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 published: 2005-04-08

"Vengo a despedirme de mi Padre"

Roma llora al Papa... y espera el evento más grande de su historia con más de 4 millones de peregrinos

„Voy a despedirme de mi padre“

“I come to say goodbye to my father”

“Ich komme, um mich von meinem Vater zu verabschieden.”

 
 

Cartel de la Ciudad de Roma: Roma llora y saldua a su Santo Padre

The Rome Municipality's adieu poster: "Rome weeps, and greets its Holy Father".

Plakat der Stadt Rom: “Rom trauert und grüßt seinen Papst.”

 
 

Miles de peregrinos esperan

Thousands of pilgrims waiting

Tausende von Pilgern auf dem Weg zum Vatikan

 
 

Iglesia peregrina

Pilgrim Church

Pilgernde Kirche

Fotos: Donnelly © 2005

 

ROMA, P. Alberto Eronti. Tras faltar de la ciudad eterna 9 días, hoy he querido caminar las calles, ver y oír la gente, estar en la Plaza de San Pedro, dejar que estos días de excepción hablen. Ya en la Estación de trenes de Termini se notan los cambios: guardias reforzadas, puntos de emergencias varios, ambulancias, bomberos, los autobuses de las líneas 40 y 64 (Termini-Vaticano) en largas filas y partiendo uno tras otro con su carga de peregrinos. Las avenidas principales están prácticamente libres de autos. Las propagandas de las elecciones políticas del pasado fin de semana aparecen, en buena medida, cubiertas por carteles con la foto de Juan Pablo II, en los que se leen frases como estas: "Grazie!, Roma llora y saluda a su Papa", "Un hombre bueno", "Gloria al Papa de la paz"…

Roma, martes 5, de tarde. Al llegar al río Tiber el tránsito es desviado. La policía, la Protección Civil y los Voluntarios ordenan y orientan la afluencia interminable de gente. Ambulancias, puestos de Socorro y Ayuda, distribución de agua, todo funciona. Al inicio de la Via della Conciliazione, junto al río, se ha montado el estrado para los medios de información. Un verdadero bosque de antenas y decenas de aparatos electrónicos les permiten a los periodistas y camarógrafos hacer su trabajo informativo. Se ve todo tipo de gente, pero abundan los jóvenes. Toda Italia se ha movilizado, también Europa. Se habla de una cantidad enorme de peregrinos de Polonia. La columna para ver al Papa, colocado ante el baldaquino de la Basílica, tiene un frente de 20/25 personas, se inicia junto al río y alcanza un largo de 1.000 metros Se demora entre 5 y 7 horas para poder estar unos segundos junto al Pontífice, pero todo se soporta con tal despedir al padre amado.

Enseñando que un mundo diferente es posible

A lo largo de la Via della Conciliazione se pueden ver las grandes pantallas de TV, que hoy transmiten sólo por "Telepace". Se ven imágenes del interior y exterior de la Basílica Vaticana, se oye música sacra o textos de las Escrituras, también comentarios y reflexiones, se reza el Rosario. No hay bullicio, todo expresa una extraña serenidad. Si se presta atención durante algunos minutos, se pueden oír las más diversas lenguas, ver la multitud de razas y vestimentas. Uno puede imaginar la belleza de un mundo unido, pacificado. Todo lo motiva un hombre. Un hombre de estatura espiritual gigantesca, un apasionado por Cristo, la Iglesia y el hombre. Un religioso que acompañaba un grupo de peregrinos franceses les decía refiriéndose al Papa: "Creyó en Dios, por eso creyó en lo mejor del hombre y su dignidad. Le anunció al hombre que, en su Cristo, Dios le amaba sin distinción de raza, religión o cultura. Para anunciarlo recorrió los cinco continentes proclamando el amor de Dios y enseñando que un mundo diferente es posible…"

Acunado por María

Roma, 21,00 horas. La ciudad, como de costumbre, se ha vestido de luces. Hay mucha gente en las calles, los buses van colmados hacia el centro histórico. La temperatura ha bajado considerablemente. Al llegar al Vaticano se ve la larga cola de gente avanzando a un ritmo más ágil que por la tarde, la Basílica cerrará entre las 2,00 y las 5,00 horas. Se ven ya grupos de jóvenes que se preparan a pasar la noche a fin de ser de los primeros cuando se abran las puertas en la madrugada.

El Padre Ludovico, el P. Fernando Baeza y yo fuimos invitados a rezar junto al Papa por unos amigos entrañables. Pasamos todos los controles y entramos por el costado del templo. Llamaba la atención el silencio, la concentración, la atmósfera de oración. Pudimos acercarnos a la zona reservada y ver al Papa muy de cerca. Impresionaba verlo tan quiero, tan pequeño. Revestido con alba y casulla roja, el cayado de pastor descansaba sobre su brazo izquierdo. Llama la atención sus zapatos de cuero recio, propios de un peregrino, que reemplazan las habituales zapatillas rojas. No pude menos que pensar en la "Pietà" de Miguel Ángel, que se expone al lado derecho de la entrada a la Basílica. Imaginaba al Pontífice acunado por María, a quien él quiso "pertenecer totalmente". No hay "lugar" más anhelado que el regazo de la madre, María lo es y admirablemente.

Cardenales, Obispos, embajadores, religiosos y laicos rezando en torno a Juan Pablo II

A ambos lados del baldaquino se veían enfermos en sillas de ruedas, ellos siempre tuvieron un lugar cerca del corazón del Papa y ahora podían rezar cerca de su cuerpo. Me concentré. Me uní a Juan Pablo II en el espíritu, no me salía pedir por él, sino orar con él. Sentí que llevaba a todos aquellos que en ese momento habrían deseado estar ahí, rezando, agradeciendo a Dios que "ha hecho grandes cosas" en este hombre excepcional. Tras unos 15 minutos miré el entorno. En la zona cercana al Papa rezaban algunos Cardenales (se distinguía al Card. Dionigui Tettamanzi, Arzobispo de Milán), Obispos y Monseñores de la Curia y el Vicariato de Roma, embajadores, religiosos y religiosas, laicos. El Arzobispo Stanislaw Dziwisz, que por más de 30 años fuera el secretario privado del Pontífice, atendía con delicadeza a cuantos se aproximaban a él. Me acerqué, le saludé y le agradecí por todo lo que él había servido al Papa y, por eso mismo, a la Iglesia. Me abrazó emocionado y, aunque quiso decir algo, no pudo hablar con lo cual me apretó el brazo y se despidió.

Roma está viviendo una experiencia única, no hay memoria de una concentración de gente como la que se vive y se espera aún. La "ciudad eterna" siente que los hechos la han convertido en la "capital del mundo", y lo es porque en ella está "la sede vacante" de Pedro y lo seguirá siendo hasta que esa "sede" sea nuevamente ocupada. Razón tienen los que se preguntan cómo podrá el nuevo Papa ganar el corazón de las gentes. Deberá ser, seguramente, otra genialidad del Espíritu, aunque la disposición natural debiera ser no comparar… ¿será esto posible? Mientras con dolor y esperanza hacemos el duelo, le imploramos a la Madre de la Iglesia que nos cobije como a Juan, para sentirnos "discípulos amados" en esta hora de gracia.

Esperan 13 horas para ver al Papa una vez más

Roma, jueves 7. Ayer ha sido un día intenso, imposible de imaginar y contar, si no se ve y oye en directo, todo lo que trasmiten los medios tiene algo de irreal a la vez que intensamente interrogativo. ¿Cómo es posible esto? ¿Cómo explicar tamaño amor a una persona? Roma ha estado al borde del colapso, si no fuera por la firmeza y realismo del Director Nacional de la Protección Civil, sin duda habríamos asistido a un caos imprevisible en la "ciudad eterna", devenida en "capital del mundo". Anoche, a las 22,00 horas, ya nadie pudo sumarse a la larga fila para ver al Papa. Esta decisión "salvó" al entorno del Vaticano. Miles de peregrinos que han llegado y que están llegando sólo podrán despedirse en la Misa de mañana viernes.

Me impresionaron intensamente los comentarios y los rostros de los jóvenes en la tensa espera de ver al Papa (ayer se llegó a superar las 14 horas de espera). Pude ver a una joven periodista haciendo entrevistas a un grupo de peregrinos, a uno de los cuales le pregunta: "¿Desde cuándo está usted haciendo fila?", el muchacho la mira fijo y responde: "Yo no estoy haciendo fila, yo estoy camino a ver el Papa". Evidentemente hay una diferencia, y el joven supo marcarla. Los preferidos de los periodistas fueron los jóvenes, les preguntaban con insistencia por qué hacían semejante esfuerzo. Las respuestas, mal que le pesen a muchos, tuvieron una coincidencia notable: "Vengo a despedir a mi padre". "Yo nací cuando guiaba la Iglesia Juan Pablo II, ha sido como una luz en mi camino, ¿cómo no voy a agradecerle lo que ha sido para mí?". Pero no sólo los jóvenes, también los ancianos testimoniaban su amor agradecido "al hombre de Dios".

¿Cuántos se acordarán un día de Hans Küng, Reyes Mate, Leonardo Boff…?

Los periódicos ya comienzan a traer algunos artículos que señalan las falencias y los posibles errores del Papa Wojtyla. De los que he leído, el más crítico y duro pertenece al teólogo Hans Küng. ¿Qué puedo decir? Si Juan Pablo II no hubiese errado, sería Dios. No lo era. Pero recuerdo una anécdota que seguramente viene a cuento. Cuando murió el Papa Juan XXIII, un Cardenal dijo a algunos medios: "Nos llevará 50 años reparar lo que este Papa destruyó en cinco". ¡Qué humor el de Dios y qué vanidad la de los hombres!, de ese Cardenal nadie habla, pero Juan XXIII ya es beato y son miles los que rezan junto a sus restos. ¿Cuántos se acordarán un día de Hans Küng, Reyes Mate, Leonardo Boff…? ¿Cuántos llorarán por ellos cuando mueran? Definitivamente: una cosa son los errores que un hombre pueda cometer, otra es la capacidad que tuvo de amar y ser amado. He aquí el asunto.

El Papa que cambió el mundo

El periodista Marco Politi, del diario "La Repubblica" (periódico de izquierda), ha escrito, como es común en él, un artículo excepcional por su veracidad y el realismo. Me ayudó a reflexionar, por lo que usaré sus ideas resumidas para, unidas a las mías, compartir la vivencia de esta hora de la Iglesia y el mundo. El Papa Juan Pablo II

  • Ha doblegado el mundo y entrará en la historia. Ha hablado a todos y ha sufrido, por eso ha sido amado y comprendido por los simples y sencillos. Ha tenido equivocaciones, pero deja una herencia preciosa. Ha soñado con una Europa unida y ha desafiado el liderazgo de Estados Unidos…
  • El Papa Wojtyla que hace "olas" con los jóvenes en Torvergata. El Papa Wojtyla delante del muro de los lamentos, en oración profunda. El Papa que abraza al Rabino Traff en la Sinagoga de Roma, que medita silencioso y reverente en la Mezquita de Damasco, que acaricia la tumba de Gandhi, que da la palabra a los indios del Perú (porque no tienen voz). Portavoz de los derechos humanos. El Primado de la Iglesia Anglicana que le besa el anillo del pastor… El Papa Wojtyla que viaja a todo el mundo, que usa todo medio de comunicación. El Papa que ríe con los jóvenes, que abraza a los niños, que juega con su bastón, que amonesta… ¡tan pastor, tan humano! ¡Tan fuerte y tan frágil!
  • Nunca un líder ha hablado ante tamañas multitudes, nadie ha penetrado tan profundamente el corazón de las gentes. Cuando aún no se hablaba de "globalización" el Papa Wojtyla intuyó la necesidad de universalizar el papado. Lo hizo, ¡y cómo! Todos los que aspiren a sucederlo tendrán que enfrentarse con una herencia pesada, porque tras un cuarto de siglo itinerante, ningún Papa podrá quedarse ya encerrado en el Vaticano, deberá ser cada vez más "un Papa de los cinco continentes".
  • Pero la verdadera naturaleza del Papa Wojtyla, la raíz de su actuar, se encuentra "más allá", hay que bucear en el fondo de su alma. Juan Pablo II ha sido un místico, basta con ver cómo oraba. Cuando se recogía en plegaria delante de una imagen santa -preferentemente de la Virgen- se asistía a una inmersión en los abismos del espíritu. Orar, para él, significaba abandonarse totalmente, perdidamente, en los brazos de Dios. Su rostro cambiaba y sus gestos irradiaban las noticias del Espíritu. De esta fuente mística nació la convicción total de la dignidad del hombre. Para él, el hombre no era sólo "imagen de Dios", como enseña la Biblia, sino también "la gloria de Dios".

Su herencia en las manos de la Juventud

Veinticinco años que han cambiado totalmente la percepción del papado a los ojos del mundo. Con él, el papado ha dejado de ser sólo la referencia de los católicos, para hacerse referencia del mundo, de cada hombre de "buena voluntad".

Pero es a los jóvenes a quienes dejó su testamento, un programa de vida:

"No tengan miedo de caminar por las calles, ir a las plazas de las ciudades y pueblos. No es el tiempo de avergonzarse del Evangelio. No tengan miedo de romper con los moldes cómodos de una vida cómoda. Jóvenes católicos del mundo, no desilusionéis a Cristo, en vuestras manos portad la cruz, en vuestros labios la Palabra de vida…"

Las palabras no alcanzan para expresar todo lo que se vive hoy. Pienso en lo que el Fundador de Schoenstatt señalara como "la importancia fundamental de los modelos". Es que sin modelos atrayentes, los jóvenes y la humanidad caminan sin brújula.



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Last Update: 08.04.2005 Mail: Editor /Webmaster
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