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 published: 2005-09-02

Soy un pobre y humilde trabajador en la viña del Señor

¿A qué nos invita y llama Benedicto XVI?

 

Benedicto XVI: Tenemos en él un colaborador de Jesucristo

Benedict XVI: He is a co-worker of Jesús Christ

Benedikt XVI: Wir haben in ihm einen Mitarbeiter Jesu Christi

 
 

Durante la JMJ

During World Youth Day

Beim Weltjugendtag

Fotos: Weltjugendtagsbüro Köln © 2005

 
   

ROMA, P. Alberto Eronti. En los meses de julio y agosto he hablado con muchas personas y en lugares muy diferentes, muchos me han preguntado por "la imagen del Papa Benedicto XVI", o "cómo va apareciendo su pensamiento a medida que van pasando los primeros meses de su pontificado". He seguido los artículos de algunos "vaticanistas" serios y también el comentario de algunos teólogos en publicaciones italianas como españolas. Voy a hacer un resumen de lo que he descubierto como coincidencias mayores, siguiendo, como base, algunas intuiciones de Olegario González de Cardenal, teólogo de Salamanca.

Para entender mínimamente al Papa Benedicto XVI, hemos de tener en cuenta la persona que tuvo una influencia decisiva en sus años juveniles. Se trata de quien fuera el guía espiritual de la juventud católica alemana en los años previos a la segunda guerra mundial: el teólogo Romano Guardini, quien, aún más después de la guerra, se convirtió en el gran pedagogo de una generación tentada por la desesperanza. Eran los años de las democracias amenazadas por el olvido de la verdad, y de los fascismos decididos a hacer de una idea, un mito, una raza o una utopía, el criterio de la existencia, convirtiéndolo en ídolo que pretendía sustituir al Dios vivo y verdadero. El joven Josef Ratzinger nunca olvidó aquellas enseñanzas.

Benedicto XVI se ha presentado ante la Iglesia y la humanidad con palabras profundamente evangélicas: "Yo soy un pobre y humilde trabajador en la viña del Señor". No manifiesta tener pretensiones personales, sí la voluntad de cumplir la misión para la cual ha sido elegido. Por eso mismo ha afirmado claramente: "Yo no tengo ningún programa personal". Pero a la vez ha anunciado algunas de sus prioridades: la unidad de los cristianos, la atención de la juventud, la promoción de la fe, el renovado anuncio del Evangelio en Europa, el diálogo con las grandes religiones del mundo.

Si Juan Pablo II era un hombre de masas, con su vocación de actor recuperada desde el Evangelio y con una enorme capacidad de encender los corazones y arrastrar adhesiones, Benedicto XVI prolongará su intención en formas propias. Es menos emocional y más analítico; menos personal y más objetivo, menos preocupado por sí mismo como mensajero y más preocupado por el mensaje que quiere transmitir, para que los oyentes no se queden prendidos a sus gestos sino que queden referidos al Evangelio y orientados a la persona de Cristo y su mensaje. ¿A qué nos invita y llama Benedicto XVI? Da la impresión que podemos ya detectar algunos de sus acentos, dadas las coincidencias que encuentro en las diversas publicaciones:

La verdad.

Los hombres venimos de más allá de nosotros mismos. Estamos precedidos y excedidos por el amor infinito y la gracia. Esta verdad, para el creyente, tiene un nombre: Dios. Y un rostro vivo: Jesucristo. Esta verdad es tal que rechaza todo relativismo y se constituye en la única opción del hombre que busca el sentido de su vida. ¡Cristo nuestra vida! Por eso nos dice el Papa, con sencillez y sin atropellos que solo en Cristo está la luz y todo lo demás, salvo que esté adherido a él, es tiniebla. Igual que Pablo VI y Juan Pablo II, Benedicto XVI nos presenta la certeza y verdad de la Iglesia: Cristo. Cristo que no nos quita nada, sino que nos abre a la plenitud y a la felicidad.

La libertad.

Ella es nuestra suprema necesidad a la vez que nuestra suprema dificultad. Anhelamos la libertad, pero por nosotros mismos no somos capaces de alcanzarla. Solo donde un amor precede y acompaña, crece la verdadera libertad. Y solo donde el Dios vivo se hace compañero y amigo del hombre, éste identifica los ídolos, es capaz de percibirlos y dominarlos y, por ende, es realmente capaz de ser libre.

El seguimiento de Cristo.

La homilía que Benedicto XVI pronunció en los funerales de Juan Pablo II era una repetición de las palabras de Cristo dirigidas a Pedro: "Tú, sígueme". Benedicto XVI ofrece la figura y el mensaje de Jesús como exponente de luz y gracia, belleza y dignidad. En él refulge un fulgor de vida suprahumana; esa de la que todos los hombres tenemos necesidad. Pero, con gran realismo sobrenatural, también nos recuerda uno de los textos más exigente del Evangelio: "Quien pierda su vida por mí, la gana; mientras que quien retiene su vida, la pierde". El Papa nos recuerda que Cristo nos pide la vida no para retenerla raptándola, sino para arrancarnos a nuestros abismos y tentaciones, ayudándonos a ponerla en la luz y la gloria de Dios.

El servicio del prójimo.

La cultura moderna, desde el siglo XVIII ha llevado a cabo grandes conquistas en el orden de la justicia y de la emancipación de la persona. Cada uno ha visto afirmada su dignidad como fin y no como medio, aun cuando todavía millones de hombres y mujeres son esclavos de poderes degradadores. Pero esa libertad que nos es presentada como una conquista irrenunciable, no puede ser el pretexto para el egoísmo, la insolidaridad y el olvido del otro; a la vez que debe ser extendida a todos. No hay individuo sin prójimo y no hay autonomía moralmente legítima sin responsabilidad social y comunitaria. El hombre se define como prójimo responsable hasta encargarse y cargar con su hermano. Esa es su verdadera autonomía como persona. Cristo fue un servidor, se hizo "prójimo" de cada hombre y por cada uno dio su vida.

La esperanza.

Lo real no se identifica con lo visible, ni el tiempo que tenemos a nuestra mano con las posibilidades del hombre. Estamos llamados a más de lo que nuestras fuerzas alcanzan, porque la promesa de Dios va más allá de nuestros deseos. Por eso no hemos de dejarnos encerrar en lo que este mundo engendra, ofrece o promete. Los futuros que nosotros podemos construir son a la medida de nuestra finitud. Pero estamos hechos a imagen de Dios para llegar a ser semejantes a él. Y Él es nuestro futuro absoluto.

Nada de lo dicho es nuevo en el pensamiento del Papa, los muchos libros de él que pueblan las librerías son la prueba ineludible de un pensamiento coherente y largamente desarrollado. No es de extrañar que el Papa Benedicto dijera ya en sus primeras manifestaciones: "¡Qué bello es ser cristiano!" A lo que agregó con una particular energía: "Cristo no coarta la libertad de nadie. El Evangelio no es un texto de prohibiciones, sino una invitación a vivir, a vivir plenamente y ser feliz con y desde lo mejor que el hombre tiene como don de Dios: libertad para el amor". Todo parece indicar que en estos meses de pontificado, el Papa ha levantado con intensidad renovada la única bandera del Evangelio: Jesucristo, Evangelio del Padre, la Verdad de Dios y del hombre. Sabemos que está preparando su primera Encíclica, veremos si lo dicho coincide con ella.

Una noticia

Desde hoy, 2 de septiembre, hasta el domingo próximo, el Papa reunirá en Castelgandolfo aquellos exalumnos que realizaran con él su tesis doctoral. Entre los participantes estará el Dr. P. Michael Marmann (Padre de Schoenstatt, anterior superior general de su Instituto).



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Last Update: 09.09.2005 Mail: Editor /Webmaster
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