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Uno de los desafíos de la Iglesia: la diversidad de naciones, culturas... One of the challenges of the Church: the diversity of nations, cultures... Eine der Herausforderungen an die Kirche: die Vielfalt der Kulturen, Nationen, Völker... |
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...en su pluralidad... ...in their plurality ...in ihrer Eigenart... |
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...y unidad: El Santuario de cada pueblo – y todos nosotros ...and unity: The Shrine of each nation – and of all of us ...und Einheit: Das Heiligtum jedes Volkes – und unser aller Heiligtum Fotos: POS Fischer © 2005 |
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ROMA, P. Alberto Eronti. En las últimas "Reflexiones romanas", señalé ciertos temas que el Papa Benedicto XVI debería ver de encausar y orientar, según lo que se habla en el ambiente clerical romano. A raíz de esto, algunos me han preguntado sobre dos de ellos: "descentralización en la Iglesia" y "la diáspora". Veré de responder al primero, dejando el segundo para más adelante. El contenido del tema, por lo que oigo, es doble: la relación entre el centro y las periferias (léase: entre el Papa y la Curia Vaticana, por un lado, y los episcopados por otro) y la relación entre jerarquía y la misión de los laicos.
Ambos temas fueron tratados en el Concilio Vaticano II. Para el primero se usó la palabra "colegialidad", en referencia, sin duda, a lo que la Iglesia primitiva llamaba "el colegio apostólico". Para el segundo, tratado de diversas maneras después del Concilio y al que Juan Pablo II dedicó un Sínodo, tenemos el documento sobre "La vocación y misión de los laicos". Sin embargo, aunque nadie puede negar avances, ambos temas han quedado manifiestamente inconclusos, por lo que todo indica que hay un buen trecho de camino a recorrer. En la realidad los dos temas citados tienen puntos en común: la necesidad de dar primacía a la vida (corrientes de vida), sin deteriorar la autoridad de la Sede Apostólica ni desarticular la estructura llamada a sostener y alentar la fidelidad y fecundidad de la Iglesia.
Dinamismo e inculturación
En lo que hace al tema de la descentralización, se trata de rediseñar el hacer del gobierno central de la Iglesia, la función propia de los Consejos Episcopales de cada continente y de las Conferencias Episcopales nacionales. Hay que responder, se dice, más adecuadamente a la realidad global del mundo según las situaciones propias de cada región o cultura. Para muchos episcopados nacionales la insistencia en centrar todo en Roma termina frenando o atrasando decisiones que son pastoralmente urgentes. Pongo un ejemplo: Cuando la Iglesia del Nepal tradujo al nepalés el texto latino de la Misa, la Congregación romana correspondiente tardó nueve años en dar el visto bueno. ¡Nueve años para determinar la bondad de una traducción! Razón tiene un obispo nigeriano al decir que, "esto, además de incomprensible, es humillante; por otra parte -dijo, con picardía- habría que ver a qué perito en nepalés consultaron…".
Como vemos, se trata de dinamizar el gobierno de la Iglesia y de las Iglesias. No se trata de debilitar en Centro, sino de adecuarlo a la dinámica intensa de los acontecimientos y la velocidad de los cambios. La Iglesia debe tratar de responder con una estructura de gobierno adecuada a los desafíos de la Nueva Evangelización, según lo exige el siglo XXI. Es interesante que el P. Kentenich hablara hace años de "deseuropeizar" la Iglesia, a favor de una mayor y más fructífera inculturación. Es de notar que a nuestras Hermanas de María, cuando las envió a las misiones, les dijo "que Schoenstatt debía pasar por el corazón y el alma del pueblo" al que eran enviadas. He aquí un sencillo pero claro criterio de inculturación.
"Nueva imagen de Iglesia" en la visión del Padre Fundador
Para tener una idea más clara de hacia dónde se desea avanzar con el segundo tema, la misión de los laicos en la Iglesia actual, citaré un texto del Papa San Pío X, referido a la relación jerarquía-laicado: "Sólo en la jerarquía reside el derecho y la autoridad necesaria para promover y dirigir a todos los miembros hacia el fin propio de la sociedad. En cuanto a la multitud, no tiene más obligación que dejarse gobernar y obedecer dócilmente las directrices de los pastores" (11/02/1906). ¿Qué decir de este texto que tiene apenas cien años? Cuando un pueblo recibe constantemente "comunicados" de los que gobiernan, pero no es consultado nunca, se va volviendo "mudo". El resultado, se afirma, es claro: el paternalismo de los gobernantes produce el infantilismo de los gobernados. Cincuenta años más tarde, el Concilio Vaticano, introducía una nueva y muy diferente orientación, el problema radicó y radica en pasar de la teoría a la praxis.
El Padre Kentenich, en una charla sobre el tema dada en Roma el 8 de diciembre de 1965, manifestaba su pensamiento al respecto, a la vez que incorporaba los aportes del Concilio: "Estos rasgos fueron estampados en la Iglesia en los primeros tiempos del cristianismo por el patriarcado dominante… y, más tarde, desde el emperador Constantino (…) Desde esa época existe en la Iglesia una fuerte contraposición entre "arriba" y "abajo". El Padre hace luego referencia a la "nueva imagen de Iglesia" que aporta el Concilio y afirma: "Los miembros de ese pueblo de Dios están unidos unos con otros, y unidos también con la jerarquía, en razón de una responsabilidad abarcadora y profunda…". Esto determina no sólo la "nueva imagen del laicado", sino de la propia jerarquía: "¿Y la jerarquía? Pues bien, ¿qué significan hoy en día los cuadros dirigentes de la Iglesia? ¿Qué han de hacer? En primer lugar descender, adentrarse en la comunidad, en lo que nos une: porque también la jerarquía es pueblo de Dios, porque la responsabilidad de la que es depositaria la jerarquía no es una responsabilidad por súbditos indignos sino por el pueblo de Dios. ¿Qué significa esto? Lo repito: una cercanía mucho más fuerte entre "arriba" y "abajo"... En otros términos, para el Padre Kentenich se trata de la "Iglesia de la nueva ribera": la Iglesia familia. Acuñó dos términos muy sugestivos: corresponsabilidad y subsidiariedad.
Pentecostés de 2006 en San Padro
¿De qué se habla hoy en círculos romanos? De rescatar los temas de la corresponsabilidad y el pluralismo. Conversando sobre estos temas, me decía un profesor de eclesiología: "El problema no es solo teórico, sino también y sobre todo pedagógico. Hay que educar para la corresponsabilidad a la jerarquía, al clero y al laicado, ¿cómo hacerlo?, ¿por dónde comenzar? El tema es complicado, pero hemos de tener el coraje de abordarlo". Un obispo de la Pontificia Academia de las Ciencias decía que: "A menudo en la iglesia se ha confundido unidad con uniformidad. Esto a la larga empobrece, porque donde todos piensan igual, nadie piensa mucho", y leyendo un libro que tenía en sus manos, agregó: "Necesitamos en la Iglesia pastores que tengan la sospecha de no estar siempre en lo cierto y que por eso, lejos de silenciar a los que discrepan deberían dejarlos hablar y entablar con ellos un diálogo leal y respetuosamente fraterno". De Pío XII es la frase: "La Iglesia es cuerpo vivo, y le faltaría algo a su vida si la opinión pública le faltase" (17/02/1950).
En las idas y venidas romanas hay una expresión que se ha hecho recurrente en muchos consagrados y algunos laicos comprometidos: "Algo nuevo está ocurriendo". Como bien dijo Juan Pablo II, todo parece indicar que el Espíritu quiere usar los Movimientos y Nuevas Comunidades para que colaboraren decisivamente en la renovación de la Iglesia, lo que supone también formar a los dirigentes laicos que ya hoy necesita la Familia de Dios. Los Movimientos debieran asumir con total coherencia y responsabilidad la formación espiritual e intelectual de sus miembros. Se trata de ayudarle a descubrir al laico lo que implica su bautismo y alentarlo a protagonizar su realidad de discípulo de Jesucristo. Benedicto XVI ya ha hablado de un nuevo encuentro de todos los Movimientos para Pentecostés de 2006 en San Pedro…