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 published: 2005-09-20

Naturalmente, sembradora silenciosa

Gracias, Hna. María Celia Klein... mil gracias

 

En una Jornada en Nuevo Schoenstatt

At a National Convention in Nuevo Schoenstatt

Bei einer Landestagung in Nuevo Schoenstatt

Foto: Crivelli © 2005

Hna Celia, en Solaz de Maria

Sister M Celia in Solaz de Maria

Schwester M. Célia in Solaz de Maria

Foto: Lopez Ruiz © 2005

 

Hna. M. Celia en una jornada en Corrientes

Sister M. Celia at a meeting of the Campaign in Corrientes

Schwester M. Celia bei einem Treffen der Kampagne in Corrientes

Foto: Crivelli © 2005

 

 

 

ARGENTINA, Melba López Ruiz. Partió su alma en este primer viernes de septiembre, y la noticia sobrecogió a quienes la conocimos durante muchísimos años, aquí en Corrientes, y en Resistencia; en Formosa y en Ituzaingó; en Paso de la Patria y en Barranqueras; en Oberá, y en toda su tierra misionera.

En todos los horizontes, como un lento y apesadumbrado aletear llegó esta noticia. Lejos, y ya imposibilitados de llegarnos a despedirla, ensayamos en el alma las sentidas plegarias, que nos habrán transformado en una fuerte y amplia cadena de reconocimiento y honor a su siembra.

En la tierra del Santuario Nacional, en un terruño privilegiado, "Dios acercó el cielo a la tierra"-como dice un sacerdote amigo- y la querida Hna. Celia partió como había vivido. Silenciosa, con poco bullicio y con ese esbozo de sonrisa, que mostraba siempre del candor de la niñez en su rostro maduro, seguramente partió como ella fue.

Primeros pasos en Corrientes

Su primera vinculación en Corrientes, al terminar la década del 80, fue con la Comunidad de Santa Teresita, Ermita Nuevo Belén. Pero cuando llega el Padre Esteban Uriburu, y enciende las almas marianas, en una corriente inigualable de crecimiento de la Campaña del Rosario, ésta que había surgido en diferentes comunidades, que no se conocían entre sí, requiere de un Equipo Coordinador de todas esa "iniciativas" de la MTA. La Hna. Celia pasa a ser Asesora del Equipo que lidera Ana María de la Torre, como primera Responsable, y guía con el P. Esteban el crecimiento "explosivo" como él mismo manifestaba - de la Campaña.

En la Hna. Celia, la Campaña tuvo una entusiasta difusora, una amiga, una incansable sembradora, que silenciosamente proponía, y como veía los corazones encendidos, encontraba la manera de sugerir, para que "las huestes de la Madre Victoriosa avancen" le decíamos un poco en broma y un poco en serio.

Conoció familias, conoció niños, abuelos, hogares...

Nos sentíamos sus alegres aprendices. Recorríamos barrios, escuelas, instituciones oficiales y privadas, visitábamos párrocos, pequeñas capillas, enfermos, calles alejadas y zonas que descubríamos juntos. Nunca la escuchamos cansada, aún cuando su rostro denotaba el ajetrear de una Jornada… siempre animosa y sonriente. "¿Será que podemos seguir?", nos preguntaba, y nosotros jamás diríamos que no. Avanzábamos. Era el empuje para esos años de descubrimiento y siembra, de fragor, con encuentros regionales, que marcaron vínculos para siempre. Los versos de la canción "Madre Peregrina" eran entonados desde el mismo corazón, y nos aliaban unos con otros, conocimos así, junto a ella inolvidables momentos de fraternidad y entrega generosa. También de complicidad ante los imprevistos, que movían a bromas y risas.

Alrededor de cincuenta imágenes misioneras inauguraron aquel despegue, al mes siguiente llegaba la querida Hna. Celia con José y Lili Fellermaier, que la traían en su auto, y llegamos a 100 y luego a 200, y más. Empezaron las imágenes de marcos de madera más clara, "rubias como la tierra misionera"...En Misiones hay muchos descendientes de inmigrantes del norte de Europa: Suecia, Dinamarca, Polonia, toda gente rubia. Y cada año más. Y nuevos viajes, y esperas en las rutas para tomar micros para llegar a nuevas localidades, nosotros acompañábamos. "¡Nos esperan en Paso de la Patria!!!"…"Vamos", nos respondía ella.

A veces de madrugada con lloviznas frías, a veces en tardes calurosas de este suelo correntino, llegaba y partía. Compartía con nuestros hijos, disfrutaba de las familias, que no le dábamos respiro; preguntaba por unos y otros, conoció niños, que hoy son jóvenes. Conoció abuelos que ya no están, conoció los hogares que se aliaban a la Madre Reina y Victoriosa.

"Nos alfabetizó en lo propio de Schoenstatt"

Cuando transmitimos a los nuestros: "falleció la Hna. Celia"… no hubo mucho que explicar, era alguien familiar. Miramos sus caras, pensativas. "La Hna. Celia" pausadamente repitieron en voz más baja. Adivinamos en los ojos cierta añoranza por aquello tan rico que se vivió, ese indeleble recuerdo que no se borrará jamás.

Las misioneras y misioneros surgían, mejor dicho florecían, y la sonriente jardinera cuidaba de todos y cada uno, encomendándoselos a la MTA. Con paciencia infinita nos enseñaba "un particular abandono en la Divina Providencia" con la oración de Confianza. Nos alfabetizó en lo propio de Schoenstatt.

El Padre Esteban dejaba sus prédicas y los consejos, para una creciente pero lenta convivencia y entendimiento entre grupos. La Hna. Celia, dulce y maternal, conciliaba a sus hijos, y nos recordaba a todos los consejos recibidos: "qué haría María si tuviera que.".

Su entrega y sabiduría simple unificó muchos corazones, y ayudó a perfilar con fuerza no sólo la Campaña sino la Familia de Schoenstatt de Corrientes.

Ese encanto sutil de ser misionero

Nos vinculó al Santuario de Oberá. Cómo olvidar aquellas peregrinaciones de cierre de noviembre de cada año… un desayuno junto al Santuario, y partíamos al campito de las Hermanas. Llegamos a ser tantos micros, que debían quedar en la ruta… el "campito" quedó chico. ¡Cuánta fecundidad nos mostraba Dios!!!

Éramos tan principiantes que, muy sabiamente, nos relataba anécdotas del Padre Fundador, y así nos dejaba la inquietud por saber más sobre el Profeta de María. Del libro Hacia el Padre, tomaba espontáneamente oraciones. Cuánta filialidad ejercitada, y grabada en nuestros corazones, que buscaron imitar esa actitud.

Descubrimos de su mano más de aquel Don Joao que nos retratara el P. Esteban; conocimos Santa María y el Santuario Tabor; a las hijas de Pozzobon, Ely y Vilma. La Peregrina Auxiliar, y la apertura del Proceso de Canonización de Don Joao. Para todo nos animaba y alentaba.

Ese mundo fascinante y único, que encierra la Campaña del Rosario, fue captado sin muchos artilugios por la Hna. Celia. Desde su sencillez, desde su perseverancia, descubrió ese "encanto sutil" de ser misionero, y así lo transmitía.

En su quehacer podía ser: suave consejera, formadora, descubridora de nuevos misioneros, disertante, atenta escucha, y la incansable y sencilla docente que disfrutaba de sus alumnos, como una madre de sus hijos.

Mes aniversario de la Campaña, mes de su partida

Fueron muchos años en que la Hna. Celia alentó y cuidó con esmero el crecimiento de una comunidad que hoy siente su partida. Podemos decir: "nos conoció a todos como nadie". Seguimos su recorrido por otros lugares, y cuando como OF llegamos al Santuario de Tuparendá, estaba sonriente esperándonos con los hermanos de Asunción.

En un viaje a Nuevo Schoenstatt, vimos esa figura de una Hermana que avanzaba con dificultad, "nuestra Hna. Celia"… le dijimos con emoción, y ella con esa distancia que guardan sabiamente las Hijas del Padre, sólo sonreía. Insistimos para tomarle una foto. "Le debemos un testimonio"…y ella minimizando su formidable siembra, nos pedía: "No escriban nada, sólo para que en Corrientes vean que estoy bien". Ahí en Solaz de María nos despedimos.

Así escoltada por el Padre y María habrá llegado al Corazón de Jesús, en este primer viernes de septiembre, mes de aniversario de la Campaña del Rosario, mes de su partida.


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