Leben Pur - Pure life - Pura Vida
 published: 2005-02-25

Pausa y silencio

Reflexiones sobre el tiempo de cuaresma

 

Pausa y silencio

Break and silence

Pause und Stille

Foto: POS Fischer © 2005

CUARESMA, Antonio Bettencourt. Si alguien, muerto hace cien años, regresara ahora a la vida, no tardaría en pensar que la gran mayoría de la gente vive como alienada, o como mínimo, totalmente desorientada. Aumenta constantemente la cantidad de personas con estrés, cansancio crónico, hartazgo de la vida... y la depresión ya es considerada por muchos como la enfermedad del siglo XXI.

Si por un lado esta "locura moderna" se debe al ritmo de vida al que frecuentemente estamos sometidos, no podemos olvidar también las razones de orden espiritual que constituyen la causa más importante de esta situación.

Estas dos causas no se pueden separar: es verdad que vivimos en una sociedad materialista y en un mundo que cree no necesitar a Dios. Pero ¿cómo podemos encontrarnos con Dios y confiar en Él si estamos tan ocupados que no tenemos tiempo para oírlo o sentir que Él realmente existe, que es un Dios vivo y que está a nuestro lado?

Son esenciales el silencio, las pausas y la armonía con la naturaleza

En este aspecto, creo que tenemos mucho que aprender de la filosofía de vida oriental, donde el silencio, las pausas y la armonía con la naturaleza son esenciales para la vida y la salud, tanto física como espiritual.

No puedo resistir a contar aquí una historia que encontré en un libro sobre la sabiduría oriental:

"Había una vez una anciana en la iglesia de Yamaguchi que cada domingo subía, pasito a paso, la cuesta que lleva a lo alto de la colina para participar en la Sta. Misa. Ni el calor del verano ni el frío del invierno le impedían participar en la asamblea dominical. Cuando por fin alguien se ofrecía para llevarla en auto a su casa, rechazaba la oferta. Prefería volver caminando. Un día nos explicó la razón: «me gusta bajar caminando por las laderas de la colina, pasar por el templo budista que hay allí y detenerme en su parque. Así respiro a mitad de camino y en aquella penumbra, entre la paz y el silencio de aquellos árboles centenarios, siento que encuentro a Dios de ese modo» y agregó «entonces desaparece el cansancio de la Sta. Misa y del sermón». Al ver nuestras casas de susto detalló aún más: «Ustedes ya saben, en la liturgia hay tantas palabras seguidas...»".

Yo sé que Dios no se cansa, pero a veces pienso que si Él fuera como nosotros, probablemente estaría cansado de oír nuestro palabrerío. Hablamos mucho con Él, hablamos y hablamos, pero lo que se dice escuchar...

"Cuando reces, entra en tu habitación, cierra la puerta y reza a tu Padre en lo oculto. Y tu Padre, que ve lo escondido, te recompensará. Cuando rezareis no uséis muchas palabras como hacen los paganos. Ellos creen que serán escuchados por causa de sus palabras" (Mt. 6. 6-7) Si no solemos detenernos con alguna regularidad, hacer silencio interior y entrar en armonía con la naturaleza y con nosotros mismos, ¿cómo podremos encontrar a Dios? Entonces estamos angustiados y con estrés porque apenas contamos con nuestras fuerzas, y nos olvidamos de que "El Señor es mi Pasto:; nada me falta" (Salmo 22)

Todos queremos ser apreciados

Entre tanto, con el avance de la edad, esta situación se va frecuentemente modificando entre nosotros. Como ha dicho el Santo Padre en su mensaje para esta Cuaresma: "El mayor tiempo a disposición en esta fase de la existencia, brinda a las personas ancianas la oportunidad de afrontar interrogantes existenciales, que quizás habían sido descuidados anteriormente por la prioridad que se otorgaba a cuestiones consideradas más apremiantes. La conciencia de la cercanía de la meta final, induce al anciano a concentrarse en lo esencial, en aquello que el paso de los años no destruye".

Los ancianos corren por eso el gran riesgo de caer en "una situación de soledad, que los expone fácilmente a la tentación de encerrarse en sí mismos y al desánimo" si no encuentran la solidaridad que tanto necesitan en esta fase de fragilidad física e intelectual. El Santo Padre nos invita pues a "que durante la Cuaresma pudiéramos reflexionar sobre este tema. Ello nos ayudará a alcanzar una mayor comprensión de la función que las personas ancianas están llamadas a ejercer en la sociedad y en la Iglesia, y, de este modo, disponer también nuestro espíritu a la afectuosa acogida que a éstos se debe" y llama la atención sobre el "recíproco enriquecimiento entre las distintas generaciones"

Frecuentemente en nuestras carreras tendemos a hacer una rápida visita a una persona de edad y a llenarle los oídos con una catarata de palabras – y quizás de consejos – con la buena intención de distraerlo un poco de su soledad. Nos olvidamos que el ritmo de estas personas ya no es el nuestro, y que el exceso de palabras probablemente la va a cansar y hasta hacer que desee nuestra partida para poder regresar al silencio y a la paz. Nos olvidamos también de escucharlas, de aprovechar su experiencia de la vida y a veces, una historia familiar tan rica de tradiciones que se va perdiendo cada vez que alguien parte.

Todos queremos ser apreciados. Al visitar a un enfermo o a un anciano, en vez de contarle montones de cosas que probablemente ya no le interesa, tratemos antes de hacer que aún se sienta útil, procurando hacerlo hablar de su vida y de su experiencia. Ciertamente que tanto él como nosotros nos sentiremos al final más enriquecidos y más felices.

Cuaresma es un tiempo de encuentro con Dios. Vamos a procurar encontrarlo en las pausas y en el silencio, y siguiendo el pedido del Santo Padre, nos ocuparemos de los ancianos, procurando que en cada encuentro Dios se manifieste ahí de manera especial.

Fuente: "Fundamento y corona". Portugal

 



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Last Update: 25.02.2005 Mail: Editor /Webmaster
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