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 published: 2005-04-06

Vida y muerte en San Pedro: nuestro Señor ha llamado al Papa de su Madre al hogar

Testimonio presencial de un seminarista - sabado, 2 de abril

Ha llegado la noticia: Nuestro Santo Padre fue llamado a la casa del Padre

The news was shared: Our Holy Father was called home.

Gerade ist es gesagt worden: Unser Heiliger Vater ist heimgekehrt zum Vater

 
 

El desmantelamiento del gigantesco dosel que ha estado casi en forma permanente sobre el altar exterior de la Basílica de San Pedro

Dismantling of the giant canopy that has been almost permanently over the outdoor altar in front of Saint Peter’s Basilica

Der große Baldachin über dem Altar auf dem Petersplatz wird abgebaut…

 
 

Sabado por la mañana: vida en la Plaza San Pedro

Saturday morning: life at St. Peter’s Square

Samstagmorgen: Leben auf dem Petersplatz

 
 

El pueblo de Dios se reune...

God’s beautiful people comes together...

Gottes wunderbares Volk kommt zusammen

 

Miradas ansiosas hacia las ventanas del Papa...

Anxious views towards the window of the Holy Father’s apartment

Besorgte Blicke zum Fenster der Wohnung des Papstes

Fotos: Donnelly © 2005

 

ROMA, Simon Donnelly. El día de hoy comenzó con alegría y finalizó en un tipo diferente de alegría: comenzó tarde por la mañana en la plaza de San Pedro, con una multitud de gente que vino a velar junto al lecho mortal del Papa, y finalizó con una profunda tristeza ante la partida del Santo Padre de entre nosotros, aunque esta tristeza se vio matizada por el gozo cristiano.

La plaza de San Pedro - que ni siquiera es cuadrada! (*square en inglés significa también: cuadrado), como dijo mi amigo Ulrich, seminarista alemán de Colonia, actualmente en Roma durante su período semestral libre -, puede cambiar tanto de aspecto a lo largo de un día. La mañana comenzó con fieles somnolientos de regreso a sus hogares: habían estado velando junto al lecho mortal del Santo Padre durante toda la noche. Comenzaron a arribar "frescos" y despabilados peregrinos, de todo tipo y especie: africanos, alemanes, americanos, escoceses, polacos, indios... tan jóvenes que iban en cochecitos de bebe, tan ancianos que tenían que apoyarse unos en otros para poder sostenerse en pie. Hermanas jóvenes y ancianas, sacerdotes demasiado jóvenes como para no haber conocido otro Papa más que el actual, y sacerdotes suficientemente mayores como para haber conocido a Pío XII.

El más precioso pueblo de Dios se encontraba reunido en torno al lecho de su padre

La piazza mostraba un aire casi festivo: era un hermoso día primaveral en Roma; casi como si el día hubiese sido planeado para celebrar la vida! Vida de toda clase: familias con hijos, seminaristas, grupos de religiosas, turistas devenidos en peregrinos, creyentes, no creyentes... Vi familias allí con parientes discapacitados por la edad, y con niños discapacitados mentales. El más precioso pueblo de Dios se encontraba reunido en torno al lecho de su padre in extremis. La noche anterior, el Obispo que condujo el rosario habló en forma conmovedora: "Cuando el padre está enfermo, los hijos acuden a su lado. Cuando el padre está a punto de morir, los hijos se arrodillan junto a él". Nosotros estábamos arrodillados junto a nuestro padre moribundo.

La única actividad que podíamos observer en el Vaticano era el desmantelamiento del gigantesco dosel que ha estado casi en forma permanente sobre el altar exterior de la Basílica de San Pedro. Era una imagen sombría: están preparándonos para los ritos funerarios, pensé para mis adentros.

El tono un tanto vivo de mi sotana de la Pontificia Universidad Escocesa atrajo preguntas, y a periodistas, creyentes y no creyentes... Todas las Universidades solían usarlas: la de los seminaristas alemanes de la Pontificia Universidad Germana era normalmente de color rojo, por lo que recibieron el apodo de i gamberi rossi (die rote Krebse): ¡los cangrejos rojos! La nuestra es color púrpura debido a las flores de los brezales en Escocia, con una faja colorada que recuerda la sangre derramada por los mártires escoceses.

"Misericordia significa el amor y la bondad de Dios, que tanto precisamos"

Me encontré con viejos amigos, e hice nuevos amigos hoy en la plaza: un seminarista schoenstattiano de Argentina, un periodista francés de La Vie, un reportero (católico) brillante de la radio CNN, un compañero italiano de mi seminario, una Hermana joven compañera de clase, un matrimonio mejicano ("¡el Papa vino a visitarnos en ocho oportunidades!"), una señora francesa no católica que lo vio al Santo Padre una vez (describiéndolo como "pura luz, simplemente pura luz")... y por último, un sacerdote capellán del ejército de Escocia, ¡que ha estado de retiro espiritual varias veces en el Monte Moriah, en Schoenstatt! ¡Qué pequeño es el mundo!

En el viaje de ida, esperaba tener que enfrentarme al horror del sistema de transporte colectivo de Roma (encantador cuando funciona, anárquico y despótico y una verdadera pesadilla cuando no). Pero una señora italiana desconocida, acompañada de sus hijos, detuvo su auto ofreciéndome llevarme a la ciudad. "Parecía que estaba apurado", me dijo. Y lo estaba... De camino, uno de sus hijos callados y muy educados – ¡en las antípodas del clásico estereotipo! – preguntó: "Mami, ¿qué es la "divina misericordia? ¿Por qué es mañana?". Había visto un afiche en el camino. Empecé a devanarme los sesos en busca de una respuesta, cuando su madre respondió: "Misericordia significa el amor y la bondad de Dios, que tanto precisamos. El Papa la considera tan importante que nos ha brindado para ella un día de fiesta para que todos podamos compartirla". Su teología enfocó el tema tan brillantemente que no me quedó nada por acotar. Una preciosa mirada a la vida de una familia: ¡catolicismo materno en acción!

Una vez más, encomendamos a nuestro Papa a la Madre

Dejamos la plaza por un par de horas, y regresamos después de la cena a una piazza lisa y llanamente desbordada en su mayoría por italianos en silenciosa oración, pero también de visitantes extranjeros: tal como la noche anterior, rezamos juntos el rosario, con algunas meditaciones del mismo Juan Pablo II, pero en esta oportunidad sus Misterios Gloriosos. Nuevamente finalizó con una larga letanía a la Santísima Virgen en sus diversas advocaciones: Madre de Dios, Madre de los Mártires, Madre de los Confesores, Estrella Matutina... y el nombre más cercano al corazón de quienes peregrinan al nuevo Santuario de Schoenstatt: "Madre de la Iglesia" (Matri Ecclesiae), ruega por nosotros. Una vez más, encomendamos a nuestro Papa a la Madre, la madre que escogió para su Totus Tuus. Cantamos el Salve Regina y el Regina Coeli. Habíamos rezado, así, el rosario que él nos pidiera rezar – por la paz, especialmente tras los terribles atentados del 11 de septiembre. Y ahora nos encontrábamos en la víspera, a sólo tres horas de la festividad de la Divina Misericordia, de Sor Faustina Kowalska.

Comenzamos a dispersarnos en la penumbra de la noche, cuando de pronto se oyó la voz de un Obispo que comenzó a rezar otro Padrenuestro y otra Avemaría... dos Avemarías más y un Gloria. Esto era algo realmente muy extraño. ¿No acabábamos de finalizar con la oración de esta noche?

Y luego nos dio la noticia: "Esta noche, a las 9:37, nuestro Santo Padre, Juan Pablo II, de 84 años, regresó a la casa del Padre". Fue éste el momento de la verdad. Hasta entonces parecía algo irreal, pero ahora se había hecho realidad. Sobrevino un silencio, y muchísimas lágrimas. Hombres y mujeres – todos lloramos ante la partida del pastor terrenal del rebaño de Cristo. Como el Padre Kentenich dijera: "Toda nuestra vida es un permanente retorno al Padre" (Unser ganzes Leben ist ein Heimgang zum Vater). De esta manera, nuestro pastor universal, el filósofo-actor-sacerdote polaco de Wadowice, Obispo de Cracovia, y casi durante 27 años Obispo de Roma, había partido en su viaje final: el viaje al hogar que debía emprender solo, como nos llegará el momento a cada uno de nosotros algún día también.

Sentimos que este Papa nos amaba tan entrañablemente a cada uno de nosotros

Los Obispos rezaron el ‘De profundis’ en latín, y luego en italiano: un salmo cargado de dolor, que clama a Dios: "Desde el abismo, clamo a ti, oh Dios...". A continuación entonamos nuevamente el Salve Regina, con esas palabras tan significativas para nosotros esta noche: "Salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti clamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. ¡Ea!, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María, ruega por nosotros, santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de nuestro Señor Jesucristo".

Las lágrimas fluyeron espontáneamnete. Todos guardan un recuerdo personal del Santo Padre. Nuestro Rector escocés que nos acompañó la noche anterior estuvo de pie en la misma plaza en 1978 cuando Karol Wojtyla fue designado Papa. Ha tocado los corazones de cada uno de nosotros de tantas maneras distintas. Un sacerdote polaco de nuestro Colegio, nacido un año antes de que Karol Wojtyla fuera designado como Papa, se siente especialmente unido a él, como el pueblo polaco en su totalidad.

El Obispo emérito de su diócesis, Monseñor Ignaz Jez, quien conociera al Padre Kentenich en Dachau, dijo poco tiempo atrás, en nuestro Colegio, donde vino a celebrar Misa: "Conocí al Santo Padre a lo largo de veinte años que estuvimos juntos en la Conferencia Episcopal de Polonia, Solía llamarlo ‘Karol’, aunque dejé de hacerlo después...!" Dos meses atrás nos dio una charla en nuestro Colegio. Monseñor Jez estuvo a verlo al Santo Padre esa semana, en enero, y le hizo un chiste al Papa (sobre un chico que le tiraba del pelo a su hermana). El Papa se rió, dijo él. Y ahora, con 91 años de edad, Monseñor Jez aún le sobrevive al Papa.

Sentimos que este Papa nos amaba tan entrañablemente a cada uno de nosotros, aún cuando sólo nos señalara el camino hacia el Padre Celestial, quien ama "de modo perfecto" a cada una de sus creaturas. El Santo Padre consideró su tarea como la de un servidor: conduciéndonos hacia el Dios de la Vida. Una y otra vez no se cansó de decirnos que no tuviéramos miedo, desde el primer instante de su papado. No debiéramos siquiera tenerle miedo a la muerte.

Por ultimo, las campanas anoche sonaron a los lejos – el tañido más triste en el mundo entero – al momento de morir un Papa. A medida que comenzamos a retirarnos de la plaza, miles de personas seguían llegando. Nos alejamos adentrándonos en la noche: ovejas sin pastor.

Descansa en paz, Santo Padre

Mañana (dominog) se celebrará la Santa Misa presidida por el Cardenal Angelo Sodano – que ha dejado de ser secretario de estado – mientras otros preparan a nuestro fallecido Papa para la visita de sus fieles a lo largo de tres días, la semana entrante.

Tantas implicancias, pequeñas y grandes: la plegaria Eucarística de la Misa ha de ser modificada ahora: no podremos pedir más por "nuestro Papa Juan Pablo" – o como lo hacían en Roma durante más de 26 años: por "nuestro Papa y pastor, Juan Pablo". El Estado del Vaticano no tiene quien lo gobierne. Todos los puestos de responsabilidad en el gobierno del Vaticano han quedado automáticamente suspendidos, para ser renovados o cambiados más adelante. Todos los canales de televisión y estaciones de radio – locales y extranjeros – se han visto copados por esta noticia. Y aún aquellos que no son cristianos, dedican palabras maravillosas sobre el Santo Padre, Juan Pablo II. El impacto que ha tenido en el mundo su muerte es mucho mayor aún del que muchos de nosotros pensábamos.

Descansa en paz, Santo Padre. ha concluido tu largísimo caminar. Has sembrado en nosotros as semillas del mundo del futuro. Intercede ahora por nosotros, en nuestro valle de lágrimas.

Traducción: mca, Argentina

Fotos



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Last Update: 06.04.2005 Mail: Editor /Webmaster
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