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 published: 2005-04-06

Última entrada en la Basílica

Roma, lunes, 4 de abril

San Pedro, lunes, 4 de abril: Los cardenales en procesión de la Sala Clementina.

The screen shows the cardinals beginning to proceed from the Sala Clementina (Hall of Clement). Cardinal Ratzinger is centre screen.

Auf der Leinwand sieht man, wie die Kardinäle aus der Sala Clementina ziehen; in der Mitte Kardinal Ratzinger

 
 

La guardia suiza recibe al Papa

The Swiss Guard receiving the Pope at the entrance to the church over Peter's tomb.

Die Schweizergarde empfängt ihren Papst

 
 

Los fieles esperan la llegada de la procesión

Faithful wait for the procession to emerge from the Bronze Door.

Tausende warten auf dem Petersplatz, dass die Prozession aus dem Bronzetor heraustritt

 
 

Adios, querido Santo Padre

The bearers turn him for us to see. We cannot bear to truly say goodbye.

Alle können den Papst noch einmal sehen. Heißt es nun wirklich Abschied nehmen?

 

Palabra de Dios

The word of God

Wort Gottes

 
 

Los Cardenales veneran su hermano Obispo y Padre espiritual

Cardinals begin to venerate their brother bishop and spiritual father.

Die Kardinäle verehren ihren Bruder im Bischofsamt und geistlichen Vater.

Fotos: Donnelly © 2005

 

 

 

ROMA, Simon Donnelly. Hoy, lunes 4 de abril, Roma realmente ha comenzado a tomar conciencia de que Karol Wojtyla, el "hombre de un país lejano" (como lo llamara Mary Craig en su libro publicado en 1981) ha fallecido. Nuestro Papa, tan querido por todos, "nos ha dejado" (como dicen loa italianos, refiriéndose con delicadeza a la muerte). Hoy fue un paso más en ese largo y difícil proceso de despedirse.

Su cuerpo fue trasladado a las 5 de la tarde desde el palacio apostólico (la Sala Clementina) donde yacía, y donde los cardenales, la Guardia suiza y unas pocas personas más pudieron rendirle homenaje.

Miles y miles de nosotros aguardábamos en la plaza para presenciar su último ingreso a la Basílica de San Pedro, la iglesia que presidiera a lo largo de 27 inviernos y 26 veranos. Aunque su verdadera iglesia como Obispo de Roma es la Basílica de Letrán, uno lo identifica mucho más con la imponente iglesia donde descansan los restos del apóstol San Pedro, a la derecha de sus apartamentos, en vida de él.

En la plaza se veían cientos de voluntarios de personal de seguridad, al igual que en las calles aledañas a la piazza. Incluso en la Piazza Risorgimento, cruce principal al norte de la piazza, cuidando de los peatones que no entienden las maniobras bruscas del tráfico romano. Aunque la muchedumbre era enorme, el personal se comportó con amabilidad y cortesía. Hace falta esta protección, no tanto por el Papa ya, sino por la cantidad de gente que puede verse desbordada por su dolor o por su entusiasmo.

Comunión de los santos

Contemplamos a nuestro Papa a través de las gigantescas pantallas de video: está recostado, ya nunca más lo veremos de pie, con sus pequeños zapatos más cerca de la cámara. Se lo ve con mucha paz, pero tan vulnerable. Una vez muertos, realmente estamos a merced de otros.

La liturgia se rezó en latín, y fue lindísima. Comenzó en las habitaciones papales, donde se anunció que los restos mortales de Juan Pablo serían trasladados a la imponente basílica. Continuó con una larga letanía de los santos, a la que respondíamos cada vez: Ora pro eo – "Ora por él" (en vez de ora por nosotros). En las letanías se invocó a los apóstoles Pedro, Pablo, Andrés, Simón y los otros; los primeros pontífices (Lino, Cleto, Clemente, y los demás); y a los santos y mártires que a través de los siglos amaron a la iglesia y ofrendaron su vida por ella (Inés, Lucía y muchos más). También a San Carlos ("Karol"), santo patrono de nuestro Papa. Las letanías nos recuerdan que nuestra fe es una fe tan antigua, pero a la vez tan viva. Le siguieron, a continuación, los "santos" vivientes, los fieles, a fin de que todos imploráramos por él. La comunión de los santos se extiende de los vivos a los muertos, en cuyo centro mismo se encuentra hoy el hombre – Karol Wojtyla – su santo patrono. que fue realmente un santo en vida, y que seguramente será proclamado un día santo de la iglesia. (¡Esta pequeña liturgia significó, de por sí, un momento de enseñanza teológica!).

Lloramos y vivamos al mismo tiempo.

Varias docenas de monaguillos y acólitos partieron de la Sala Clementina, junto con seminaristas del Colegio Capránica (seminario pontificio que guarda una estrecha relación con la persona del pontífice, a partir del momento en que todos y cada uno de los seminaristas dieran su vida en defensa del Papa de aquella época, Clemente VII, durante el saqueo de Roma en 1527). A continuación, venían varias decenas de cardenales (65 de ellos se reunieron por vez primera esta mañana, y en el transcurso de los próximos días se aguarda la llegada de los 50 restantes, aproximadamente, procedentes de los diversos lugares del mundo). Por último, cerrando el cortejo, diez hombres vestidos de negro, con guantes blancos, portaban los restos de nuestro Papa atravesando la Puerta de Bronce (en la que los peregrinos solemos recoger los pases para los eventos que tienen lugar en el Vaticano), en dirección a la escalinata de la Basílica.

Cada vez que veíamos el cuerpo del Santo Padre en las enormes pantallas de video, prorrumpíamos todos en aplausos. Algunos grupos de jóvenes aclamaron una vez más: ¡Juan Pablo! ¡Juan Pablo!

En un gesto muy conmovedor, quienes portaban sus restos, lo sostuvieron en alto para que todos pudiésemos verlo desde la cima de la escalinata. Lloramos y vivamos al mismo tiempo. Luego ingresó por última vez a su tan querida Basílica, y vimos el resto de la ceremonia a través de las pantallas.

Se leyó una lectura y un salmo. A continuación los cardenales y patriarcas se acercaron para venerar sus restos. Es conmovedor ver a sus colaboradores más estrechos – el Cardenal Ruini, el Cardenal Ratzinger, el Cardenal Sodano, el Arzobispo Marini, y otros que han estado tan cerca suyo a través de los años – que todavía siguen acompañándolo, aún después de muerto.

Se aguarda aquí la presencia de millares y millares de personas durante los próximos tres días

Esta noche comienza la veneración por parte de los fieles. Se aguarda aquí la presencia de millares y millares de personas durante los próximos tres días, principalmente en horas de la noche. A mi alrededor, en medio de la multitud, podía oírse la voz de muchos jóvenes polacos: la gente va llegando desde su tierra natal para darle a su padre el último adiós. Una innumerable cantidad de italianos se hará presente también. Nosotros iremos el miércoles a las 5 de la mañana.

Esta mañana, en una conversación telefónica por radio, una señora expresó: "Ya sé que para todo el mundo él era su Papa. Pero yo soy romana, así que además él era mi Obispo también. Lo amaba como Obispo. Mi Obispo nos ha dejado". Esto muestra una faceta suya que muchos de nosotros, en otros países del mundo católico, no tenemos muy en cuenta: Juan Pablo se esforzó por ser un buen Obispo para el pueblo de Roma. ¡No es tarea fácil! Pero lo logró, y lo aman por eso.

Como manifiesta la página web del Vaticano (citando a Lumen Gentium): "El Papa, como Obispo de Roma y sucesor de San Pedro, es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles". Y esta tarde hemos venido a ver al hombre que ha personificado ese fundamento perpetuo y visible a lo largo de tantos años, al momento de ser ingresado en la Iglesia del apóstol Pedro.

Las letras gigantescas que coronan las paredes interiores de la Basílica reafirman la unidad que el mismo Cristo depositó en Pedro: Tu es Petrus, et super hanc petram aedificabo Ecclesiam meam; et portae inferi non praevalebunt adversum eam - "Tú eres Pedro (roca), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella". Juan Pablo II ha luchado por encarnar esta unidad para la Iglesia y para el mundo.

Traducción: mca, Argentina

Fotos



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Last Update: 06.04.2005 Mail: Editor /Webmaster
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