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 published: 2005-04-12

Este Papa y este Schoenstatt

Una reflexión de Padre Joaquín Alliende Luco, desde Roma, en la víspera del entierro de S.S. Juan Pablo II

Totus tuus – Encuentro con las Hermanas de Maria, 1994

Totus tus – Encounter with the Schoenstatt Sisters of Mary, 1994

Totus tuus – Begegnung mit den Marienschwestern, 1994

 
 

En el Santuario de Koszalin, Polonia

In the Shrine in Koszalin, Poland

Im Heiligtum in Koszalin, Polen

 
 

Bendición para la Campaña del Rosario

Blessing for the Schoenstatt Rosary Campaign

Segen für die Kampagne der Pilgernden Gottesmutter

 
 

Padre de todos – Castelgandolfo 2004

Father of all – Castelgandolfo 2004

Unser aller Vater – Castelgandolfo 2004

 

Gracias, Santo Padre

Thank you, Holy Father

Danke, Heiliger Vater

Fotos: Archiv/Reid © 2005

 

JPII, P. Joaquín Alliende Luco. En 1985, en torno a la celebración del Centenario de nuestro Fundador, tuve repetidos contactos con la secretaría personal de S.S. Juan Pablo II y después también con él. Pude así conocer el gran aprecio del Santo Padre por Schoenstatt. Él quería darnos un importante reconocimiento público en la Iglesia, lo que ocurrió de hecho en el valioso discurso que pronunció en la Audiencia Especial del 20 de septiembre de ese año, cuando recibió a nuestra Familia internacional en el Aula Pablo VI.

Antes y después pude tener otros encuentros directos con la persona y el pensamiento del Santo Padre. Todo ello compone una percepción de fondo acerca de la relación entre su Pontificado y Schoenstatt. Esquemáticamente la resumo, mientras aquí en Roma estamos en la vigilia del entierro del gran Papa iniciador del tercer milenio.

El Papa mariano, el del "Totus Tuus, María"

No sólo por su amor intenso, místico, a nuestra Madre. Junto a la vivencia íntima, Schoenstatt y Juan Pablo II afirman que María es el programa y el instrumento antropológico-teológico para el humanismo cristiano en la nueva época de la historia. En la carta de los Obispos polacos a todos los episcopados del mundo en razón del milenio del bautismo de Polonia, dan ellos un testimonio clave. Dicen: "El secreto de la ‘Polonia semper fidelis’, el secreto de nuestra probada fidelidad a Cristo y a su Iglesia es María, nuestro amor a Ella". El P. José Kentenich subscribe esa sentencia con el vigor de todo lo dicho y hecho por él, tratándose siempre de un marianismo trinitario, crístico, eclesial, eucarístico, antropológico.

El "Pater gentium", el "Padre de los pueblos"

Mirando el río de millones de personas que cruzan el Tíber hacia la Basílica de San Pedro, percibo hasta por los poros que esa multitud es una familia de huérfanos. Acuden a besar con los ojos el cuerpo del padre común. Del "Papa-Papá", como dicen los polacos. Una tremenda nostalgia, una irresistible hambre de padre, encontró en Juan Pablo el icono, el "trasparente" (P.K.) de Cristo Hijo y Padre, Cordero de Dios y Pastor de cada hombre. Es el Cristo que develara su íntimo misterio, diciendo "quien me ve a mí, ve al Padre" (Jn 14,8). Ese Cristo es Cabeza de su Cuerpo que es la Iglesia Esposa. Pero no solo. Es Primogénito de todos los hombres, de cada uno personalmente, de todo el hombre y de cuantos aparecieron y aparecerán en la historia. Y Padre de todos los pueblos. Ambos, José y Karol, fueron probados en el yunque de la cruz hasta el extremo de Cristo en el Calvario. Ambos son padres del Gólgota, con la Nueva Eva junto a ellos. Ambos miran desde esa torre alta a todos los pueblos, a todas las culturas, a cada existencia personal sobre la tierra. Dilexit Ecclesiam, sí. Pero no eclesiocentrismo, un encerrarse en la Iglesia, Jesús se entregó por todos, "por la vida del mundo" (Jn 6, 51). Murió Cristo y Juan Pablo y José Kentenich. Esto es toda una biografía secular, de proyección hacia los laicos, hacia la historia de todos. Pero es acción paterna práctica, pedagógica. Por esa nueva pastoral de la paternidad, el Fundador arriesgó la vida de Schoenstatt el 31 de mayo de 1949.

El custodio y promotor de la libertad y la dignidad

Juan Pablo II y nuestro Fundador fueron suscitados por el Espíritu Santo con relación al pensamiento personalista-comunitario del siglo XX. Hay que comprenderlos también como preparadores y proyectores del Concilio Vaticano II. Quien redactó textos fuertes, punzantes, del Concilio sobre la libertad de conciencia, fue el Cardenal de Cracovia. El gran profeta que se levanta contra los colectivismos, violentos o sutiles, del siglo XX, es nuestro Fundador. Por eso el Papa condenó la guerra en Irak y con apasionamiento fue abogado de los pobres de América Latina. Por eso, el P. Kentenich desarrolló la pedagogía del ideal personal a modo de exigencia y presupuesto esencial para la comunión fraterna (la de los hijos-hermanos). Ambos nos enseñaron que el amor es personal o no es amor. Ambos proclamaron que sólo en la entrega al tú se puede llegar a ser auténticamente persona. Amor al tú íntimo, al nosotros dialógico y al nosotros extendido sin fronteras excluyentes. Tanto es así, que nuestro Fundador escribió al brasileño P. Máximo Trevisán: si en el mundo latino no se enseña una piedad mariana que impulse a las urgentes reformas sociales en favor de los pobres, esa piedad no es creíble. Y porque ambos son realistas, nos advirtieron que el amor de la Trinidad y de María por nosotros, y el amor entre nosotros los seres humanos, es siempre misericordia. Es clemencia, perdón, mano tendida para recomenzar cada jornada en la pura y dura y hermosa cotidianidad. Ambos, de cara al Padre de Jesús, resumen todo en breves palabras: Gloria a la Trinidad Santa. Misericordia tres veces admirable de Dios. Victoria de Dios con María en el hombre, en los pueblos.

P. Joaquín Alliende, Roma, víspera del entierro de SS Juan Pablo II



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Last Update: 14.04.2005 Mail: Editor /Webmaster
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