Madrugada del 8 de abril: adoración en el Santuario de Ciudad del Este, despues del funeral del Papa In Paraguay, April 8 is dawning: Eucharistic adoration after the funeral of the Pope In der Morgenfrühe des 8. April: Eucharistische Anbetung im Heiligtum in Ciudad del Este; eben ist die Übertragung der Beisetzungsfeier beendet Foto: Morales © 2005
Gracias, Santo Padre! Thank you, Holy Father! Danke, Heiliger Vater! Foto: Velasquez © 2005

PARAGUAY, Gloria Ruiz. El día había amanecido gris, con una humedad que sofocaba, lo que unido al silencio característico de un día que había sido decretado feriado por duelo, parecía hablar por sí solo del pesar y la tristeza que nos embargaba a todos. Ese día también comenzado muy temprano, ya que a partir de las 4.00 todos estábamos ante las pantallas de la televisión, participando desde la distancia en la ceremonia en la que se despedía definitivamente a nuestro querido Papa.

Y la expresión de "definitivo" es porque en los días posteriores a "aquel día sábado", en el que se anunciaba el nacimiento a la vida eterna de Juan Pablo II, por lo menos teníamos el consuelo de que al sintonizar los canales de televisión, lo veríamos acostado, como durmiendo un dulce sueño, con un semblante que transmitía tanta paz, pero este histórico viernes 8, sólo pudimos ver un sencillo ataúd, y todos tomábamos conciencia de que nuestro "Papá guasú" (papá grande), nos había dejado, pero nos dejaba también la riqueza de su testimonio de vida, nos dejaba su mensaje de paz, y a nosotros los paraguayos nos dejaba el inolvidable recuerdo de su visita en 1988, que marcó la antesala a un nuevo amanecer democrático para el país.

Encuentro en el Santuario en esos momentos de dolor

Como Familia de Schoenstatt nos convocamos en "nuestra casa", nuestro "Terruño", en el que nuestra Madre Celestial nos abría sus brazos como invitándonos a refugiarnos en ellos en esos momentos de desconsuelo, de sentimientos encontrados, y a alimentarnos espiritualmente con la exposición del Santísimo a las 6.00 de la mañana, a esa hora se inició la adoración, seguida por del rezo del Santo Rosario. A las 9.00 el Santuario rebasaba de jóvenes, que con oraciones reflexivas y cánticos acorde a la ocasión, vivieron y nos hicieron vivir a todos los presentes un encuentro tan íntimo y tan sublime con el Altísimo, a quien encomendábamos el alma de uno de sus hijos dilectos. Pamela (jefa de la JM), luego de leer uno de los mensajes del Papa a los jóvenes decía "Como escucharon, El Santo Padre que confiaba plenamente en nosotros los jóvenes, se nos ha ido, pero nos deja su antorcha encendida a cada uno de nosotros, la que debemos mantener encendida siempre para continuar con su misión, que es la de llevar a Cristo al mundo y ser luchadores incansables por la paz" .

Vía Lucis

A continuación, y luego de escuchar con mucha emoción pasajes inolvidables de algunos discursos del Papa, con el fondo de melodías que nos elevaban, rezamos el "Vía Lucis", reflexionando el tiempo pascual que estamos viviendo y coincidente con el "paso" de Juan Pablo II a la vida eterna.

Era ya pasado el mediodía cuando salimos del Santuario, las horas habían pasado volando, y aunque el cielo permanecía gris y presagiaba una tormenta (que finalmente no llegó), el pesado y sofocante calor que sentíamos al iniciar la mañana había dado paso a un fresco y agradable vientito, acompañando también así la transformación de nuestros sentimientos, de pesar y tristeza, a una renovada esperanza, y alegría compartidas, frutos de una mañana de contemplación y oración en unión con Cristo resucitado, nuestra querida Mater, y nuestro inolvidable Juan Pablo II.