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 published: 2005-11-22

Buscando un futuro

La ola de violencia juvenil en Francia, lo vivido en Ceuta y Melilla y la respuesta de Europa

 

Buscando un futuro en dignidad

Searching for a future in dignity

Auf der Suche nach einer Zukunft in Würde

Foto: Donnelly © 2005

ROMA, P. Alberto Eronti. En los últimos días he recibido algunos correos en los que me preguntan por la ola de violencia juvenil en Francia y otros países de la Unión Europea. ¿Por qué ocurre esto en el "primer mundo"? ¿Qué "ideas fuerza" hay detrás de esta acción? Quizás lo primero es decir que, aparentemente, no hay "ideas fuerza", sino desesperación y carencia de futuro. En los medios han salido artículos sobre el tema, algunos iluminan clara y dramáticamente lo que hay "detrás" de los sucesos. Lo que pareciera evidente es que no hay una "ideología", sino que se trata de un "estallido" similar a alguien que, estando demasiado tiempo bajo el agua, salta con todas sus fuerzas en busca de aire y de vida.

Inglaterra y Francia son los países con más inmigrantes. Los de Inglaterra provienen en su mayor parte de las antiguas colonias, concretamente hay mayoría pakistaní. Ha sido la segunda generación de estos últimos los que llevaron a cabo los atentados de Londres. Aquí se dice que "los gobiernos ingleses no han dado contención ni atención adecuada" a estos inmigrantes. Francia, en cambio, ha dado una atención mayor a estas minorías y les ha ido reconociendo derechos (a veces privilegios) y se los ha otorgado, ya hay – por ejemplo – una ciudad francesa con un alcalde musulmán hijo de inmigrantes. Otros países de la Unión tienen fuerte presencia de inmigrantes, de ellos quizás el que tiene más problemas latentes sea Holanda. Alemania, que ha hecho un mejor trabajo de contención y seguimiento social, España, Italia y Portugal tienen inmigrantes en número menor, pero nadie sabe a ciencia cierta cómo seguirá todo. Posiblemente las fuerzas de policía instauren otra vez el orden en las calles, difícilmente lo lograrán en los ánimos.

"Las masas hambrientas invadirán Europa"

Para ayudar a entender lo que sucede será bueno recordar algunas ideas del actual Presidente de Francia cuando era Alcalde de París. En un libro escribía entonces que Francia y Europa debía prestarle atención a los barrios pobres en los que vivían los inmigrantes, porque si no les llegaba a ellos la justicia social y la participación en la vida ciudadana, inevitablemente se produciría un estallido. Un sociólogo alemán advertía que si la Unión y las llamadas Grandes Potencias no hacían una tarea concreta y bien orientada para frenar la desertización en el norte de África y ayudar a los países de la ex Unión Soviética, "las masas hambrientas invadirían Europa" buscando lo que no tienen. Agregaba que aunque se ayudara con eficiencia a esos países, la Unión debía prepararse igualmente para recibir a muchos de ellos. ¿Qué ha pasado con estas buenas y razonables ideas? Poco y nada.

La televisión nos han mostrado en "blanco y negro" (más negro que blanco) cómo cientos de africanos – incluyendo mujeres con niños – saltaban la valla de tejido de alambre con púas en Melilla, buscando un futuro que sus países no les ofrecían. Impactaba, ya en el día, ver las heridas causadas por las púas. En el sur de Italia y España llegan las llamadas "pateras" colmadas de inmigrantes del norte de África. Algunos habían caminado más de mil kilómetros y pagado entre 800 y 2.000 dólares para cruzar el Mediterráneo en busca de un futuro. La mayoría de ellos es "devuelto" a su tierra, al no futuro. Este es un tipo de inmigrantes. Por otro lado están los de la ex Europa Oriental que tampoco encuentran su "lugar". Por fin, están los musulmanes del norte de África, Medio Oriente y más allá. Aquí, al problema común de todo inmigrante, se suma la cultura teocrática. Dice Giovanni Sartori, filósofo italiano: "La inmigración que preocupa a Europa…, es la fundamentalista. Llegan, instalan sus templos, sus centros de educación, se instalan en los mismos barrios y terminan construyendo una sociedad dentro de la sociedad que los recibe y luego la combaten. No aceptan el principio de reciprocidad. Sin este principio no hay integración y los grupos se convierten en un foco de conflictos". Si la realidad es así, es claro que se camina en la cuerda floja de la intolerancia que puede conducir a estallidos sociales cada vez más violentos.

Los que no tienen futuro

Un diario argentino publica un artículo (sin firma) referido a los sucesos de Francia, que pone en labios del historiador Timothy Garton Ash: "¿Es que el máximo de la debilidad se vuelve el máximo de la fuerza en forma violenta? Estos chicos, cuando blanden un cóctel molotov están gritando ¡Socorro!". Y a continuación afirma algo que me parece toca en gran medida el meollo del problema: "Son los desesperanzados. La segunda generación de chicos sin empleo. Los que no vieron nunca a su padre levantarse a la mañana para ir a trabajar (porque no tenían trabajo). Son los que no tienen futuro aunque estudien porque mientras solo un 5% de franceses con título está desocupado, hay un 25% de inmigrantes universitarios sin trabajo (por su apellido, color de piel o por el barrio donde viven)". Y termina el razonamiento diciendo que se da "la persistencia en el tiempo de una alta tasa de desempleo, especialmente entre los jóvenes". No quiero acumular más datos, con lo dicho es claro que la situación se presenta extremamente complicada y puede resultar dramática. La impresión es que, salvo quizás Alemania – cuya mayor inmigración es originaria de Turquía – los otros países de la Unión tienen un desafío de difícil solución. Expulsar, no soluciona nada, crea violencia y puede ser fuente de odio, más si se les dice "inmigrantes basura".

El derecho a dignidad y al hogar

Reflexionando sobre lo dicho hasta ahora me impresionan tres realidades: La incapacidad de la Comunidad de Naciones para ayudar efectivamente a las naciones subdesarrolladas; la total desesperanza que lleva a "gritar" mediante la violencia, la necesidad de futuro y el derecho que todo hombre tiene a la dignidad y al hogar. Para lo primero es poco lo que podemos hacer en lo inmediato, pero para lo segundo y tercero sí podemos hacer y mucho. Para ayudar hay que conocer y comprender al inmigrante y el por qué migró. Si no conocemos lo que a la mayoría le llevó a dejar tierra, familia, cultura…y si no comprendemos la realidad que viven, no podremos ayudarlos. Aquí en Italia conozco inmigrantes que llevan más de 20 años en el país, con documentación en regla, que trabajan sin seguro social y con bajos sueldos; si protestan la solución es fácil: se les despide. En los casos que conozco, los empleadores son "católicos" y explotadores. Lo dicho vale para todos los demás países de la Unión. Hay un problema humano elemental: se atropella la dignidad del otro mediante un simple cálculo: es un necesitado, luego hará lo que se le pida.

En cuanto a lo tercero baste recordar lo mucho que el P. Kentenich habló de que en todo hombre hay una "necesidad instintiva de tener un nido", si esta necesidad no ha sido satisfecha el hombre es presa "del desamparo y de la falta de cobijamiento", se incapacita para crear familia, no tiene hogar y su vida en un vacío agobiante y sin sentido. Me llama la atención cómo se vuelven a escuchar expresiones de los últimos Papas como si fueran lámparas que se encienden en la noche: "El progreso es el nuevo nombre de la paz", "la paz se funda en la justicia", "no hay civilización del amor sin corazones solidarios". Está ocurriendo algo sorprendente: las minorías desamparadas y humilladas ponen en jaque a los poderes de turno. La confrontación será nihilismo si no hay dialogo y voluntad de acción Hay necesidad de virar hacia un mundo más fraterno y solidario. De esto la Iglesia sabe.


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Last Update: 29.11.2005 Mail: Editor /Webmaster
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