"Llevamos a Cristo por las calles de nuestra ciudad"Procesión de Corpus Christi en Schoenstatt, en el año de la Eucaristía y bajo un sol radiante |
SCHOENSTATT, mkf. Sucede en menos de un minuto. El P. Ángel Strada camina con la custodia sobre la gran alfombra de flores delante de la Iglesia de la Adoración, se levantan un par de pétalos rojos y blancos y ya está ante el altar. ¿Para qué todo esto? dice una mujer. "Todo esto" son horas de rodillas bajo un fuerte sol en un día caluroso, para preparar esa alfombra de flores durante el sábado. Todo esto para ese medio minuto en el que Jesús va por la calle y su Iglesia le arroja flores... "En este sacramento, el Señor se encuentra siempre en camino hacia el mundo. Este aspecto universal de la presencia eucarística se muestra en la procesión de nuestra fiesta. Llevamos a Cristo, presente en la figura del pan, por las calles de nuestra ciudad. Encomendamos estas calles, estas casas, nuestra vida cotidiana, a su bondad. ¡Que nuestras calles sean calles de Jesús! ¡Que nuestras casas sean casas para él y con él! Que en nuestra vida de cada día penetre su presencia" así dijo el Papa Benedicto XVI el pasado jueves, durante la procesión de Corpus Christi en Roma, una tradición que ha restaurado Juan Pablo II. El domingo 29 de mayo, con un radiante sol y temperatura estival, una gran cantidad de gente siguió a Jesús por las "calles" del Monte Schoenstatt. "Ya no se ve algo tan festivo"En este Año Eucarístico legado por Juan Pablo II y asumido de corazón por Benedicto XVI – que participó este domingo en el cierre del Congreso Eucarístico en Bari – la fiesta de Corpus Christi debía tener un realce especial, incluso si, como lo dijo el P. Erhard en una Sta. Misa celebrada más temprano, "ya no se ve algo tan festivo como aquí, en Schoenstatt". La semana anterior se había mencionado la procesión de Corpus en Schoenstatt en un gran reportaje gráfico del periódico diocesano de Tréveris. Alfombras de flores en todos los caminos, los costados de los senderos también adornados con flores, banderas y banderines, los refulgentes instrumentos de la banda de vientos de Niederwerth, y sobre todo un cielo libre de nubes, azul profundo, ¡todo era una fiesta el 29 de mayo desde la mañana temprano, cuando llegaron los primeros peregrinos! "¿Por qué este año se ve esa cruz ondulada en todas partes?" quiso saber un señor mayor señalando una alfombra de flores. "Es el logo de la Jornada Mundial de la Juventud" recibió como respuesta. Se la podía ver no solamente en los tapices florales, sino también en las banderas y en una hilera de camisetas, dentro de las cuales estaban algunos voluntarios de la Oficina de la JMJ en Colonia Tan internacional como las banderas de varios países que participaron en la procesión, fue también numerosa como siempre la cantidad de nacionalidades que estaban representadas y ciertamente no sólo en este domingo. La mayoría de las banderas fueron llevadas por niños, jóvenes y adultos alemanes que probablemente no sabían el nombre del país cuya enseña llevaban. ¡Pero esto todavía no es la JMJ! Pero más que en los cantos, se la recordará por los niños que acompañaron a la procesión vestidos ¡a pesar del calor! como los Tres Reyes Magos. Y también eran muy chicos – demasiado pequeños aún para participar en la próxima JMJ – los niños que llevaban una reproducción reducida de la Cruz y del Icono de la JMJ. Aquí y allá se veían imágenes peregrinas de la Mater. También estaba la Auxiliar de Alemania, con un hermoso adorno de flores... Cristo mismo es la bendición de Dios para el mundo"Que en nuestra vida de cada día penetre su presencia. Con este gesto, ponemos ante sus ojos los sufrimientos de los enfermos, la soledad de los jóvenes y de los ancianos, las tentaciones, los miedos, toda nuestra vida". Así dijo el Santo Padre en Roma, en la fiesta de Corpus Christi, y así fue manifestado en las oraciones y súplicas que se hicieron en los distintos altares. "La procesión quiere ser una bendición grande y pública para nuestra ciudad: Cristo es, en persona, la bendición divina para el mundo. ¡Que el rayo de su bendición se extienda sobre todos nosotros!" Una breve catequesis para niños en el altar delante de la Casa Madre, cantos en inglés húngaro y schyzerdütsch (alemán que se habla en Suiza, esta última recitada por las postulantes de las Hermanas de María), son momentos que aportan emoción. Sin embargo lo más importante es este sencillo acompañar a Jesús en la comunidad de tantos hombres creyentes, que rezan y cantan, y el pedido que el rayo de su bendición alcance realmente a cada uno. El programa de la tarde: contemplar, asombrarse, tomar fotos"No podemos participar en la procesión con este calor" dijo una señora de Colonia. "Mi marido tiene ya 77 años y no puede más... Hoy a mediodía ya teníamos todo listo para ir al Jardín botánico, cuando me dice mi marido: me siento en buena forma, ¡vayamos a Schoenstatt!". "Y aquí estamos" dijo él con alegría, "y he sabido que las alfombras de flores están todavía, para nosotros". La misma opinión tiene también un matrimonio chileno de la Federación de Familias, que festejó el cuadragésimo aniversario de su boda con un viaje a Roma y a Schoenstatt. Habían llegado a la mañana y a la tarde siguieron contemplando las alfombras con toda tranquilidad. Desde hace algunos años, a la tarde siempre se ofrece la oportunidad a los que desean contemplar las alfombras y tomar fotos. En el Santuario hay una meditación eucarística, en el altar que está ante la Casa de formación se ofrece una paraliturgia con bendición, las postulantes de las Hermanas de María tocan música y cantan en una carpa, hay puestos para mirar y comprar... Una mujer dice "vengo con frecuencia y sé todo sobre Schoenstatt, no necesito esto" ante los demás visitantes – schoenstattianos y no schoenstattianos – que llevan con gusto la revista "Actualidad de Schoenstatt". Un matrimonio de la Federación de Familias se alegra especialmente de poder conseguir aún el número donde aparece la audiencia que el capítulo internacional de la Federación de Familias tuvo el pasado 20 de enero con Juan Pablo II. "Fue su última audiencia pública" aclara el marido a los niños que estaban allí. "Mira aquí, aquí estaba... aquí está nuestro Papa Juan Pablo II". Y él con seguridad mira desde "la ventana de la casa del Padre celestial" a este colorido encuentro en el Monte Schoenstatt, donde hay un signo escondido de fe en las alfombras de flores: fueron hechas para Él, para Jesús, y son muchos los que han llegado para adorarlo. Traducción: aat, Argentina |
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31.05.2005
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