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 published: 2005-04-22

Habemus Papam: La familia tiene de nuevo a su padre

El 19 de abril de 2005 en Roma

„Porqué corrieron“, es el titulo de un articulo en un diario prestigioso. Con asombra, el mundo periodístico nota que la gente con entusiasmo se dirige al nuevo Papa...

“Why they ran” is the title of an article in a web-known newspaper. With astonishment and disbelief, the world of journalism notes that people turn to the new Pope in joy

“Warum sie rannten” lautet der Titel eines Artikels in einer bekannten Zeitung. Mit ungläubigem Staunen nimmt die journalistische Welt wahr, dass der Wind sich gedreht hat und hemmungslose Kritik von gestern ist.

 
 

La Peregrina saluda al nuevo Papa

The Pilgrim Mother greets the new Pope

Die Pilgernden Gottesmutter grüßt den Papst

 
 

Edición especial del Osservatore Romano

Special Edition of the Osservatore Romano

Sonderausgabe des Osservatore Romano

Fotos: Abram © 2005

 

ROMA, P. Alberto Eronti. "Habemus Papam"... parece que nunca antes tantas personas al mismo tiempo, desde la Plaza de San Pedro, en las pantallas de TV o PC, miraron hacia la misma chimenea y escucharon las mismas dos palabras en el mismo momento: ¡Habemus Papam!

El día 18 de abril no fui a la Plaza, seguí por televisión la procesión de los Cardenales electores hacia la Capilla Sixtina, era la única manera de poder ver bien y acompañar todo lo que ocurría. Observando a los Cardenales tuve dos sentimientos intensos: ¡qué responsabilidad!, ¡qué soledad! Es cierto que tras los electores estaba la oración de la Iglesia y la compañía espiritual de millones de personas. Sin embargo a la hora de votar, cada Cardenal está solo ante Dios y su conciencia. Dios pone a su Iglesia en manos de hombres a los que eligió y llamó, pero no por eso dejan de ser seres humanos. Dios se "sujeta" al hombre y el hombre ha de "sujetarse" al Espíritu. Cuando las puertas se cerraron, sentí que era la hora de la oración y la espera.

Una multitud en la Plaza de San Pedro

Ayer, 19 de abril por la mañana también decidí no ir a la plaza de San Pedro, sentí que todavía no era el tiempo. Tras el humo negro del mediodía me dije, "ya entramos en el tiempo probable". A las 16,50 estaba ahí, habría en ese momento unas 15 mil personas, pero la llegada de otras era constante, parecía como si "se supiera" que esa era la hora señalada por el Espíritu. Al poco tiempo me llamó el P. Fernando Baeza, que había encontrado dos sillas libres en la primera fila, fue así que pudimos instalarnos de manera inmejorable. Dedicamos tiempo a la oración, cosa que hacía mucha de la gente que nos rodeaba, había un cierto nerviosismo alegre y contenido, la atmósfera no era de euforia sino de espera serena. Fui totalmente consciente que conmigo había también una multitud que portaba en mi corazón. Como cuando pude orar junto al Papa Juan Pablo II en San Pedro, pensé en todos aquellos que habrían deseado estar en la Plaza. Las miradas de todos se dirigían a la chimenea más famosa del mundo esperando "la fumata bianca".

La espera había terminado

De pronto una exclamación, de la chimenea salía humo. ¿Blanco?, ¿negro? El cielo encapotado dificultaba ver bien el color del humo y en las pantallas de la TV. se confundía el blanco con una especie de marrón. Las campanas guardaban silencio. Sin embargo los aplausos se repetían y se oía repetir: "¡Habemus papam!". La duda siguió por 15 minutos, hasta que sí comenzó el toque de las campanas de la Basílica, con el sonido estalló la Plaza con los vivas. Entre tanto se había hecho salir a todos los que estaban dentro de la gran Iglesia y se cerraron las puertas. Mientras esperábamos, un mar de gente colmó la Plaza y tres cuartos de la Vía della Conciliazione, fue un espectáculo inusitado: bastaron 40 minutos para que, al toque de campanas de las iglesias romanas, miles y miles confluyeran hacia la Catedral del Mundo. Finalmente se abrió la puerta del balcón de la Basílica y se colocó el tapete colgante con el escudo del Papa Juan Pablo II. A continuación el Cardenal Medina, de Chile, anunció al mundo: "¡Habemus papam!". Cuando pronunció el nombre, "José", hizo una pausa y como un eco se oyó repetir espontáneamente: "Ratzinger", "Ratzinger"… Cuando se dio a conocer su nombre, la multitud coreó: "¡Benedicto!", "¡Benedicto!"…

Alegría en familia

La aparición de Benedicto XVI fue una explosión de alegría, la espera había terminado y la Iglesia podía ver y oír a Vicario del Cristo Pastor y Maestro. Al hablar, lo primero fue una referencia a Juan Pablo II. Luego se presentó a sí mismo como un indigno trabajador de la Viña del Señor, para terminar pidiendo la oración de todos y encomendándose a la Virgen María. Se lo veía pequeño al lado de sus dos ayudantes claramente más altos que él, como irradiando una cierta fragilidad, quizás para que se cumplan en él las palabras de San Pablo: "Dios eligió a los débiles, para confundir a los fuertes". Todo finalizó 10 minutos más tarde con la primera bendición "a la urbe y al mundo". Se despidió elevando sus brazos y dejando una serena alegría en la Iglesia: la familia tiene de nuevo a su padre.

Fe madura en la fascinación por Cristo

¿Qué decir?, ¿cómo interpretar esta elección? La prensa de todo el mundo registra opiniones diversas y también encontradas. Creo que lo primero es un sencillo acto de fe en el "Elector" número uno: el Espíritu. Todo lo que se diga sobre la decisión de los Cardenales es solo hipótesis sin fundamentos comprobables. Lo que sí sabemos es que durante el novenario fúnebre de Juan Pablo II los Cardenales – todos, electores y no – s reunieron para dialogar sobre la situación de la Iglesia y del mundo. Esta reflexión es lo que también orientó el perfil del futuro Papa. Creo que lo hablado en esos encuentros no es ajeno a la homilía del lunes 18, que abrió el Cónclave. En ella el nuevo Papa deja, creo, algunas pistas a tener en cuenta. En la primera parte habla de la misericordia de Dios, como el amor que pone límites al mal. Esta misericordia se manifiesta en la persona de Jesús. Encontrar a Cristo es encontrar la misericordia. Pero, el Cristo que es la misericordia del Padre, es también "el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn. 14,6). No hay fe adulta si no abarca a Cristo todo entero. Y es aquí donde parece estar "el punto" hacia al cual la Iglesia ha de responder en este futuro que se ha iniciado con Benedicto XVI: estamos en un tiempo de un profundo relativismo de la existencia. El nuevo Papa habló de "la dictadura del relativismo", en la cual el "yo" del hombre se coloca en el centro. No es Cristo el centro, sino el hombre y su subjetivismo. ¿Qué produce esto? Una fe mutilada, un Cristo incompleto: al trípode le falta la Verdad. El hombre quiere vivir su vida y caminar su camino, pero Cristo no es la norma de su ser y hacer. Pareciera que el Espíritu quiere completar lo que falta del proyecto primitivo que Juan Pablo II diseñara en la Encíclica: "Cristo, Redentor del hombre". ¡La centralidad de Cristo! ¡La pasión por Cristo! ¡La fascinación por Cristo!

Fundada en la roca de la Verdad

Solo desde esta base la Iglesia puede dialogar con todos los hombres y culturas. Fundada en la roca de la Verdad, que es su Señor, la Iglesia puede y debe abrirse a todos. Sin el amor a la Verdad que es Jesús, el hacer de la Iglesia se fundaría en arena y, sabemos, que sobre la arena no se funda nada sólido. La arena del relativismo ha de ser superada por la Verdad que es la medida del hombre y su gloria. Creo que algo de esto está en el "programa" de Benedicto XVI, y en los aportes del Colegio de Cardenales.

Termino con una cita del Padre Kentenich: "…la Humanidad ha perdido su centro de gravedad. ¿Cuál es ese centro de gravedad? Es el Dios vivo y el orden de ser y de vida objetivo diseñado y creado por Dios, es decir, la ley eterna".

El domingo será una fiesta. Esta vez la Plaza del mundo celebrará a Benedicto XVI, que asumirá como Papa ante la Iglesia y el mundo. Tras la fiesta vendrá la tarea simbolizada en el nombre escogido: Benedicto. No deja de ser un símbolo, San Benito es llamado "el padre de Occidente". Si el nombre indica la misión, sabemos qué misión ha tomado sobre sus hombros el nuevo Papa. Como a nuestro Fundador, digámosle: "Padre, ¡vamos contigo!"

Saludos al nuevo Papa: benedictoxvi@vatican.va



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