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 published: 2005-10-16

Amar como ÉL

Eucaristía presidida por Mons. François Garnier, Arzobispo de Cambrai

 

Mons. François Garnier, arzobispo de Cambrai, con su traductor, el Padre Michael Hergl

Archbishop François Garnier, Cambrai, with his interpreter, Fr.Michael Hergl

Msgr. François Garnier, Erzbischof von Cambrai wird übersetzt von Pfarrer Hergl

 

 

SEMANA DE OCTUBRE, mkf. "Amar como Tú amas"... Una canción que se repitió continuamente durante el Festival de la Juventud en las celebraciones nocturnas de la Alianza de Amor en el Santuario original. Amar como Tú amas, Jesús. Amar como Él ama: este fue el tema de la homilía de Mons. François Garnier, Arzobispo de Cambrai, en la solemne Sta. Misa del domingo 16 de octubre, aniversario de la elección de Juan Pablo II como sumo Pontífice, ocurrida hace 27 años también durante una Semana de Octubre. El coro acompañado por el órgano y la flauta traversa, la gran cantidad de sacerdotes, la presencia del Arzobispo y como regalo especial la recepción de la Eucaristía bajo las dos especies, hicieron de esta celebración una digna fiesta de cierre del Año de la Eucaristía, mientras está reunido el Sínodo de los Obispos en Roma.

El Arzobispo de Cambrai está en Schoenstatt desde el pasado viernes. Deseaba conocer Schoenstatt: la presencia del Santuario de la Unidad en su arzobispado y el encuentro con José Engling despertaron su interés y el deseo de experimentarlo más de cerca. En este domingo presidió la celebración de la Eucaristía dominical en la que hizo una meditación bíblica a partir de las palabras "Amar como ÉL" en las que recogió palabras de Jesús.

"Mira como he amado a Mateo, el banquero y recaudador de impuestos; él no puede creer que yo lo haya llamado e invitado a dejarlo todo y seguirme. Lo hice, y lo llamé.

Mira como llamé a Zaqueo. Él no podía creer que yo me invitaría a su casa. Lo hice, y Zaqueo repartió entre los pobres una gran parte de sus bienes.

Mira como amé a la samaritana; ella no podía creer que un hombre pudiera despertar en ella el anhelo por la vida.

Mira como amé a la adúltera; ella no creía que un judío protegiera su vida.

Mira como, ya crucificado, amé al buen ladrón: él no contó con que yo le diría ‘Hoy estarás conmigo en el Paraíso’.

Mira como amé a Pedro a pesar de que me negó; mira como amé a Pablo a pesar de la violencia con la que trataba a los discípulos. Mira como también amé a Judas a pesar de su traición.

Y mira como los amo a todos ustedes, a todos los que están aquí. Quizás ustedes no crean que todos están llamados a la santidad, que todos estamos invitados a ser santos...

Ámense unos a otros como yo los he amado, sin tener en cuenta la raza, la nacionalidad, la religión. Ámense como yo amo, aprendan de mí a dar sin medida, sin cálculo... En Schoenstatt reciben todo para seguir el llamado, para amar cómo Él".

José Engling amó como Jesús

¿Es posible que llegue a Schoenstatt un Arzobispo de Cambrai y no hable de José Engling? No. Mons. Garnier dijo con visible respeto y alegría: "Como Arzobispo de Cambrai descubrí en los últimos meses su maravillosa historia. Me imagino a José Engling como un niño de doce años, que ya en 1910 tenía su diario espiritual, y que a los 14 años se decidió a ser sacerdote. Un joven que a los 16 años hizo la Alianza de Amor con la Mater después de haber escuchado al Padre Kentenich. Así fue co fundador de la Obra de Schoenstatt. A los 17 años, en 1915, fue prefecto de la Congregación menor, a los 18 años fue convocado al servicio militar en un país en guerra, a los 19 años estaba en el frente ruso, a los 20 en Verdún, en Ypres y en Bethune. Conoció el espanto de una violencia brutal, rezó mucho, rezó el rosario, participó siempre en la Santa Misa, cuidó a los heridos, sepultó a los muertos, buscó la comida bajo el fuego de la artillería... "Amó como Jesús", dijo finalmente Mons. Garnier.

El Arzobispo recordó también al Padre Kentenich y su histórica Alianza del Amor del 18 de octubre de 1914. Su amor a María fue probado durante la persecución del nacionalsocialismo, en la prisión en el bunker de Coblenza, la deportación a Dachau, en los casi cuatro años que estuvo preso allí. Se comprobó su fidelidad en la visitación del episcopado, en el tiempo del exilio, en los catorce años que estuvo separado de su Obra. "Sí, realmente él amó a la Iglesia, tal como está grabado en su sepulcro: Amó a la Iglesia".

¿Cómo contribuyo a la presencia de Dios en el mundo?

Recordó las palabras del Papa Benedicto XVI en la vigilia del Campo de María, las palabras sobre el inerme poder del amor: habló desde la colina donde estaba el altar. Tenía ante él un millón de frágiles estrellas: las velas en las manos de los jóvenes. Los Reyes Magos, dijo el Papa, "debían cambiar su idea sobre el poder, sobre Dios y sobre el hombre y, con ello cambiar también ellos mismos. Ahora habían visto: el poder de Dios es diferente al poder de los grandes del mundo... Al poder estridente y pomposo de este mundo, Él contrapone el poder inerme del amor, que en la Cruz – y después siempre en la historia – sucumbe y, sin embargo, constituye la nueva realidad divina, que se opone a la injusticia e instaura el Reino de Dios... Los personajes que venían de Oriente, con el gesto de adoración, querían reconocer a este niño como su Rey y poner a su servicio el propio poder y las propias posibilidades, siguiendo un camino justo.

Sirviéndole y siguiéndole, querían servir junto a Él la causa de la justicia y del bien en el mundo. En esto, tenían razón. Pero ahora aprenden que esto no se puede hacer simplemente a través de órdenes impartidas desde lo alto de un trono. Aprenden que deben entregarse a sí mismos: un don menor que éste es poco para este Rey. Aprenden que su vida debe acomodarse a este modo divino de ejercer el poder, a este modo de ser de Dios mismo. Han de convertirse en hombres de la verdad, del derecho, de la bondad, del perdón, de la misericordia. Ya no se preguntarán: ¿Para qué me sirve esto? Se preguntarán más bien: ¿Cómo puedo servir a que Dios esté presente en el mundo? Tienen que aprender a perderse a sí mismos y, precisamente así, a encontrarse a sí mismos. Saliendo de Jerusalén, han de permanecer tras las huellas del verdadero Rey, en el seguimiento de Jesús..."

Continuó en francés: Los Magos que vienen de oriente son sólo los primeros de una larga lista de hombres y mujeres que en su vida han buscado constantemente con los ojos la estrella de Dios, que han buscado al Dios que está cerca de nosotros, seres humanos, y que nos indica el camino. Es la muchedumbre de los santos – conocidos o desconocidos – mediante los cuales el Señor nos ha abierto a lo largo de la historia el Evangelio, hojeando sus páginas; y lo está haciendo todavía. En sus vidas se revela la riqueza del Evangelio como en un gran libro ilustrado. Son la estela luminosa que Dios ha dejando en el transcurso de la historia, y sigue dejando aún... Basta pensar en figuras como san Benito, san Francisco de Asís, santa Teresa de Ávila, san Ignacio de Loyola, san Carlos Borromeo, a los fundadores de las órdenes religiosas del siglo XVIII, que han animado y orientado el movimiento social, o a los santos de nuestro tiempo: Maximiliano Kolbe, Edith Stein, Madre Teresa, Padre Pío. Contemplando estas figuras comprendemos lo que significa «adorar» y lo que quiere decir vivir a medida del Niño de Belén, a medida de Jesucristo y de Dios mismo.

En la procesión de los Santos: José Kentenich, José Engling, Carlos Leisner...

Los santos, hemos dicho, son los verdaderos reformadores. Ahora quisiera expresarlo de manera más radical aún: sólo de los santos, sólo de Dios, proviene la verdadera revolución, el cambio decisivo del mundo... No son las ideologías las que salvan el mundo, sino sólo dirigir la mirada al Dios viviente, que es nuestro creador, el garante de nuestra libertad, el garante de lo que es realmente bueno y auténtico. La revolución verdadera consiste únicamente en mirar a Dios, que es la medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es el amor eterno. Y, ¿qué puede salvarnos, si no es el amor?"

En esta procesión de los santos, continúo diciendo el Arzobispo, están seguramente José Engling, el Padre Kentenich, Carlos Leisner y muchos otros miembros de la Familia de Schoenstatt. Ellos, tal como Edith Stein, Maximiliano Kolbe, Marcel Caló, Dietrich Bonhöffer, son las más hermosas estrellas de la bandera de Europa, de todas las banderas del mundo. Ellos nos preceden y es válido seguirlos. Amemos como ellos, como Jesús, con "el poder inerme del amor".

Traducción: aat, Argentina

 

 

Santa Misa en la Iglesia de la Adoración

Holy Mass in the Adoration Church

Eucharistiefeier in der Anbetungskirche

 

Cierre del Año de la Eucaristía en Schoenstatt

Closing of the Year of the Eucharist in the Adoration Church in Schoenstatt

Abschluss des Eucharistischen Jahres in der Anbetungskirche in Schönstatt

 
   

Coro de las Hermanas de Maria

Choir of the Schoenstatt Sisters of Mary 

Der Chor der Marienschwestern gestaltet die Messe musikalisch

 

 

Mons. François Garnier durante la predica

Archbishop François Garnier during the sermon

Msgr. François Garnier bei der Predigt

 

 
   

P. Penners: Agradecimiento

Fr. Penners thanks the archbishop

Pater Penners dankt Erzbischof Garnier für sein Kommen

 

Mons. François Garnier agradece a sus „arcangeles“ Miguel y Miguela (Michela) para su traducción

Archbishop François Garnier thanks his „archangels“ Michael and Michela for their translation

Erzbischof Garnier dankt seinen "Erzengeln" Michael und Michela für die immerwährende Übersetzung

 
   

Oración en la tumba del Padre Kentenich

Prayer at the tomb of Father Kentenich

Besinnung am Grab Pater Kentenichs

 

 

Encuentro despues de la Misa: menos mal que hay Schoenstattianos que hablan francés

Meeting after the Mass: good that some Schoenstatt people know French

Begegnung nach der Messe: Schön, dass es auch Schönstätter gibt, die französisch sprechen

 

 

 

 

 

Fotos: POS Brehm © 2005

 
       

 


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Last Update: 20.10.2005 Mail: Editor /Webmaster
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