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 published: 2005-07-08

Homenaje al Padre en el dia de su ordenacion

Impresiones de la ordenación sacerdotal de dos nuevos Padres de Schoenstatt en Nuevo Schoenstatt

Primizmesse von P. Andrés Rodriguez

Primera Misa del P. Andrés Rodriguez

First Mass of Fr. Andrés Rodríguez

Primizmesse von P. Andrés Rodriguez

Foto: Piedrabuena © 2005

 
Primiz im Heiligtum von Villa Ballester, mit großer Beteiligung der Schönstattfamilie  

Primera Misa en el Santuario de Villa Ballester, en presencia de la familia de Schoenstatt

First Mass at the Shrine in Villa Ballester, in presence of the Schoenstatt family

Primiz im Heiligtum von Villa Ballester, mit großer Beteiligung der Schönstattfamilie

 
Ein Moment tiefer Dankbarkeit  

Un momento de gratitud

A moment of gratitude

Ein Moment tiefer Dankbarkeit

 
Gabengang: Alfredo und Odette Vallendor, Schönstattpioniere in Argentinien, mit dem Neupriester  

Ofrenda: el matrimonio Vallendor con el neo-sacerdote

Offering: Alfredo and Odette Vallendor with the newly ordained priest

Gabengang: Alfredo und Odette Vallendor, Schönstattpioniere in Argentinien, mit dem Neupriester

 
Gabengebet

Oración

Prayer

Gabengebet

 
Fraude bricht sich in langem Applaus Bahn  

La alegría se expresa en aplauso

Joy breaks into applause

Fraude bricht sich in langem Applaus Bahn

Fotos: Crivelli © 2005

 
Primizsegen  

Bendición

Blessing

Primizsegen

Foto: Piedrabuena © 2005

 

 

 

ARGENTINA, mlr. "Finalmente llegó el momento anhelado, después de años de espera y oración. Momento en que la Iglesia del Padre estalló en una cerrada ovación que duró largos minutos, dando rienda suelta a la alegría y la emoción, mientras los Padres de Schoenstatt saludaban con un abrazo a sus nuevos cohermanos. Ver a los dos neosacerdotes revestidos en el altar, como concelebrantes, fue la culminación de ese sueño hecho realidad, para ellos y para la Familia, así como para la Iglesia también, enriquecidas hoy con dos nuevos Padres de Schoenstatt" – dice la nota sobre la ordenación sacerdotal del P. Andrés Rodríguez y el P. Tommy Nin Mitchell el 25 de junio pasado. En el siguiente testimonio, escrito 10 días más tarde, resuena aún el eco de ese aplauso interminable. A través de este artículo, vaya nuestro homenaje y gratitud al Padre Kentenich en un nuevo aniversario de su ordenación sacerdotal.

El día anterior, 24 de junio, se celebró la festividad de San Juan Bautista, quien precedió a Jesús en su vida y lo anunció; y en el ánimo de quienes llegábamos desde lejos, tal vez esa víspera nos preparó para el encuentro con quienes pasarían a constituirse en los discípulos del Señor. Esa era la certeza que el alma alimentaba: la vivencia de una Celebración que conmovería hondamente: nuevos trabajadores para los campos del Padre, que elegidos especialmente como sus propios Apóstoles, se encarnaban en la imagen de los dos jóvenes a punto de ordenarse.

La Iglesia de Dios Padre tiene la austera imagen de los ambientes despojados de lo mundanal, los bancos y sus reclinatorios de madera clara - como dice la noticia del día - estaban atestados de personas; el murmullo por momentos crecía, y se escuchaban saludos, encuentros... era el "sonido de la vida" que desbordaba el ámbito sagrado, sin llegar a la irreverencia. Los cánticos serenaron la efusividad, y el eco de dulces sones se repetía en la clara piedra de pisos y paredes, que como un transparente símbolo de la fortaleza de la Fe, ofrece un marco de solidez paternal en esa Iglesia.

Donación ilimitada a Dios, acompañada con lágrimas de emoción

Empezaron a ingresar los sacerdotes, y las columnas de nuestros Padres de Schoenstatt siempre se convierten en el testimonio vivo y contundente del: "SÍ, PADRE, VAMOS CONTIGO". No es un grupo en marcha, no; ellos avanzan y lo hacen de tal manera que reviste la forma de proclama, tienen la facultad de representar por su sostén y aplomo, por la unción y entrega, el "sacerdocio" del Padre Fundador.

Se fueron ubicando en torno a la Mesa del Altar, precedidos por Monseñor Stockler. Los dos jóvenes quedaron de pie frente al altar, en una altiva y a la vez humilde actitud de quien aguarda, de quien inicia un camino; la actitud de disponibilidad y espera. Así comenzó a desarrollarse la ceremonia que describe la noticia. Pero para todos hubo símbolos propios que enmarcaron especialmente cada secuencia, como aliados de la MTA.

De todos los instantes, tal vez el que más sobrecogió por su entrega fue la postración de ambos, en una donación ilimitada a Dios, tendidos sobre la piedra de ese suelo sagrado, que todos los presentes acompañamos con lágrimas de emoción, y con plegarias entonadas en el mismo corazón, pidiendo al Dios de la Vida que ese gesto sea una ofrenda continua y generosa de estos obreros en la mies del Señor.

Cuando los padres de ambos entregaron las prendas sacerdotales con las que se revestirían, hubo símbolos de las mismas que marcaron sus años de estudio, sus afectos, los escalones de su formación. Nada fue accidental, hubo elaboraciones, que nacieron de sus reflexiones, y dedicación intensa, en preparación para un ejercicio vocacional pleno y orgánico. Vigorosos abrazos de sus hermanos sacerdotes, al terminar de revestirse, significaron identificación, acompañamiento y comunidad de ideales.

Era plena hora de sol, y el gran vitral de la Iglesia de Dios Padre dejaba que sus colores se exaltaran con la luz de una tarde de filialidad vivida. Su Hijo era el mismo sol, que llegaba cálidamente al lugar. La mirada de Dios Padre nos regalaba su presencia desde ese triángulo majestuoso e imponente, y desde lo alto, hacía elevar las miradas, para despegarnos de lo circunstancial y terreno, hacia arriba. En sus azules se reflejaban tal vez las aguas de un mundo turbulento que ofrecerá desafíos y vaivenes; en los amarillos intensos se descubrían vínculos sanos, sólidos, firmes y duraderos, que como una red, sostendrán la pesca de estas barcas nuevas. Y el verde, de las vidas ofrecidas como savia joven, naciendo y creciendo en la fe, se entremezclaba con haces blancos, de lunas que repetían una y otra vez que María estaba conduciendo a sus elegidos, y en distintos puntos resaltaban también pequeñas estrellas, que seguramente serían nuestros Santuarios de la Madre Victoriosa iluminando el firmamento de la Iglesia.

La gran Familia de Schoenstatt presente junto a los nuevos Padres

La tarde empezaba a caer, las luces se hacían más tenues, y las alabanzas y peticiones encontraban fuerte respuesta en voces decididas, porque el alma de cada uno se había regalado a la contemplación de Dios Padre, repitiendo en silencio aquellas palabras del Padre Fundador: "Hemos dicho siempre que Schoenstatt quisiera anticipar la Iglesia en las nuevas playas. Pues bien, en esa nueva ribera, ¿acaso Dios Padre no habrá de volver a ser el objeto de nuestra contemplación de una manera más intensa de lo que se acostumbra desde hace siglos? Debería ser así…" (En las manos del Padre, P. José Kentenich).

Concluía la ceremonia y todos los presentes nos encaminamos hacia el Santuario del Padre, en esos cientos de personas representada simbólicamente también la gran Familia de Schoenstatt, que iba a consagrarse frente a su Madre y Reina. El Santuario, pequeño y acogedor, simbólico y actual, esperaba con las puertas abiertas.

Desde allí partieron los dos nuevos Padres de Schoenstatt.

Primera Misa en el Santuario de Villa Ballester

La providencia nos regaló poder asistir a la Primera Misa del Padre Andrés. El Santuario de Villa Ballester está de año Jubilar, y el ambiente todo transmite algarabía de festejo, emoción propia de quienes están en "época de cosecha", hay proyectos, intensa actividad y jirones de alegría en el aire, y emoción en las voces también.

Su primera vocación hecha realidad, el Padre Andrés Rodríguez, su Padre de Schoenstatt, como él mismo se llamó, estaba allí mezclado con su gente, con su vestidura sacerdotal, preparado para su Primera Misa, en el lugar que lo vio nacer y crecer.

Villa Ballester es una localidad muy poblada, pero sencilla, cruzada por vías férreas que hacen girar en diferentes direcciones para llegar al Santuario. Lo encontramos: amplio, florido, verde, con sillas encolumnadas en el predio, protegido en un sector con un parante y lonas decorativamente puestas como una galería práctica y desmontable. Villa Ballester está de fiesta en este año 2005, y lo viven casi con recato, no son estridentes, pero sí comunicativos y cálidamente discretos. Se percibe que están íntimamente orgullosos de sus recuerdos, que los confían sólo cuando el interlocutor demuestra interés y también insistencia en ver un poco de ese lugar que el Padre vio, de tomar de ese aire que el Padre respiró. Guardan tesoros vividos de las primeras visitas del Padre Fundador, de las primeras Hermanas de María, que transmiten de generación en generación, con fidelidad inquebrantable.

En ese ambiente de emociones, recuerdos y vivencias, comenzó el P. Andrés su Primera Misa. Sus padres y hermanos estaban en la primera fila, y aunque evidentemente no querían ningún protagonismo, eran saludados y reconocidos una y otra vez por toda su Familia de Schoenstatt de Villa Ballester. De ese bendecido hogar surgió esta vocación, que hoy presidía la Misa.

El coro juvenil soltaba sus voces al aire viendo a su amigo en el lugar central. La homilía estuvo a cargo del P. Cruz Viale, quien hizo referencia al nuevo sacerdote.

El clima era de armoniosa celebración, la consagración en manos de Andrés, tuvo muchos flashes... Concluyó esta celebración, y una interminable fila hizo que con generosa disponibilidad el nuevo sacerdote diera su bendición a todos quienes se encolumnaron. Para todos, las palabras eran personales, no repetidas, y a manera de bálsamo recibidas por tantos corazones aliados.

En el "Marienheim" del Padre

Hubo un ágape sobrio y alegre, al culminar la Misa, en "Marienheim", centro de la colectividad alemana donde el Padre se alojó en sus viajes. Estuvo pleno de anécdotas, gestos de amigos de la JM, recuerdos de la OF, "poemas recitados con voz cálida y melodiosa por un viejo amigo de los "pagos alvearenses" que nos llegaron al alma", y proyecciones con sucesivas imágenes de su joven existencia. Pero tal vez lo más pequeño fue lo más significativo... Dejando un signo vibrante en el corazón de todos, al culminar la noche, antes de retirarnos, rodeamos la ermita que está en el lugar –ermita que fuera bendecida por el Padre Fundador y en torno a la cual se generó una enorme corriente de vida en la Familia- en actitud de oración, concentrados y agradecidos por la jornada... "Caminando en la Alianza" surgió en todas las voces, y el que tantas veces como niño o adolescente habrá confiado sus proyectos a esa imagen de la MTA impartió con breves palabras previas la bendición. Y permitió así que nuestra oración de la noche fuera un instante de Vida en un lugar donde asomó tanta vida para la Familia del Padre. Guardamos agradecidos en nuestros corazones todas las impresiones, que nos regalaron estas circunstancias, elegidas por nuestra Madre y Reina.



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Last Update: 08.07.2005 Mail: Editor /Webmaster
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