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 published: 2006-01-24

La mano en el pulso del tiempo

Violencia juvenil y el desafío de la educación

Algun día... llamaremos hermano a cada hombre y será entonces que los hombres serán una familia...

One day... we will call brother and sister each person, and mankind will be a family…

Eines Tages… sagen wir Bruder zu jedem Menschen und dann wird die Menschheit eine Familie…

 

Juventud educada por la gran educadora

Youth, educated by the great educator...

Jugend in der Schule der großen Erzieherin

Fotos: Ríos © 2006

 

 

 

ROMA, P. Alberto Eronti. El Padre Fundador enseñó a la Familia que, como hijos de la fe práctica en la Divina Providencia, debíamos aprender a otear el horizonte del mundo y percibir en los sucesos "la voz de Dios". Lo sintetizó con la frase, "el cristiano ha de tener el oído en el corazón de Dios y la mano en el pulso del tiempo", idea que el Concilio Vaticano II universalizó con la expresión "signos de los tiempos". A esta realidad se refiere también la llamada "ley de la contraposición" (Gegensatzgesetz), por la cual podemos descubrir, a la luz de la fe y los sucesos del tiempo, lo que Dios pide a los discípulos de su Hijo en un momento concreto de la historia. Durante la época del Nacional Socialismo, el Padre aplicó la "ley de la contraposición" determinando estrategias y tácticas de la Familia de Schoenstatt en esos tiempos difíciles.

A la luz de lo dicho, quiero compartir el contenido de dos artículos que me enviaron desde Madrid, ambos aparecieron en la última página del diario "El País" con breve distancia de tiempo y firmados por Rosa Montero, periodista y escritora de pensamiento agnóstico. En el primero cuenta dos hechos con usos similares:

Una joven había extraído de la cuenta bancaria más dinero de lo acordado con su novio. Cuando el muchacho le comentó que pasaría por el banco a controlar el estado de la cuenta, ella no tuvo "mejor idea" que llamar al banco y avisar que se había colocado una bomba en el mismo. Naturalmente, el novio no pudo entrar.

Un muchacho que tenía un examen y no había estudiado para el mismo, tuvo la "buena idea" de llamar al colegio, advirtiendo que se había colocado una bomba y que la misma estallaría en cualquier momento. Naturalmente, no tomaron el examen. Ambos fueron detectados por la policía y detenidos.

El segundo artículo hace referencia a un acto aberrante cometido por dos jóvenes de 18 años y otro de 16. Los tres tenían antecedentes por maltrato a mendigos y emigrantes. Una noche descubrieron a una mujer que dormía en un umbral protegiéndose con cartones. Esta visión les despertó la "buena idea" de buscar un bidón con un líquido inflamable y tras rociarla le dieron fuego provocándole la muerte. Luego de la "gran obra" los dos mayores se fueron a sus casas a practicar con los video-juegos y el menor se fue a una fiesta. Detenidos por la policía declararon, "asesorados" por los abogados defensores, que no sabían que el líquido que utilizaron era inflamable, cosa que el juez no creyó.

Quienes tienen la misión de educar ...

Que cite estos hechos acaecidos en España no significa que solo ahí ocurran estas cosas, hoy sucesos similares ocurren en muchas naciones. Lo que no debiéramos es quedar ante estos hechos como simple espectadores. Algo ocurre en el ámbito de la educación, algo se ha torcido en el campo educacional y, de manera más amplia en la sociedad. Sabemos que la misión fundamental de los padres es educar a los hijos, prepararlos para la vida, enseñarles a vivir y alentar lo mejor de cada uno y procurando corregir o encauzar las tendencias negativas. En gran medida esto no es así. Tampoco es tan así en las escuelas y colegios. No es tan así en el comportamiento social de las personas, donde transgredir las normas y leyes es un uso extendido o que está extendiéndose. No es tan así en el comportamiento general de los dirigentes sean políticos, empresarios, profesionales, religiosos… El problema es que quienes tienen la misión de educar, parecen haber dimitido a la misma. Donde hay una misión puede haber una dimisión, y esto parece haber ocurrido y estar ocurriendo.

¿Son culpables de no tener un proyecto de vida?

De lo mucho que se podría decir sobre el tema, hay algo que me ha dado que pensar. Se trata de un título que leí en un diario italiano: "A los jóvenes se le da un promedio de 900 horas anuales de clases, por su cuenta ellos dedican más de 960 horas a la televisión". Se supone que en las clases son enseñados y guiados, pero no ocurre lo mismo con los programas televisivos. En general los pre-adolescentes y adolescentes ven programas con alto contenido de violencia y que potencian los métodos violentos, incluyendo la violencia erótica. ¿Qué es lo que condiciona el subconsciente de los jóvenes? Aquello que capta su interés, en este caso lo que capta su interés primario y que potencia lo instintivo y violento. Del ver algo a querer probarlo hay un paso, casi diría una necesidad creada.

Cuando contacto con padres ocupados y preocupados por la educación de sus hijos, constato en ellos una sensación de impotencia: "por mucho que nos esforcemos en casa, no controlamos la escuela y la calle, apenas – o nada – la televisión e Internet". Los jóvenes citados por Rosa Montero, ¿son simplemente culpables, o irresponsables, o víctimas? Sé que ante esta pregunta muchos reaccionan airadamente contra quien la formula. La reacción me sabe a impotencia y, en algunos casos, a incapacidad. Da la sensación que padecemos la realidad, pero no sabemos ni podemos reorientarla. Por otro lado constato en muchos jóvenes una total falta de sentido y de proyecto para sus vidas. Se vive hoy. Hay que pasarla bien hoy. ¿Son culpables de no tener un proyecto de vida? No lo creo, pero lo que sí creo es que todos ellos lo quisieran tener y no saben qué, cómo, hacia dónde caminar. Volvemos otra vez a la necesidad de los modelos.

Aseméjanos a ti...

Lo escrito no quiere ser la mera exposición de desvaríos, sino todo lo contrario. ¿Qué signo de los tiempos hay detrás de los hechos narrados? ¿Qué voz de Dios podemos oír en ellos? ¿Cómo aplicar la ley de la contraposición? La educación familiar, de las escuelas y colegios, la educación cívica y comunitaria se tambalea y muestra desorientación. Creo que tenemos aquí una oportunidad. Es como si Dios nos señalara siempre más y de nuevo la importancia de la familia y la juventud. La familia, porque es la primera escuela, el lugar donde por antonomasia el hombre aprende a ser hombre, donde incorpora y desarrolla las primeras y esenciales virtudes sociales. La juventud, porque es el tiempo del hacerse y de prepararse; para lo uno y lo otro el joven necesita atención, acompañamiento, dedicación y modelos que lo abran a los ideales y valores de la vida. Educadores que vean su misión de vida en educar. Modelos que le hagan percibir al educando que sin ideales y valores, sin utopías y riesgos nadie "saca" de sí todo el cúmulo de talentos con que ha sido bendecido. Educadores y modelos que sepan que educar es, en definitiva, "configurar" y "asemejar" a Dios, "imagen" del hombre. Quizás si hay tan poco amor, tan poca ternura, tan poca capacidad para el perdón y la misericordia, se deba a que prima la "desfiguración" y la "no semejanza".

Qué bueno sería decirle a Rosa Montero: "no se asuste, un mundo nuevo es posible, lo estamos creando y recreando cada día". ¡Que así sea!


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Last Update: 24.01.2006 Mail: Editor /Webmaster
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