Viernes, 8 de abril, Misa en Roma... San Pedro, y más allá Friday, April 8, Mass in Rome, St. Peter’s, and beyond Freitag, 8. April, Messe in Rom, Petersplatz, und darüber hinaus
El mundo se reunió The world came together Die Welt schien hier zusammen zu kommen
Sencillez que conmueve.... Moving simplicity Bewegende Schlichtheit
Gracias, Santo Padre Thank you, Holy Father Danke, Heiliger Vater
Una iglesia unida A united church Einige Kirche Fotos: Donnelly © 2005

ROMA, P. Alberto Eronti. Una verdadera «Jornada Mundial de la Juventud» o un «acontecimiento histórico», con dos mil millones de personas siguiéndolo por TV, han supuesto las exequias de Juan Pablo II. Tras la muerte del Papa el pasado 2 de abril, Roma se convirtió en meta de peregrinación de millones de fieles, deseosos de dar su último adiós al Santo Padre y de participar en los ritos de sus exequias entre el lunes y el viernes. Ahora el Papa descansa en paz y vive en la "Generación JPII" y mucho más allá.

Roma, viernes 8 de abril. Anoche la "ciudad eterna" lucía como una "ciudad tomada" por los miles de jóvenes, y no tan jóvenes, que habían ido llegando a lo largo del día. Son aquellos que había "recorrido kilómetros y kilómetros de fe". Con la simplicidad que los caracteriza, los "Papa boys" no se complicaron mucho para pasar la noche, cualquier espacio verde servía para ello. Así las plazas y parques, las avenidas con canteros y todo espacio verde se convirtió en un gigantesco camping. Cientos de pequeñas tiendas de campaña se levantaron rápidamente, de lo que se trataba era de pasar la noche en un lugar estratégico para ocupar ya en la madrugada los lugares previstos y no perderse nada del funeral del Papa Juan Pablo II. La sensación de las autoridades era que Roma había logrado acoger y atender aceptablemente a los más de dos millones de peregrinos.

Para facilitar la participación de todos el Municipio instaló grandes pantallas de TV en las plazas estratégicas y lugares amplios. Así las Basílicas de Santa María Mayor, San Juan de Letrán y San Pablo extramuros; el Coliseo, la enorme explanada del Circo Máximo, Tor Vergata, la Piazza del Popolo… concentrarán a miles de personas. El Vicariato de Roma ha previsto la distribución de la Comunión en esos lugares, por lo que se movilizarán cientos de sacerdotes y ministros de la Eucaristía. ¡Todos están invitados a la Mesa del Reino! En muchas ciudades de Italia se hará lo mismo, en lugar de que la gente quede en su casa siguiendo el funeral por TV se le ofrece hacerlo en comunidad.

El testamento de Juan Pablo II

Anoche era comentario general el testamento del Papa Wojtyla. Impresiona la "ligereza de equipaje", no deja nada que distribuir porque nada poseía. O mejor, lo que poseía lo recibía como don: el amor de la Iglesia y de los hombres de buena voluntad. De lo material, nada. Parientes, solo lejanos. Una vez más se revela con honda sencillez el amor profesado a María, "la Madre de mi Maestro". De ella se hizo "Totus tuus", para ser todo de Jesucristo y todo de la Iglesia y de los hombres. Emociona su proceso interior respecto al lugar de su sepultura, hace algunos años habló de ser enterrado en su "tierra amada", Cracovia. Más tarde hasta a eso renunció, pidiendo que se le colocara en la tierra desnuda, al igual que a Pablo VI, en cuyo testamento se inspiró. Al quedar en la "Catedral del mundo", millones de peregrinos podrán llegar hasta su tumba, en la cripta vaticana. Será, sin duda, un lugar de oración y encuentro, de añoranza y paz, junto al padre y pastor de todos. También de él podemos decir que "amó a la Iglesia", amó a todos los hombres, pueblos y razas. Conmueve su pedido de perdón y su solicitud de oración para que la misericordia de Dios lo acune.

Un mundo unido es posible...

Jueves de tarde. Ya todo terminó, el Papa descansa en paz y en la Paz que es Dios mismo. Del funeral no quiero decir sino alguna cosa que me impresionara, porque seguramente todos lo han visto por TV. Llamaba la atención que tras su muerte el Papa Wojtyla ha logrado algo increíble: que los hombres se experimentaran como "uno". Entre los más de 200 jefes de estados, reyes y representantes de diferentes países, había algunos que habían combatido o que aún ahora tienen diferendos. El Papa los había reunido en su persona y ahora estaban en la Plaza del mundo.

El clima era de serenidad, de paz y alegría tras un fin de semana de fe dolida. Se rezó con recogimiento y esperanza. Hoy son muchos los que piensan que la herencia se hace misión. Cada vez que la imagen del Papa aparecía en la TV mostrando momentos culminantes de su vida, se le aplaudió como si las tomas televisivas fueran en directo. Se le sentía vivo. El entorno del obelisco de la Plaza de San Pedro albergaba muchos cirios y lámparas encendidas, también miles de cartas y mensajes a Juan Pablo II.

"Podemos estar seguros de que nuestro amado Papa está ahora en la ventana de la casa del Padre, nos ve y nos bendice"

El comienzo de la celebración de la Misa fue impresionante, la entrada del féretro atrajo todas las miradas. Lentamente fue llevado hasta la alfombra colocada delante del altar. La austeridad del entorno, la falta de flores, la soledad del Cirio Pascual, todo hacía centrar la mirada en el féretro y el libro de los Evangelios que, por el viento, quedó inclinado hacia un costado, tal como inclinado había vivido el Papa los últimos meses.

La homilía la escucharon y seguramente que ya estará en los medios. Me impresionó la calidez de la misma, el cariño con el que el Cardenal J. Ratzinger la preparó y la leyó. También me parecieron adecuadas las tres frases evangélicas que, según el Cardenal, resumían el recorrido interior del Papa: la elección, el dar la vida por las ovejas y el permanecer en el amor de Jesús, que es el amor del Padre al Hijo y a los hijos. En estas citas está "el alma entera de Juan Pablo II", como subrayó alguien. Fue un Papa que despertó a los somnolientos y alentó a los cansados. Que marcó un itinerario y afirmó que a Cristo no hay que temerle, sino abrirle las puertas del corazón. Murió como había vivido: dando la vida. Los años finales fueron de gran sufrimiento físico, pero no se quebró, no se ocultó, no mintió. Dejó que se le viera herido, pero caminando, apoyado en el "Cayado" que es Cristo mismo. Bella la referencia a la Virgen como Madre de la Divina Misericordia. Madre a la que el Papa recibió en "su casa" con el mismo amor de discípulo e hijo que la recibió San Juan al pie de la cruz. La referencia a "la ventana cerrada" del palacio papal y a la última bendición "a la urbe y al mundo", dada el domingo de Pascua, tocó el corazón de todos: recién se va y, ¡cuánto lo extrañamos!

"Santo subito", santo ya

Entre los asistentes me impresionó Don Estanislao (así lo llama el Papa en su testamento, por casi 40 años secretario del Papa), con su dolor sereno de hijo, sacerdote y obispo. También el Hno. Roger, de la Comunidad de Taizé, en su silla de ruedas y con su hábito blanco que nos recordaba al Papa impedido de caminar, pero presente donde la Iglesia y los hombres lo necesitaron.

Pero la mirada de todos estaba atrapada por el féretro de ciprés, con el escudo de Juan Pablo II grabado en la parte superior. ¡Tan pequeño se veía al gigante! ¡Tan pequeño el gigante y tan grande su herencia! Mientras la multitud coreaba: "Santo, Santo", pidiendo su canonización por aclamación, los cientos de banderas polacas se agitaban en el último adiós. En un gran cartel, sostenido por dos jóvenes, se leía: "Santo subito", santo ya.

El final fue conmovedor. Junto a los Cardenales que rodeaban el féretro se reunieron los representantes de las Iglesias Orientales que, en griego, rezaron el responso. ¡La unidad de las Iglesias en torno a Pedro!, el sueño de los últimos Papas estaba realizado en los hechos. Al final el aplauso interminable, última caricia al Papa amado. Termino con las palabras de un joven: "Ahora, a seguir adelante, sin miedo, como él nos enseñó y como él lo hizo". Sí, adelante, hacia un nuevo Papado para seguir caminando el nuevo siglo y el tercer milenio.