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 published: 2005-03-08

Laicidad y laicismo

Reunión de los Movimientos y Comunidades Nuevas en el "Pontificio Consejo de los Laicos"

La misión de los laicos en la sociedad

The mission of laypersons in society

Die Sendung der Laien in der Gesellschaft

 
 

Llevar la gracia de Cristo a todos...

Bringing the grace of Christ to all...

Die Gnade Christi in alle Lebensbereiche tragen…

Fotos: Berger © 2005

 

ROMA, p. Alberto Eronti. El sábado 5 de marzo se llevó a cabo en el "Pontificio Consejo de los Laicos" la primera reunión de los Movimientos y Comunidades Nuevas del año 2005. Participaron 26 Asociaciones y se trató el tema: "Laicidad y laicismo". Presidió el encuentro Mons. Josef Clemens, Secretario del Consejo. El tema es de gran actualidad, sobre todo en lo que llamamos la Nueva Europa. La tensión entre la Iglesia y algunos gobiernos se ha ido acrecentando de manera acelerada en los últimos meses.

Abanderados de esta tensión han sido los gobiernos de Francia y España, pero hay que sumar otros que han hecho menos ruido y que caminan en la misma dirección. Sin duda que los temas más urticantes han sido: la Constitución Europea (donde no se quiso nombrar las "raíces cristianas" de Europa) y una serie de temas morales como ser: el manipuleo de los embriones humanos, la eutanasia, la anticoncepción utilizando diferentes métodos y medios, los llamados "matrimonios homosexuales", la enseñanza religiosa en las escuelas, los símbolos religiosos externos, etc. ¿Qué hay detrás de esta realidad? ¿Qué ideas fuerzas, qué fines se buscan con una acelerada carrera contra lo que la Iglesia llama "la ley divina"? El Padre Kentenich solía decirnos que "para entender algo, hemos de saber qué fuerzas le dieron origen". Es esto lo que pretendía el encuentro y, a la vez, vislumbrar las respuestas.

El derecho y el deber de actuar en la sociedad

Mons. Clemens hizo una introducción al tema recordando palabras del Santo Padre al Cuerpo Diplomático en el año 2004:

"La religión en la sociedad ha de ser una presencia dialogante. Los creyentes esperan que se les reconozca el derecho a participar en la vida pública, porque hoy lo que parece peligrar es la participación y la falta de libertad religiosa. Las limitaciones que se colocan a los creyentes, en nombre de la laicidad…"

Tras la introducción tuvo lugar, como es costumbre, la conferencia sobre el tema. Esta vez fue invitado el Profesor Giuseppe Della Torre, Rector de la LUMSA (Libera Università "Maria SS. Assunta"). Comenzó recordando que "laico" y "laicidad" tienen hoy un significado genérico y ambiguo, lo que permite hacer afirmaciones diversas y hasta contradictorias. En el fondo hay una gran ignorancia en la etimología y la historia de los términos. Para la Iglesia el significado de ambos es preciso, no así en el uso social. Por ejemplo, hemos de recordar que la palabra "laico" proviene del griego y era usada comúnmente hacia fines del siglo I para indicar a los miembros de la Iglesia que no estaban consagrados "a las cosas de Dios". Tanto Clemente I, Papa, como Tertuliano, usaban esta palabra con el mismo significado. La ambigüedad recién comienza en el Medioevo y se potenció más a partir de la Revolución Francesa hasta hoy. Será el Concilio Vaticano II el que dará un concepto claro y definitivo a lo que la Iglesia entiende por laico y laicidad, lo que – por ser opuesto – clarifica el concepto del término "laicismo". Para la Iglesia es claro que el laico, como miembro de la Iglesia, tiene el derecho y el deber de actuar en la sociedad ya que es su ámbito.

El término "laicismo" se identifica hoy con el racionalismo y el humanismo absoluto, terminando en la negación de la verdad objetiva. Por eso insiste en que la "religión es un hecho privado". Se da, intelectual y prácticamente, una supremacía del Estado y una sujeción de lo religioso al mismo. La consecuencia final es que la ley la dicta el Estado y no una realidad sobrenatural. El "relativismo ético" y la "tolerancia total" son hijos dilectos del laicismo, que desconoce la dimensión espiritual y religiosa y rechaza toda verdad objetiva. Es el vaciamiento de los valores e ideales más sublimes del espíritu humano, por esto, de ahí al nihilismo hay un trecho muy corto. La Iglesia no rechaza la laicidad del Estado. Reconoce la autonomía de la realidad temporal, pero afirma que es una autonomía relativa porque no es lo temporal lo perenne, sino Dios.

Síntesis de los aportes más significativos del diálogo.

La Iglesia ha entrado en un nuevo tiempo tormentoso. No hemos de ir "contra", sino buscar lo que Dios pide desarrollar hoy como novedad evangélica.

Hemos de renovarnos interiormente en el "hecho trascendental" de la historia: Dios se hizo hombre. Dios se hizo hombre y caminó el camino del hombre.

Jesucristo es la Verdad encarnada. Esta es la Verdad que somos llamados a vivir y anunciar. No solo revela la verdad de Dios, sino que también revela la verdad del hombre y de la comunidad humana.

El desafío es vivir nuestra fe. Dios nos llama por las circunstancias no a ir "contra", sino a vivir más. El peligro de la Iglesia es la mediocridad de vida, realidad que no convence a quien la vive ni a quien le ven vivir.

Los jóvenes necesitan modelos. La adultez de la vida y de la fe nos transforma en testigos de un mensaje vivido como don y tarea.

Juan Pablo II le decía a los jóvenes de Francia en su primera visita: "Sean ustedes un interrogante irresistible". ¡La fuerza de la vida!

El quiebre de los valores exige de nosotros valores y verdades vividas. Lo primero es la verdad viva y vivida, única realidad innegable.

Europa nos pide hoy desarrollar una pedagogía de la fe. Se trata de predicar en primer lugar con la vida, recién luego dar razón de lo que se vive, con la palabra.

La Iglesia ha perdido en buena medida su conciencia de misión. El Padre envió al Hijo y el Hijo envió a los apóstoles "hasta los confines del mundo". La misión es la voluntad del Padre, la realiza el Hijo y se continúa en la Iglesia. Una Iglesia sin conciencia de misión, se desfigura y envejece, la conciencia de misión es garantía de su juventud.

En este sentido los moldes y métodos antiguos hacen agua. No se puede responder a las novedades del siglo XXI con las repuestas de los siglos anteriores. Lo único perenne es el hecho de que Dios se hizo hombre y dejó su mensaje en hechos y palabras. ¿Cuál es la pedagogía de la fe en el siglo XXI?

Los jóvenes necesitan aprender a pensar, a razonar. Ya no lo hacen, son capaces de "encender" la TV, o el teléfono celular, o la computadora, pero no sus mentes. Son más capaces de movilizar sus "ganas", sus "emociones", pero no los ideales y valores que se han "apagado".

Que estas notas, de por sí incompletas, nos ayuden y alienten a vivir nuestro amor a la Iglesia y nos renueven en el don recibido.



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Last Update: 08.03.2005 Mail: Editor /Webmaster
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