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 published: 2006-01-13

Misionera hasta la médula

Recordando a la Hermana Maria Regina Viera y su entrega a la Campaña

Santa Maria, 1988: la Hermana Maria Regina Viera (izq.) con la Hermana M Elizabeth Parodi

Santa Maria, 1988: Sister Maria Regina Viera (left) with Sister M. Elizabeth Parodi

Santa Maria, 1988: Schwester Maria Regina Viera (links) mit Schwester Elizabeth Parodi

 

Hna. Maria Regina Viera, fallecida el 8 de enero de 2006

Sister Maria Regina Viera died January 8, 2006

Schwester Maria Regina Viera, am 8. Januar 2006 verstorben

 

Entrega para la Campaña: bendición de una Auxiliar en el Santuario Tabor, 1988

A life for the Campaign: blessing of an Auxiliary in the Tabor Shrine, 1988

Ganzeinsatz für die Kampagne: Segnung einer Auxiliar im Tabor-Heiligtum, 1988

Fotos: Crivelli © 2006

 

 

 

BRASIL, Monina Crivelli. El domingo 8 de enero partió al cielo otro de los grandes pilares de la Campaña, la Hermana María Regina Viera, 43, de Brasil. Todavía me parece recordarla en aquel mes de abril de 1988, en Santa María, adonde viajamos desde Argentina junto con un grupo de dirigentes de la Campaña para participar del primer encuentro de reflexión.

El mismo estuvo conducido magistralmente por el Padre Joaquín Alliende, y coordinado por el Padre Esteban Uriburu, el Hermano Germano Arendes y la Hermana Regina. Participaron también varios Padres que estaban de Terciado allí con el P. Joaquín, entre ellos el P. Juan Pablo Catoggio, el P. Gonzalo Castro, el P. Carlos Cox, el P. Rubens (quien sostiene en sus manos la Peregrina Original en San Pedro, en la foto famosa del viaje de don Joao a Schoenstatt y Roma) y el P. David Musgrave, de Sudáfrica.

Eran los primeros tiempos de la Campaña, don Joao había fallecido no hacía tres años, y era necesario sentar algunas bases en común entre los países donde se encontraba presente, fundamentalmente Brasil, Paraguay y Argentina.

Tenía tan clara la Campaña

Creo que si nos preguntaran qué cosas recordamos de ese encuentro tan bendecido, una de ellas sería el dinamismo y vitalidad de la Hna. Regina, que estaba en todas partes, detrás de cada detalle, brindando su aporte tan enriquecedor.

Tenía tan clara la Campaña, el lugar que ocupaba dentro del Movimiento, su rol y su misión, sus elementos centrales, su aporte a la Nueva evangelización, en fin, toda la riqueza enorme que posee la Campaña. El grupo argentino se sintió totalmente consustanciado con la manera de pensar de la Hna. Regina.

Su entusiasmo y su amor por la Campaña eran tan grandes; cuando hablaba de ella se le encendían los ojos y las palabras le salían a borbotones (a tal extremo que por momentos se nos hacía difícil entender y teníamos que pedirle que hablara "divagar", más despacio). Era como si el tiempo le quedara corto cuando se trataba de hablar y compartir todas las maravillas obradas por la peregrina. Nos transmitió la vida despertada en los misioneros, la apertura de los párrocos y el cariño que le tomaban a la Campaña al poco tiempo de trabajar con ella, su aporte a la Iglesia en su rol evangelizador, la importancia de su conciencia social, entre tantas cosas más.

Era un verdadero "motor", yendo y viniendo permanentemente ocupándose, como buena anfitriona, desde temas de organización hasta de la dinámica y marcha del encuentro. Una verdadera madre, misionera hasta la médula.

Documento de Consenso

Obviamente, a la hora de redactar el Documento de Consenso – conocido más tarde como Documento Santa María 89 al ser aprobado por varios países más al año siguiente en Santa María también – la Hna. Regina fue parte del "triunvirato" escogido para esa tarea, junto con el P. Juan Pablo Catoggio y la Hna. Elizabeth Parodi, de Argentina. Una auténtica obra de arte, donde están plasmados en forma excepcional el espíritu y la vida de la Campaña de don Joao. Cabe destacar la importancia de su participación en este equipo ya que ella era sin duda una de las máximas "conocedoras" de la Campaña. Recuerdo también especialmente, en medio de toda esa actividad, su mirada tan dulce, que era como un remanso de paz en medio de las corridas entre reuniones y trabajo en comisión, charlas y reseñas informativas, borradores y correcciones, plenarios y conclusiones.

Esa fue la primera y la última vez que la vi en mucho tiempo. Las veces que volví a Santa María en los años siguientes, ella ya no estaba allí, por lo que en cada una de estas visitas le dejé mis saludos. Aún así seguimos unidas siempre en el amor a la misión y a don Joao. Sabía que donde fuese que estuviera, llevaba la peregrina marcada a fuego en su corazón.

Marcha triunfal de la Mater

En septiembre del año 2000, durante la celebración de los 50 años de la Campaña en Santa María, salía yo del Centro Mariano rumbo al Santuario Tabor (¡"o maior do mundo" sin discusión alguna!) cuando veo avanzar hacia mí dos Hermanas, de lo más sonrientes. Cuál no sería mi sorpresa cuando descubro que quien acompañaba a la Hna. Lubia era nada menos que la Hna. Regina! Qué alegría más grande, era como si el tiempo no hubiera pasado desde 1988, la misma comunión, la misma complicidad, el mismo ardor por la misión, la misma sintonía. Aunque no participó en el encuentro y hace años que no trabajaba directamente con la Campaña, seguía vibrando por ella. Precisamente en relación a este encuentro jubilar del 2000, afirmó ella más tarde: Este Congreso ha demostrado una vez más la marcha triunfal de la Mater, de la que tantas veces habló el Padre. Para ella, la Campaña era esa marcha triunfal que el Padre anticipó y tanto anheló en sus viajes a Latinoamérica, adonde partió en busca de aliados para su misión.

Una entrega heroica hasta el último instante de su vida

Aún no sabía sobre su enfermedad, que sufría desde hacía años, aunque sí noté que sus movimientos eran mucho más pausados que antes, lo que aduje al paso del tiempo. Sin embargo el entusiasmo por la Campaña, no sólo manifestado con palabras sino delatado también por el intenso brillo de sus ojos, se mantenía intacto. En pocos minutos nos pusimos al día sobre los milagros obrados por la peregrina en todos esos años transcurridos. Le conté que en mi labor al servicio de la Campaña argentina todavía seguía descubriendo cosas que ella nos había transmitido ya en el 88, ante lo cual se sonrió con picardía. Cuánto camino recorrido de la mano de la querida peregrina...

Y de su mano partió finalmente al cielo, desde donde trabaja más que nunca por la misión. Basta decir que al día siguiente de su partida escuchó un pedido en nombre de la Campaña. Como dije al principio, se ha ido uno de los grandes pilares de la Campaña, por eso mismo creo que es un deber de justicia recordar toda la riqueza que nos brindó y el ejemplo a seguir que nos deja a todos los misioneros: su entrega heroica a la Campaña hasta el último minuto del último día de su vida.


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Last Update: 13.01.2006 Mail: Editor /Webmaster
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