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 published: 2005-04-08

La gracia de estar junto al Papa

Un regalo único y irrepetible bajo la lluvia en Paraguay

El santuario de Caacupé fue inaugurado por el Sumo Pontífice. Un vitral ubicado a la entrada a la derecha recuerda a Juan Pablo II. Pero hay más recuerdos.....

The Marian shrine in Caacupé was dedicated by the Pope; one of the windows at the entrance reminds of John Paul II. But there are more reminders.

Das Marienheiligtum von Caacupé wurde vom Papst eingeweiht, ein Fenster im Eingangsbereich erinnert an ihn. Doch es gibt noch mehr Erinnerungen

Foto: Cabral  © 2005

 

JPII, rdp. En 1988 el Santo Padre fue a Paraguay (yo vivía allá) en el mes de mayo, y en la primera Santa Misa que celebró canonizó a los santos mártires rioplatenses, todos sacerdotes jesuítas: Alonso Rodríguez, Juan del Castillo y Roque González de Santacruz, este último el primer santo paraguayo.

Como el Movimiento de Schoenstatt en el Paraguay tiene estrechas relaciones con la Iglesia, el Movimiento fue encargado, por la comisión organizadora de la visita papal, de preparar y cuidar el altar donde celebraría el Santo Padre la Misa de canonización. Y esa tarea me la dieron a mí. Fue una enorme alegría y un regalo de la Mater. Pude colocar los vasos sagrados (todos eran del museo de la Catedral, de mucho valor), los candelabros, preparar la credencia con innumerables copones, los purificadores y manutergios, etc. etc. Como amenazaba llover, llevé por si acaso se necesitara, una toalla blanca de aho po'i, el típico bordado paraguayo, muy fina.

La toalla blanca que usó el Santo Padre

También llevé, para colocar en la Sacristía donde se revestiría el Santo Padre, un gran cuadro de la MTA que tenía en mi casa, y que había sido bendecido por el P. Menningen en 1985, en Schoenstatt.

Ante esa imagen había un bello reclinatorio, donde el Santo Padre rezó ante la Mater antes y después de la celebración.

Antes de comenzar la Santa Misa comenzó a llover sin parar. ¡Llovió cinco horas seguidas! Y nadie se movió de su lugar, en un campo que lentamente comenzó a inundarse... El altar estaba mucho más elevado, pero el agua caía sin misericordia sobre las sillas destinadas a los sacerdotes y colaboradores, y también salpicaba la credencia. Mi tarea entonces era tratar de secar todo lo que podía... y entonces puse la toalla que había llevado para que la usara el Santo Padre. ¡La usó! La tengo aún en mi poder, tal cual como quedó ese día. Quizás sea mi regalo para los 25 años del Santuario de Tuparenda...

Una paz total

Tuve la gracia de estar durante toda la Santa Misa a unos tres metros del Papa y observar todos sus gestos. Y pude luego repartir la comunión con el mismo copón que usó él para dar la comunión a las 20 personas previamente seleccionadas. Mientras él repartía la comunión, uno de sus ayudantes, Ángelo - al que he visto hace poco en fotos al lado del chofer del "papamovil" - me dejó el paraguas blanco del Papa para que se lo cuidara... cuando volvió, cuál no sería mi sorpresa: al darle el paraguas puso en mi mano un sobrecito con un rosario bendecido por el Santo Padre.

Durante la celebración podía ver al Santo Padre cansado: desde el aeropuerto lo habían llevado directamente al altar. Pero estaba totalmente concentrado en lo que hacía, ni un movimiento tenso, ni apurado. Una paz total... irradiaba la presencia de Dios.

Cuando bajó del altar y se dirigió a la sacristía, rápidamente fui hasta el lugar por donde debía pasar al retirarse. Logré decirle "¡Schoenstatt!" y darle la mano antes de que la policía formara un cerco para que nadie se acercara.

Y luego llevé a mi casa todo lo que tenía en custodia para que al día siguiente fuera retirado. Entre otras cosas, la casulla que usó y que dejó de regalo a la Catedral de Asunción.

Nunca agradeceré lo suficiente ese regalo de la Mater, único e irrepetible. Y también le debo gratitud a la Familia de Schoenstatt paraguaya, que generosamente me dio esa hermosa oportunidad.



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Last Update: 12.04.2005 Mail: Editor /Webmaster
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