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 published: 2005-04-22

¡Habemus Papam! Nuestro nuevo Papa Benedicto

¿Un terremoto, una invasión bélica?... No , ¡un nuevo Papa!!!

Plaza San Pedro, 19 de abril, momentos de espera

St. Peter’s Square, April 19, moments of waiting...

Petersplatz 19. April, gespanntes Warten

 
 

Se abre la puerta…

The door open wide...

Das Tür öffnet sich

 
 

Esperan con impaciencia al nuevo Papa...

Excitement rises...

Die Spannung ist fast nicht mehr auszuhalten...

 
 

¡Habemus Papam!

Habemus Papam!

Habemus Papam!

 

La gente baile de alegría

People dance with joy

Jugendliche tanzen vor Freude

 
 

La iglesia, luz del mundo...

The church can be the light of the world

Die Kirche kann Licht der Welt sein…

Fotos: Donnelly © 2005

 

 

 

ROMA, Simon Donnelly. Estábamos todos a la espera del humo blanco. Durante una pausa en la clase de ayer por la tarde (martes) en el seminario, alguien comentó: "Mi marido dice que aparentemente por TV se ve humo blanco...". Vía celular, confirmé la versión con un amigo, que ya se había puesto en camino hacia la Plaza San Pedro. Eran las 6.10 de la tarde. La noticia se había anticipado a las expectativas. Se lo comuniqué a toda la clase, y el profesor nos permitió salir... ¡no le quedaba otra!

Atropellándonos unos a otros, nos abalanzamos sobre la puerta de la Pontificia Universidad Gregoriana... Al salir, todos iban corriendo. ¡Parecía que la ciudad entera corría! Sacerdotes, Hermanas, turistas... Unos a otros se gritaban: "¡Habemus Papam!". El tráfico estaba totalmente atascado, ¡y toda la gente corriendo! Jamás en mi vida vi algo igual. Como si se tratase de un terremoto, de una invasión bélica... ¡o de un nuevo Papa!!!

A la gran carrera...

Mientras cruzábamos la Piazza Navona a la gran carrera, escucho que alguien me llama: nuestro Decano de Filosofía, un Padre jesuita estadounidense, miembro de nuestra Universidad. Aferrado a su paraguas, empezó a correr a la par nuestra, llevándonos además por un atajo que no conocíamos. Atravesamos corriendo la Vía dei Coronari (Vía de los rosarios, que cientos de años atrás era la vía de acceso más directa de los peregrinos para llegar a San Pedro), bordeando el Tiber, cruzando el puente, y en vía recta todo a lo largo de la Vía de la Conciliación.

Millares de personas, por minuto, iban afluyendo a la plaza, donde a las 18.30 hs. prácticamente no cabía un alfiler. Logramos colarnos hasta el borde de la plaza, y desde ahí avanzamos serpenteando - tal como hemos aprendido a hacer en medio de las aglomeraciones en San Pedro. A cada minuto seguían llegando hordas de gente, de oficinas, hoteles, trepados en sus motorini (scooters...).

Cohermanos seminaristas y sacerdotes llegaban en colectivo o a pie. Ni bien se enteró del humo blanco, camino a San Pedro, uno de los colectiveros enfiló hacia allí cual demente: ¡mucho más rápido de lo normal aún para los colectiveros italianos! No quería que sus pasajeros se privaran de nada.

La frase de siglos: ¡Habemus Papam!

Un tenue fulgor vespertino iluminaba la plaza: un remanso de paz y sosiego. Poco después comenzó a garuar, una llovizna tan fina que ni se sentía. Y de todos modos, era lo que menos nos importaba.

Nuevamente, por enésima vez a lo largo de las últimas semanas, parecía que todo el mundo se había dado cita en la piazza en espera de una feliz noticia. Por fin se develaría el misterio de los últimos días: alguien había sido electo como nuestro Papa, nueva cabeza de la Iglesia. Dentro del edificio frente a nosotros, un hombre estaba al tanto ya de la tarea única y singular que asumiría hasta el fin de sus días.

Al cabo de un tiempo que pareció eterno (aunque transcurrieron tan sólo unos 45 minutos), comenzaron a observarse signos de actividad en el balcón de la basílica, hasta que finalmente surgió una pequeña silueta, rodeada de otras. Acto seguido, el Cardenal Protodiácono Jorge Medina Estévez proclamó: "‘Cari fratelli e sorelle, queridos hermanos y hermanas, chers frères et soeurs, liebe Brüder und Schwester, dear brothers and sisters..." y a continuación las palabras seculares, conocidas por todos los católicos, hayan atravesado o no en forma personal por esta experiencia: ‘Annuntio vobis gaudium magnum... habemus papam!

¡Un aplauso atronador ¡Una multitud desbordante de alegría! La sede ha dejado de estar vacante. Hay un nuevo Obispo de Roma, y del mundo entero.

Tan allegado para los que vivimos en Roma...

‘Joseph...’ ¿Podía tratarse de otro Joseph que aquel que teníamos en mente? La pintoresca sintaxis de palabras del idioma latino nos mantuvo en vilo durante unos instantes más: "... de la Santa Iglesia Romana Cardenal Ratzinger". ¡Una explosión de alegría! Un profesor jesuita me estrechó la mano. "¡Vamos todavía!". Una prolongada ovación. "... que ha escogido para sí el nombre de Benedicto XVI". ¿Dieciséis? ¿Tantos Benedictos hubo? Evidentemente, es así...

Y al instante, su pequeña figura, vista a la distancia, se asomó al balcón para saludarnos... Una persona tan allegada para todos los que vivimos en Roma y los que hemos estado en San Pedro durante las exequias y el entierro de nuestro querido Juan Pablo II, en todo sentido. De un día para otro, asombrosamente, se ha visto convertido de "mero" Cardenal en Papa...

Ha dejado de ser el Cardenal Ratzinger, para transformarse en el Papa Benedicto XVI. Repetimos el nombre para ver cómo repercutía en nuestros labios y oídos. Un lindo nombre, un nombre magnífico. De uno de los santos patronos de Europa. El Benedicto al que hace referencia el nombre es el padre del monasticismo en el occidente, un hombre que en muchos sentidos fue el precursor de los hombres y mujeres que salvaron a Europa del derrumbe ocasionado por la caída del imperio occidental en el siglo VI.

De inmediato percibimos que nuestro nuevo Papa había dejado de lado toda connotación política y eclesial que puedan despertar los nombres Pío, Juan, Pablo y Juan Pablo. Tal vez con ello quiera poner en primer plano el carácter conciliador de su predecesor, San Benedicto, que asumiera su pontificado en el año 1914. Hoy día precisamos más que nunca las gracias y la santidad que San Benedicto regaló a la Iglesia cristiana. Contamos ahora con un Papa que será para nosotros un precursor de estos valores espirituales.

"Después del gran Papa Juan Pablo II..."

El Papa Benedicto nos habló en italiano, con palabras que brotaron de su corazón. Recordó en primer lugar a su querido antecesor: "Después del gran Papa Juan Pablo II" – cuyo nombre despertó el clamor y la ovación popular – "los señores cardenales me han elegido a mí, un sencillo y humilde trabajador en la viña del Señor". Palabras que brotaron de su corazón y que coinciden con mi experiencia de él: un sacerdote profundamente bondadoso y santo, con un dejo de timidez. De un amor apasionado por Dios, y una gran devoción a la Santísima Virgen, a la que invocó en sus palabras finales: "El Señor nos ayudará, y María, su santísima Madre, está a nuestro lado".

Después de permanecer un rato más con nosotros, sonriendo y saludando, nos impartió su primera bendición papal. Mientras tanto, todos seguimos celebrando y festejando una vez que se retiró. Algunos jóvenes improvisaron raudamente un nuevo canto (dado que no podemos continuar con "Gio-VAN-ni PAO-lo"): "BE-ne-DET-to BE-ne-DET-to". Mientras que el nombre del Papa cuaje con un canto, ¡los jóvenes están felices!

Aparentemente, nadie quería irse de la piazza. Miles de personas permanecieron allí, aún cuando cayó la noche sobre San Pedro, para conversar, reírse, rezar, sacarse fotos. Vi a un señor entonando el Ave María de Bach-Gounod, con una voz potente y melodiosa. En una acción de gracias personal.

Nos encontramos con compatriotas de los diversos países a los que pertenecemos, con quienes nos pusimos a conversar e intercambiar debajo de nuestras respectivas banderas nacionales. Cerca de las 8 de la noche, se apagaron las luces de la piazza, ¡pero la gente seguía firme al pie del cañón! En una muestra impresionante de profesionalismo, el Osservatore Romano lanzó a la calle (y a la piazza) una edición especial del periódico Vaticano, ¡habiendo transcurrido apenas una hora desde la elección! Aparentemente habían preparado diversas ediciones, contemplando la posibilidad de quienes podían surgir electos.

Gracias, Espíritu Santo, por el nuevo Pastor que nos has regalado

Hoy, miércoles, por la mañana, el Papa Benedicto celebró la Santa Misa en la Capilla Sixtina, donde se llevó a cabo el cónclave en el que surgiera electo. Vimos la transmisión por TV. La Misa fue en latín, con las lecturas en italiano. No hubo prédica. Sólo un largo y silencioso momento de reflexión personal, durante el cual pudo verse a muchos Cardenales sumidos en un hondo recogimiento. Al finalizar la Misa, el Santo Padre Benedicto dirigió unas palabras a los Cardenales, al igual que a todos los hermanos y hermanas en Cristo, recogiendo diversas orientaciones de nuestro querido y santo Juan Pablo II: el Año de la Eucaristía, el ministerio sacerdotal, la unidad en la Iglesia católica, entre los cristianos y de toda la familia humana, el diálogo ecuménico, los jóvenes, haciendo mención especial a la Jornada Mundial de la Juventud.

Luego, en el día de hoy, todos los "pensadores mediáticos" se lanzaron a hablar. Un montón de gente tiene algo que decir sobre el Cardenal Ratzinger, actualmente nuestro Papa Benedicto XVI. Muchos creen conocerlo a través del perfil brindado por los medios. Para mí está claro que muchos de los que dicen conocerlo, realmente no lo conocen en absoluto. Uno no puede evaluar a una persona, cualquier persona, en forma plena y cabal a partir de lo que dicen los medios, medios conformados por una amplia gama de grupos de interés, muchos de los cuales no comparten los mismos ideales y objetivos de la Iglesia. El Cardenal Ratzinger, o Benedicto XVI, es mucho más que algunas de las interpretaciones reduccionistas dadas a los años 80, y perpetuadas más allá. Es un hombre que ha tocado la vida de muchos habitantes de Roma, laicos y religiosos, y más allá de Roma también. Todas las personas con quienes me he encontrado y que lo conocen de veras están convencidos plenamente de su bondad y su santidad.

Benedicto XVI no será otro Juan Pablo II, y de hecho estoy seguro de que no lo intentará tampoco. Tiene su propia personalidad, aunque ciertamente seguirá de cerca el legado de Juan Pablo II, con quien colaboró a lo largo de tantos años. Estamos plenamente convencidos de que será un Papa santo y fiel, tal como ha sido siempre a lo largo de su vida un sacerdote santo y fiel.

Gracias, Espíritu Santo, por el nuevo Pastor. Querida Mater, vela siempre por él.

Felicitaciones al nuevo Papa: benedictoxvi@vatican.va

Traducción: mca, Argentina



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