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 published: 2005-04-12

Entretiempo de la Iglesia

Algunos rasgos de Juan Pablo II

Entretiempo de la Iglesia

The Church “between” two eras

Eine “Zwischenzeit”, eine “Übergangszeit” der Kirche

Foto: Donnelly © 2005

 

ROMA, P. Alberto Eronti. La familia de Dios, que es la Iglesia, está viviendo un "entretiempo". Es el lapso entre el Papa que partió y el que esperamos. Son los días de la novena de Misas que se celebran en la Basílica de San Pedro y que cada día preside un Cardenal diferente. Son, por eso, los días del duelo oficial. Terminada la novena los Cardenales electores entrarán en el Conclave ("con llave") para elegir al próximo Papa. Querría aprovechar el tiempo del duelo para recordar algunos rasgos de Juan Pablo II, como de las tareas que enfrentará el sucesor.

Son muchos los que preguntan por los rasgos más salientes del Papa fallecido. Es difícil decirlo, cada uno podría hacer una larga lista. Yo aportaré algo de lo que pude ver en el "hombre de Dios" que fue Juan Pablo II. También muchos preguntan los desafíos más coincidentes que tendrá el nuevo Papa.

Juan Pablo II fue un hombre de fe inmensa.

Alguien la llamó "fe del carbonero", para mi no fue así. La suya fue una fe sólida, profundamente arraigada en sus afectos y fundamentada en un pensar de rasgos originales. Pero si el apóstol Pedro mereció las palabras de Jesús "bienaventurado eres" (Mt.16), lo mismo podemos decir de la fe del Papa Wojtyla. Esta fe fue el hontanar de su oración. Verlo orar fascinaba, se le percibía sumergido en las honduras del Espíritu, en una actitud de encuentro y diálogo íntimo con Dios. Sin duda le fueron concedidas gracias místicas. Tuvo en María su Madre y Educadora, "la Madre de mi Maestro" la llama en su testamento. A ella se entregó por entero, tanto que su lema, dirigido a ella, fue: "totus tuus". Quizás por aquello que, "para ser esclavo del Hijo, primero hay que ser esclavo de la Madre". Al igual que Jesús y en su nombre, "hablaba con autoridad" y fue un hombre creíble. Supo amar "hasta consumirse de amor", se "gastó y desgastó" por la Iglesia y la humanidad.

Su amor a la Iglesia

Su amor fiel a la Iglesia posee rasgos conmovedores. Con motivo de una de las primeras visitas a las parroquias de Roma, dijo algo que revela su amor a la Iglesia: "…yo quiero ser el esposo fiel de esta Iglesia de Roma, a la que quiero amar con todas mis fuerzas". Ningún Papa de los tiempos modernos visitó casi el 90% de las parroquias de Roma, cosa que hizo Juan Pablo II. Su amor apasionado por Jesucristo y la Iglesia, le llevaron a ser anunciador convencido de la dignidad suprema del hombre. Dignidad que nace de ser "creación de Dios", llamado a ser su "imagen y semejanza" y la manifestación "de la gloria de Dios". Esta convicción sin fisuras lo llevó a amar a todos los hombres y a cada hombre, sin distinción de edad, nación o raza. Manifestó su predilección por los jóvenes, a quienes encargó "el futuro de la Iglesia y del mundo". Ellos se sintieron comprendidos, valorados y fueron receptores de su confianza y su amor.

Remar mar adentro

Afirmado en la Roca de Pedro, no le temió a la barca del pescador. Supo remar como pocos "mar adentro", hasta los confines del mundo y acabando con un estilo de Papado, como ya había insinuado su predecesor, el Papa Pablo VI. Jesús envió a los apóstoles hasta "los confines del mundo", Juan Pablo II lo tomó absolutamente en serio y ningún líder religioso se hizo tan global, ya antes que la "globalización" fuera una palabra de moda. Tenía la convicción íntima de que la Iglesia no estaba en decadencia, por decidió convocarla y hacerla sentir "pueblo y familia de Dios". ¡Vaya que lo logró!

Ser Pastor

Con su hacer emergió un nuevo perfil de "ser pastor": todo el mundo fue su "ocupación predilecta". Tuvo una conciencia y una noción particular de Occidente y con ello de Europa. Ningún Papa ha hablado y escrito como él sobre Europa. Su visión no se fundaba en el pensar político, económico o sociológico. No, Europa nació y se hizo con la fe en Jesucristo y tuvo en San Benito, llamado "el padre de Europa", un instrumento excepcional. No se entiende esta parte del planeta sin el Evangelio y por lo tanto sin la Iglesia. Reflexionó como pocos en los por qué de las dos últimas guerras mundiales y el horror que provocaron. Percibió que los Balcanes -punto de encuentro de culturas y religiones- eran como un nudo que había que desentrañar para entender las corrientes profundas que impulsaron los conflictos armados. Pensador, filósofo, artista, poeta…hombre de su tiempo. Fue sacerdote, obispo, pontífice hasta el extremo de su amor, identificándose con Jesús, "el Buen Pastor que da la vida por las ovejas". Nadie, en los últimos 25 años hizo lo que él por la paz, por la libertad y la justicia de los Pueblos. Su apertura y respeto por el pueblo judío y los países musulmanes fueron una llave para el dialogo y por eso para la oración en común y la paz Buscó caminos para el ecumenismo, pero no siempre encontró eco, pero donde respondieron a su llamado o aceptaron su presencia mucho se caminó en busca de la unidad quebrada.

Impresionante lo que hizo Juan Pablo II, enorme lo que queda por hacer.

¿Lo hizo todo? No. Fue un hombre. Hizo solo lo que pudo y seguramente todo lo que pudo, esto ya es grandeza. Al nuevo Papa le quedan grandes y pesadas tareas sean por continuar, inconclusas o por iniciar. Cito algunas de las más nombradas en el ámbito romano. El nuevo Papa no podrá abandonar ciertos usos pastorales de Juan Pablo II. Nos resulta impensable un Pontífice encerrado en la ciudad del Vaticano. Pero hay preguntas que esperan respuestas, nuevas situaciones que iluminar desde el Evangelio. La realidad mundial, la globalización, la deuda externa de muchos países y la creciente pobreza de muchos de ellos. Los desafíos de la medicina y la ética. La moral sexual y la planificación familiar. La corrupción de la política, la economía y la ciencia. Un esfuerzo renovado por la paz. La deserción de muchos bautizados y la opción por otras religiones, sectas o simplemente el ateísmo práctico o la indiferencia, son desafíos grandes para la Iglesia en el inicio del siglo XXI. La crisis sacerdotal por los escándalos sexuales, la falta de vocaciones sacerdotales y religiosas. La pastoral de las parroquias y su adecuación a una realidad siempre cambiante y variada. El lenguaje y los signos de la liturgia, a menudo incomprensibles y lejanos del hombre urbano. La inserción más clara y abierta del laicado en el hacer de la Iglesia, en particular el rol de la mujer. La función del Papado, de las Congregaciones, Consejos y Comisiones Vaticanas y el deseo de una mayor descentralización en la Iglesia universal. La familia, los separados, divorciados, las nuevas uniones. Los centros de educación -escuelas, colegios, Institutos, universidades, que están dirigidos por miembros de la Iglesia- llamados forjar hombres y mujeres de bien, aptos para la sociedad y testigos de Jesucristo. Todo esto pide, sin duda, continuar y fortalecer el diálogo de la Iglesia con el mundo, que fuera el "programa" de Pablo VI y el Concilio.

Impresionante lo que hizo Juan Pablo II, enorme lo que queda por hacer. Por eso, mientras hacemos el duelo, preparamos con oración el camino del nuevo Papa y el miramos el futuro con realismo y responsabilidad, con fe, esperanza y amor. Algo nuevo está ocurriendo… ¡es el Espíritu que aletea sobre la creación para crear y recrear! Es fascinante vivir este tiempo de la Iglesia, del mundo.

La Iglesia siempre se esta haciendo, es roca y barca. Imaginando los rasgos de la Iglesia de la nueva ribera, el Padre Kentenich decía: (La Iglesia es) "una barca que no teme el oleaje de la tormenta. Una barca que hiende con coraje el mar embravecido de la confusa y compleja vida actual. Repito: se trata de una concepción dinámica de Iglesia, de la urgente consigna de que todo el mundo de hoy sea tocado por la Iglesia".



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Last Update: 12.04.2005 Mail: Editor /Webmaster
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