad para el mundo

A mi parecer, el nuevo tabú de las sociedades es la santidad. Hablamos de todos los temas en nuestras facultades, colegios, entre amigos, pero... ¿por qué no hablar ahora de que necesitamos más santos y santas? ¿Por qué no queremos aceptar que el mayor problema es la presencia del súper hombre o de la súper mujer, y la ausencia del niño, del hijo de Dios, aquél que con humildad y alegría se deja conducir por su Voluntad, por su paternal misericordia. De alguna manera nosotras queremos ser una promesa de santidad para el mundo. Fue nuestro anhelo que de estos ocho días de encuentro con chicas de diferentes países, saliéramos convencidas de que tenemos una gran misión como mujeres.

Día a día se nos invitó a remar mar adentro...

Éramos trescientas chicas que vivimos momentos que, como dirían después algunas, "marcaron nuestros corazones..." Detrás de todo este Encuentro hubo mucha preparación, organización, y no falto aquella conquista espiritual para que la misión quedara bien clara, ya que es parte de esa herencia que nuestro nos dejó nuestro padre y Fundador.

"Previa al Encuentro"

Es por eso que este testimonio de Natalia Jara quiere expresarles algo de lo que hemos vivido. De alguna manera se asemeja a los sentimientos de todas las chicas...

Al explicar lo que significó para mi este viaje, no sería suficiente decir que todo salió súper bien, y que además de los momentos divertidos y emocionantes, hubo muchos de gran profundidad, y fueron esos momentos los que calaron hondo en mi corazón y sé que en otros más.

En mi opinión no pudo haber mejor "previa al Encuentro" que haber estado en Nuevo Schoenstatt. Era emocionante estar ahí, flores y árboles por todos lados, la imponente Iglesia dedicada a Dios Padre, el Santuario con el niño Jesús en el pesebre esperando visitas, peregrinos que iban y venían, todo eso más la presencia de las Hermanas de María que transmitían alegría y paz. Algunas de ellas paseando, otras en la cocina, en la santería, en la recepción, andando en bicicleta, cuidando el jardín, etc...

Así me di cuenta que más que la belleza física del lugar, lo que me encantó fue descubrir que la paz que experimenté se debe a todo lo que Nuevo Schoenstatt representa; esa tierra impregnada de una historia de lucha, de sacrificio, de jugarse por el ideal, de corazones encendidos, de mujeres valientes...

No pudo haber otra "previa" mejor...

¡Todas nos sabíamos hijas predilectas de nuestra MTA!

Al llegar a Chapadmalal, muy cerca de Mar del Plata, sobre la costa atlántica, nos daba la bienvenida una imagen enorme del Padre Kentenich, y apenas desviando la mirada se podía ver la playa.

Aunque todo estaba planificado, no se podía garantizar que las chicas paraguayas, uruguayas y argentinas nos integráramos de buenas a primeras. Para sorpresa mía, apenas nos conocimos, entramos en un ambiente de calidez, amistad y confianza. ¡Todas nos sabíamos hijas predilectas de nuestra MTA!. En contra de todo prejuicio sobre fanatismos nacionales, cada país tuvo su día: presentó su bandera, su ideal y sus características. Las presentaciones se desarrollaron con entusiasmo general, mucho respeto e incluso admiración. Me emocionó mucho ver que en el día que le tocaba a Paraguay todas las uruguayas y argentinas, incluyendo por supuesto a las Hermanas (que eran argentinas y paraguayas), se ponían la cintita con los colores nacionales que habíamos repartido.

No puedo dejar de mencionar los momentos más conmovedores, como la Adoración al Santísimo en la capillita que se había preparado en el sencillo hotel donde nos alojábamos, o la procesión Eucarística en Mar del Plata, que culminó con una hermosa Misa celebrada por el Obispo, Mons. Puíggari. Toda la gente que pasaba se detenía frente a la Catedral, y nos miraban con cara de asombro. Cantábamos, saltábamos, con nuestras banderas bien en alto. Habrán pensado ¡qué raro!... es que las schoenstattianas tendemos a ser expresivas de una manera tan especial... En medio de ese ruido, me sumergía en mi interior y dentro de mi silencio sólo quería decir "gracias Dios, gracias por todos tus regalos, Gracias porque nos elegiste para Schoenstatt"

Experimentar la presencia de Dios

La Santa Misa de la aurora, a las 4.30 de la mañana en la playa, la celebró el Padre Horacio de espaldas al mar, mientras las olas juguetonas iban y venían y los primeros rayos del sol, iluminaban nuestros corazones. Con todo ese espíritu... ¿quién no experimentaría la cercana presencia de Dios?, voy a tomar prestadas las palabras que una amiga dijo en otra ocasión: "¡Que vengan a decirme acá si creen que Dios no existe!" ¡Claro que existe! ¡Lo pudimos experimentar en todo momento!

En realidad no puedo decir que esta experiencia marca un "antes" y un "después" en mi vida, pero lo que sí creo es que está teniendo una proyección en mi vida diaria y también en el de muchas otras chicas. Allá sellamos un compromiso y ahora no nos es posible desentendernos más de él; y es que si en nosotras Dios prometió algo grande al mundo, más que ser el lema del Encuentro, esta frase motivó nuestro compromiso como schoenstattianas ante los demás... "pero... ¿qué prometió?". Al preguntarnos esto, en seguida hallamos la respuesta; "la santidad"... y sí,¡claro! La santidad.... Esa palabra sonaba muy fuerte y exigente para referirse como una promesa para nosotras, chicas comunes y corrientes de 17, 19 o 21 años.

Mi misión

Poco a poco todo se fue clarificando más, hasta que era posible concluir que, evidentemente, lo que se pedía de santidad era lo siguiente: que cada una de nosotras desarrolle personalmente su ser de mujer, su esencia, su vocación, el ideal para el cual Dios nos creó a cada una, única y diferente del resto. Como menciona mejor nuestro Padre José Kentenich en uno de sus escritos... "En cada uno de nosotros hay una imagen de lo que debemos llegar a ser, mientras no lo seamos, la paz no será plena"...

Así que ahora que estamos de vuelta no podemos hacer a un lado el hecho de que Dios , mediante el Movimiento de Schoenstatt, nos confió el gran regalo: ser promesa, ser mujeres valientes: toda alma, toda entrega, toda pureza, teniendo a nuestra MTA, como principal modelo y compañera de ideales.

Gracias por este don, queremos ser auténticas mujeres, promesas de santidad al mundo ¡Esta es nuestra misión!

 


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Last Update: 14.02.2006 Mail: Editor /Webmaster
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