Un millón de personas en espera de ver a su padreMiércoles por la noche y jueves de mañana en Roma, una ciudad al borde del colapso ante el torrente de fieles de todas partes del mundo |
JPII, Simon Donnelly. Roma se ha visto desbordada, en todo sentido de la palabra: un millón de personas han hecho cola para ver los restos del Santo Padre, Karol Wojtyla. Todo el mundo sabía que era un Papa muy querido, ¡pero nadie tuvo en cuenta algo así! Anoche, la fila de gente comenzaba en el pórtico central de la basílica, atravesaba la Vía de la Conciliación (pasando por el centro de peregrinos alemanes) – tan sólo a lo largo de esa avenida se aglomeraban cientos de millares de fieles – ¡cruzaba el río!, y continuaba a lo largo de la otra orilla del Tiber (Lungotevere). Los periódicos locales afirman que en la ciudad se habla de un millón de personas formando fila. En permanente espera. Se movían tan sólo a razón de 10 metros por hora. Muchos se encontraban a un kilómetro de distancia, lo que básicamente implica que les resultaría totalmente imposible llegar a las puertas de la basílica antes de que el Santo Padre sea sepultado. El hecho de que esto pueda ser llevado a cabo – y está siendo llevado a cabo de manera extraordinaria por el Estado Italiano y las autoridades del gobierno local de la ciudad – es un tributo tanto para el Estado Italiano como para el pueblo italiano, como nación. Se han puesto a la altura de las circunstancias, que superan todo lo visto durante el Jubileo del Año Santo en el 2000. De hecho, hasta cierto punto, requiere el mismo nivel de organización que aquel evento, ¡sólo que en este caso demandó 48 horas ponerlo en funcionamiento! En esta gran urbe, donde nada parece funcionar como corresponde, lo más asombroso – como señaló un amigo alemán – es que de alguna manera... ¡funciona, sin embargo! Para un alemán o un inglés, la burocracia italiana es una verdadera pesadilla. ¡Da la impresión de que no existen las normas! Y sin embargo, aún así... en dos días, la ciudad de Roma ha desplegado un operativo para alojar a millones de personas que se anticiparon al funeral del Papa mañana, viernes. La ciudad no da abasto, y sin embargo lo está haciendo. Esta mañana el gobierno de la ciudad envió a través de la Guardia Civil millones de mensajes SMS (a todos los teléfonos celulares): "Desorbitante afluencia (de gente). A partir de las 10 PM del día miércoles, se cerró el acceso a las colas para ver al Santo Padre. El viernes, durante los funerales, el tráfico en Roma quedará interrumpido. La zona de San Pedro está colmada. En las plazas y en Tor Vergata se han colocado (maxi)pantallas". El gobierno está considerando la posibilidad de cerrar parte de la autopista de circunvalación del sur, para utilizarla como estacionamiento. Caminar entre medio del mundo de gente que hay en las callesNo sólo millares de italianos han venido a ver a su Papa, sino más de un millón de polacos se han llegado hasta aquí para verlo también, o en caso de no poderlo ver, despedirse de él desde el lugar más próximo a la Basílica de San Pedro al que logren acceder. Hay polacos que han venido sólo con lo puesto, y una profunda fe en Dios de que de alguna manera lograrán sobrevivir. Por suerte, es primavera aquí, y muchos polacos duermen en las calles. Estoy seguro de que muchos deben estar hambrientos a esta altura, pero honestamente no parece inmutarles en lo más mínimo. La ciudad provee en forma gratuita agua, baños, y posiblemente sándwiches también. Pero los polacos, en sí, se sienten felices tan sólo por el hecho de poder estar aquí. Es una experiencia de lo más ejemplar caminar entre medio del mundo de gente que hay en las calles. "Si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza...". La ciudad está llena de granos de mostaza estos días. Hay chicos y chicas Scout con sus respectivos capellanes, otros grupos de jóvenes acompañados de sacerdotes o religiosas, o que han venido solos. Hay grupos de Hermanas, de sacerdotes, entreverados en la fila con todos los demás, sin apelar a ningún tratamiento preferencial. Su solidaridad es un ejemplo extraordinario para mí. Las Hermanas croatas de nuestro seminario estuvieron siete horas en la cola, hasta que por fin se dieron por vencidas y regresaron a casa. Sé que se sintieron desilusionadas. No estoy seguro de que hayan logrado siquiera alcanzar la fila principal. Estaban en una de las dos filas gigantescas que desembocaban en la cola principal. Obviamente, todos tienen una historia personal. Anoche, una joven italiana llamada Sabrina me detuvo para preguntarme si podía hacerla ingresar a la Basílica. Le dije que me era imposible, y se sintió de lo más decepcionada. Había venido manejando desde algún lugar de Italia y había estacionado el auto en el primer lugar que encontró, rogando que no le hicieran una multa. Decidió que lo mejor que podía hacer era quedarse de pie al final de la plaza, donde se encuentran todos los equipos de los medios de comunicación, y rezar por su Papa. Me dijo que el Espíritu de Dios habitaba en él. No fue una suerte de disquisición teológica, sino que para ella era un hecho. "Romanos, abran sus hogares".Lo que no le conté a Sabrina fue que la noche anterior había intentado entrar a la basílica, con dos seminaristas amigos cuyo anhelo más profundo era ver por última vez al Santo Padre. Nuestras vistosas sotanas (túnicas) no causaron ningún impacto. Al cabo de numerosas negociaciones y saludos, logramos de alguna manera traspasar cinco niveles de seguridad y acercarnos a la basílica. Nos encontrábamos ya a los pies de la escalinata, cuando nos hicieron volver (tal vez se debió a la presencia de tres presidentes estadounidenses – ¡de los cuales ni uno sólo era católico! venidos para rendir su homenaje). Personalmente tuve la bendición de verlo el lunes. Otro de ellos intentaría nuevamente esta mañana, a través de un Cardenal. Los hombres "de rojo" pueden flanquearle el paso a quienes quieran. Aunque en un momento dado vimos a un Obispo ya mayor a quien no se le permitió ingresar con nadie más. En lugar de desaparecer sigilosamente por una de las puertas laterales, se fue a la fila con sus amigos. El ejemplo de profunda humildad fue una inspiración para nosotros. Como dijo mi amigo que no logró entrar: "Al ver el anhelo que tenían otros de verlo, y todo los sacrificios que habían hecho en esas largas colas de espera (de hasta 15 horas), no me sentí digno de entrar antes que ellos". Saliendo de la zona de San Pedro, camino al Estadio Olímpico, hay cientos de ómnibus estacionados cerca de la gigantesca tendopoli (‘carpa ciudad’), prevista para alojar al aluvión de peregrinos que siguen llegando. El intendente de Roma dijo esta mañana, en respuesta a la "invasión de fieles" (parafraseando a uno de los periódicos independientes locales): "Romanos, abran sus hogares". Les pidió a los habitantes de la ciudad que alojen a los peregrinos en sus casas, como hicieron para el Jubileo del Año Santo. Una amiga norteamericana me comentó que lo que más le impactó a ella y a su hijo, durante las doce horas aproximadamente que aguardaron en fila, fue la calma de los peregrinos, y la extraordinaria amabilidad y cortesía de los oficiales de la policía romana (¡lo que es totalmente atípico!). Vi gente que no era católica, fácil de identificar con sus velos musulmanes. Los seminaristas del Pontificio Colegio Norteamericano, entre otros, deambulaban entre la multitud, rezaban con la gente, les preguntaban por qué estaban allí, dándoles ánimo. Es muy motivador para nosotros, seminaristas, ver la fe profunda y sencilla de los cristianos, que han venido simplemente para estar presentes aquí. Iglesias y negocios lucen signos de despedida al Santo PaCuando nos retiramos de la atestada (pero organizada) zona central de la piazza frente a San Pedro – cinco días atrás colmada sólo de silenciosos residentes locales, mientras el Santo Padre yacía moribundo – nos detuvimos a mirar las pilas de velas y carteles que dejó la gente que lo amaba, con el deseo de ofrendarle algo. Son signos de afecto muy personales, muy íntimos. No son muestras de cortesía que se le rinden a un rey distante, sino palabras de cariño y afecto a alguien muy cercano a su corazón. Iglesias y negocios lucen signos de despedida al Santo Padre. Como muestra de homenaje, hay carteles pegados en las paredes, de grupos cuyos nombres no alcanzamos a leer ya que la letra es muy pequeña. El mensaje central, básicamente, es: "¡Gracias! Te extrañaremos tremendamente. Adiós". Los afiches del Municipio Romano dicen: "Gracias. Roma llora y rinde homenaje a su Santo Padre". Esta mañana, en la Vía del Corso – una de las principales arterias turísticas – el exterior de la pequeña iglesia del Gesù e Maria lucía un cartel: A Dio, Lolek, amico, martire dell’umanità. Maria ti accolga sulla soglia – Adiós (A Dios), Lolek, amigo, mártir de la humanidad. Que María te reciba a las puertas. ‘Lolek’ es su sobrenombre cuando chico, que viene de ‘Karol’. El afiche de la diócesis de Roma dice simplemente: "Gracias, Santo Padre – Tu diócesis". En las piazzas principales – incluyendo las del Popolo, Navona, Risorgimento y Tor Vergata – se encuentran emplazadas 25 gigantescas maxipantallas digitales, dispuestas para el funeral de mañana a fin de que todos puedan tomar parte. No sólo celebraremos la vida de Karol Wojtyla, sino también la esperanza y el gozo que nos brinda nuestra fe católica. Nadie se esperaba un estallido de dolor y alegría de este nivelY los negativistas, aquellos que dijeron (y siguen diciendo) cosas no muy favorables sobre este pontificado, parecen tener que enfrentarse al hecho de que la explosión de afecto es totalmente desproporcionada a cualquier sentimiento negativo que supuestamente, según dicen, despierta en muchos el Santo Padre. Algunas cadenas privadas de televisión extranjeras se encuentran abocadas a los preparativos para el funeral del Papa prácticamente durante las 24 horas del día. ¡Es fantástico ver lo asombrados que están! Citando a CS Lewis, hemos sido sorprendidos por la alegría. Una dulce ironía. Nadie se esperaba un estallido de dolor y alegría de este nivel. Y ahora, naturalmente, todos los medios se ven obligados a cubrir el evento, ¡ya que es imposible pasar por alto un evento que atrae a cinco millones de personas! Este hombrecito de un pueblito en las afueras de Cracovia, ha logrado movilizar por completo a una nación entera – Polonia – y en parte a otro país – Italia, y toda su capital. En algunos lugares del mundo, parece que están sumamente interesados en dilucidar y especular quién será el sucesor de Juan Pablo II. Pero a nosotros nos parece casi un sacrilegio hablar en esos términos. En primer lugar, mañana, entre lágrimas, daremos sepultura a nuestro Papa tan querido, Juan Pablo el Grande – como lo llamó ayer el jefe del Departamento de Defensa Civil, Gudio Bertolaso. Sólo después reflexionaremos sobre otros asuntos. Traducción: mca, Argentina Fotos desde RomFotos de encuentros Schoenstatt - Juan Pablo IICastelgandolfo 2004 |
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08.04.2005
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