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 published: 2005-04-29

Dios se acerca y te mira y abraza tiernamente como un padre

Recuerdos de un día muy especial

El Santo Padre Juan Pablo II nos bendice... Foto de su visita a Argentina, 1987

The Holy Father John Paul II blesses us... Photo from his visit to Argentina, 1987

Der Heilige Vater Johannes Paul II segnet uns… Foto vom Pastoralbesuch in Argentinien 1987

Foto: Editorial Patris Argentina © 2005

 

ROMA, José Luis Fontclara Fernández. El miércoles 27 de abril tuvo lugar la primera audiencia general del Santo Padre desde que se cancelaron las audiencias en febrero por la enfermedad de Juan Pablo II. ¿Realmente se suspendieron las audiencias? ¿No fue todo el mes de abril una larga y masiva audiencia, con miles de peregrinos en Roma y mil millones por la TV? Quizás alguna vez haya un capitulo en los libros de la historia de la Iglesia: "El mes de abril que cambió al mundo" Uno de los miles de peregrinos fue José Luis, arquitecto paraguayo, voluntario en la Oficina de la JMJ en Colonia, que nos cuenta su experiencia personal.

El miércoles 6 de abril de 2005 salí rumbo a Roma para participar en el funeral del Papa Juan Pablo II, en un ambiente de reflexión salió un grupo de la oficina, todos agradecidos porque podíamos despedir al Papa, pero un poco temerosos por las noticias alemanas sobre el "caos romano". Con estas noticias, temeroso, compré agua como para tres meses, el contenido de mi valija era sólo agua y galletitas, al estilo campamento de la JM en Paraguay. Durante el viaje cantamos, rezamos y nos fuimos uniendo a otras delegaciones alemanas de Munich, Frankfurt, etc. y por supuesto ya cerca de Roma encontramos polacos, polacos, polacos y más polacos.

Después de 20 horas en ómnibus llegamos a una pequeña ciudad cercana a Roma, ahí nos recibieron con abundante agua, galletitas, remedies, etc. Como ven, todos mis gastos en agua y galletitas habían sido en vano (hasta ahora sigo comiendo los restos). Una vez ahí fuimos recibidos por los miles de voluntarios romanos, por el mar Mediterráneo, el hermoso sol y las hermosas playas de esta pequeña ciudad, que como decimos en Paraguay "ni su mamá la conoce" (= ¡no la conoce nadie!).

Una vez que habíamos comido y bebido nos fuimos a Roma, al "gran caos", según los diarios alemanes, que no se presentó, brilló por su ausencia... llegamos a Roma, caminamos hasta el Circo Máximo, mientras carteles con la Inscripciones, "GRACIAS", "UN HOMBRE BUENO", llenaban las calles de Roma y nos saludaban. Paso a paso, la emoción crecía.

El joven que es capaz de hacer todo para ver a su Papa

Una vez que llegamos al Circo Máximo en Roma, dejamos allí nuestro equipaje, y caminamos rumbo a San Pedro, era el momento de la verdad. A medida que avanzábamos veíamos que más gente se unía al grupo, y más, y más, religiosas,  sacerdotes, seminaristas y jóvenes, jóvenes, muchos jóvenes, y también algunos no tanto. Llegamos a la Vía de la Conciliación y nos dijeron que no podíamos entrar, entre tantas personas de todo el mundo en la oficina ¡era increíble que nadie hablara italiano!, Entonces este paraguayito servidor suyo, hizo de traductor (¡lamentable por cierto!) pero entre mi italiano gua’u (= en guaraní, falsificado), y la osadía del joven que es capaz de hacer todo por ver a "su" Papa, caminamos como locos buscando la entrada. Cuando la encontramos parecíamos niños corriendo al encuentro con su Padre... nos pusimos a correr hasta cierto punto, dando vueltas por todas las calles del Vaticano (la cola era como la de los bancos, en zig zag, sólo que estas eran calles), hasta que al fin llegamos a la Vía de la Conciliación, pero esta vez estábamos adentro: sólo una reja nos separaba del lugar al que habíamos llegado antes, solo una reja... y una hora dando vueltas para llegar al mismo lugar: pero no era lo mismo, ¡esta vez estábamos del otro lado, estábamos adentro!.

La cola

Allí empezamos a caminar más despacio, a disfrutar de este hermoso eje (palabra arquitectónica para decir que es una calle larga muy linda), y allí más tranquilos empezamos a admirar y a sentirnos cada vez más gozosos porque el momento se acercaba: eran las 5 de la tarde del jueves.

A las 9 de la noche el momento aún no había llegado. estábamos tan cerca, ya en la plaza de San Pedro, pero al mismo tiempo tan lejos, oraciones, rosarios, cantos con rima, del estilo "Juan Pablo II, te quiere todo el mundo, o John Paul II, we love you, o Johannes Paulus II, wir stehen an deine Seite" o  los polacos con "su" canto, que creo que es más nuestro "Pescador de hombres", cantando y esperando el gran momento. Por supuesto todo este tiempo dio para conocer gente, de España miles y miles, de Cuba, de Polonia, de Dinamarca, y un matrimonio romano al que le caí muy bien y me pidieron que no me separe de ellos... Al principio no entendía muy bien el motivo, pero después...

En las puertas del Vaticano

Una hora después estuve en las puertas del Vaticano, me pidieron que dejara  mi bandera paraguaya en la puerta pero yo les dije que no y me puse la bandera al hombro como la capa de Superman y así entré a la basílica de San Pedro. Los que me conocen saben lo sensible que soy a veces... Entré y empecé a llorar, no sabia si era la emoción, el ambiente, o simplemente la tristeza. Caminé, me acerqué al Papa, me arrodillé. Y lloré...

Después me acordé que tenia una cámara y que tenia que tomar las fotos... ¡En medio del gentío se me olvidó la foto! Entonces enfoqué la cámara: tenia la toma perfecta y apreté el botón... y una señora se me puso enfrente y me arruinó la foto... mejor no explico como mi cristianismo estuvo a punto de irse al tacho... pero después seguí, me coloqué al costado, en medio de un presidente de no sé que país, del Cardenal Meisner y otros, y ahí estaba el paraguayito que les sirve, rezándole al Santo Padre y acordándome de todos ustedes, y dando mil gracias a Dios de haberme dado la oportunidad de estar allí, junto al Santo Padre en el último día y la última hora de su velorio.

Después de una hora de rezar por todos y cada uno de ustedes, de acordarme de todos mis pecados, rezarle a todos los santos, pedir desde el reloj que vi en la vidriera de Armani hasta la felicidad en mi vida y en la de ustedes, y de haber mirado con mi "ojo biónico" de arquitecto hasta el más mínimo detalle de todo... salí de la basílica, dándome cuenta que una vez más era el ultimo en salir.

Allí recogi mi bandera, que por cierto casi me olvidé... una vez más apareció el matrimonio italiano este, que no entendía cuál era su intención. La verdad es que me llamaba un poco la atención el hecho de que los europeos se encariñen con uno de esa forma: como lo habían pasado tan bien querían invitarme a cenar y me llevaron a un restaurante que conocían en el centro de Roma, buenísimo... Comí súper bien, y después nos fuimos con los demás. Ahí este matrimonio quiso pasar la noche con todos los demás jóvenes en el Circo Máximo y nos acompañaron.

El mejor fin de semana de mi vida

Dormimos en el Circo Máximo junto con otros miles de jóvenes. A la mañana siguiente nos despertamos para participar en la Misa. Un grupo de latinos vio las banderas de Paraguay y de Chile que teníamos y se acercaron, así armamos el grupo latino, y entre miles de jóvenes de todo el mundo, dimos el ultimo adiós a nuestro querido Papa.

Después volví a Alemania...

Este fue el mejor fin de semana de mi vida, creo que nunca lo voy a olvidar, es increíble como Dios responde cuando uno está triste, se acerca y como Padre te mira y te abraza con ternura, esta vez mediante Juan Pablo II, mi Papa.

Un abrazo a todos, a seguir luchando en Paraguay. Es cierto, no tenemos plata, no hay trabajo, nuestro pueblo se muere de hambre, pero no hay pueblo que crea y que ame mas que el paraguayo, deberíamos poner nuestros valores en la balanza y quitar nuevas conclusiones.



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Last Update: 29.04.2005 Mail: Editor /Webmaster
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