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15 de agosto: Cuarenta años del Santuario en La Plata August 15: Fourty years of the Shrine in La Plata 15. August: vierzig Jahre Heiligtum in La Plata |
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Los misioneritos de la Campaña celebran The little missionaries of the Campaign celebrating Auch die kleinen Missionare der Kampagne feiern |
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Torta de cumpleaños Birthday cake Geburtstagstorte |
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El Santuario, con la nueva entrada The Shrine with the new entrance Das Heiligtum mit dem neugestalteten Eingangsbereich |
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Encuentro con el Obispo Meeting with the Bishop Begegnung mit dem Bischof |
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Bendición de la entrada Blessing of the entrance Segnung des neuen Zugangs |
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La familia celebra The family celebrates Die Familia feiert Fotos: Lombardi © 2005 |
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ARGENTINA, La Plata, Graciela y Juan Carlos Lombardi. Han pasado ya 18 días desde la bendición del nuevo portón de entrada al Santuario. Fueron días de desaceleración y de regresar al ritmo de vida más normal, ya que las semanas previas al Encuentro Nacional de Pastoral, Novenario, Jornada de la mujer, Jornada joven, fueron de un trabajo intenso, sin pausas. Al paso del tiempo y al peregrinar una y otra vez al Santuario – ¡qué sorpresa fue ver todo tan vacío, tan en silencio! – inicié la tarea de revivir, de volver a gustar lo que fueron esos días de gracia y de fuego.
Todo acontecimiento importante requiere de una larga preparación. El hecho en sí es comparativamente breve, por lo que en "el después" se hace fundamental "ponderar" lo guardado en el corazón y en la mente, según el "uso" de María que nos enseña el Evangelio.
"Encended a la Iglesia con el fuego de María".
La noche del día 6 tuvo su "magia", cuando veía a los representantes de tantas diocesis entrar a la Casa de la Familia como "a su casa", pensaba en las palabras de Juan Pablo II: "La Iglesia debe ser la casa de todos los hombres y de cada hombre". Cuando la noche cayó, se formó más familia (¡hasta un Padre bailó un malambo!).
El día 15 cuando vivíamos la Sta. Misa en la catedral, recordé espontáneamente el "mandato" de nuestro Padre: "Id y encended el mundo". Hace tiempo aprendí que orar en un lugar es poseerlo, creo que aquel día se nos dio la posibilidad de poseer más a la Madre Iglesia y ser poseídos y abrazados por ella. La Familia estaba reunida y María, la Madre de Jesús, ocupaba el centro alentando y sosteniendo nuestra oración. Las lenguas eran varias, pero todos entendíamos el lenguaje del corazón. El fuego se hizo Santuario en el corazón de la Iglesia. Fue como si el Padre nos dijera: "Encended a la Iglesia con el fuego de María".
Promesa-regalo de la Familia al Padre
El día amaneció soleado. Llegué al Santuario a las 9 hs., en ese momento las únicas personas que se veían, eran los que tenían diferentes tareas y encargos que realizar.
Hacia las 11,00 comenzaron a llegar los primeros ómnibus: eran nuestros hermanos de las diócesis vecinas que madrugaban para "estar" en el lugar y comenzar a vivirlo. Poco después la entrada de gente fue incesante. El sol todavía estaba, pero comenzó a soplar un viento suave, que anunciaba lluvia. A la hora indicada unas 1.000 personas estaban en la Catedral para vivir la ceremonia del cuadragésimo aniversario de la bendición.
Lo importante es el hecho que nos reunía: los 40 años de la bendición del Santuario, promesa-regalo de la Familia al Padre y que él aceptara con alegría, incorporándolo en su visión y estrategia para que la Familia sirviera con amor a la "Iglesia de las nuevas playas". La construcción de este Santuario, como la liberación del Padre de su exilio, ocurrió de tal manera que nadie puede dudar que fue iniciativa de la Madre tres veces Admirable. ¡Más de 40 años esperando este día! Fue como si la Familia hubiese sido llamada a cruzar su Mar Rojo y atravesar su Sinaí, hasta poder entrar a la tierra prometida. Lo que vivimos aquel día quedará en la memoria de todos los presentes como un día de gracia: María descendiendo a su Santuario de la Liberación del Padre; la Iglesia, representada en la jerarquía, y en el pueblo de la alianza, recibiendo a la Madre y Educadora con amor y esperanza.
Algunos de los que estuvieron en 1965, agregaron: "Aquella vez fue algo más ‘nuestro’ en el corazón de la Iglesia, esta vez no: vinimos para la Iglesia, vinimos para decirle que la amamos con el corazón de María, que la amamos con el amor de nuestro Padre". No podría decir yo nada más claro que estas palabras oídas al anochecer: las palabras del Arzobispo, Mons. Héctor Aguer, confirman esta sensación fuerte dejada por el Espíritu. Se dirigió cálidamente al Movimiento de Schoenstatt, destacando la importancia del Santuario como fuente de gracias y agradeció la ayuda prestada por los integrantes del Movimiento a la arquidiócesis y destacó su labor apostólica.
Palabras que encierran una exigencia de fidelidad al Fundador y por eso a la Iglesia. El pedido que Schoenstatt asuma una clara responsabilidad por el mundo y la realidad social. La referencia a la familia y, con ella, al Santuario del Hogar.
Remar mar adentro...
Creo, firmemente que lo vivido entre los días 6 al 15 de agosto señala un "punto de inflexión". Lo formulo con mis palabras: Si el primer siglo schoenstattiano fue, por la misteriosa conducción divina, un tiempo "hacia dentro" en la formación de la Familia, el segundo siglo de Schoenstatt parece estar llamado a ser un profundo y comprometido, "Dilexit Ecclesiam". Descifrar cómo concretar este amor, será hacer de María y el Padre Fundador en el interior de cada uno y de todos los hijos de Schoenstatt; como también nuestro esfuerzo alegre y esperanzado para encontrar los caminos de nuevo y fecundo amor. "Alegres por la esperanza y seguros de la victoria, con María hacia los más nuevos tiempos".
Abramos las puertas de nuestro Santuario y de nuestro corazón a la gran ciudad, "liberemos el carisma del Padre Fundador ".
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