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 published: 2005-01-11

Todo es fiesta, todo es alegría, todo es experiencia personal del Dios hecho hombre por amor

Con un total de 11.160 participantes a partir del 26 de diciembre, los "Diez minutos junto al pesebre" cerraron el 9 de enero

Cierre de los „Diez minutos junto al pesebre“, 9 de enero de 2005

Closing of the “Ten minutes by the crib”, January 9, 2005

Abschluss der “Zehn Minuten an der Krippe“, 9. Januar 2005

 

Reyes rumbo al pesebre

Kings on their way to the crib

Könige kommen gezogen…

 
 

La hora de los chicos

The hour of the children

Kinder sind Hauptpersonen… zusammen mit dem Jesuskind

 
 

Coro de las Hermanas de Maria

Choir of the Schoenstatt Sisters

Chor der Marienschwestern

 
 

Fe de niño

Children’s faith

Kinderglaube

 

Alegría pura

Pure joy

Freude pur

 
 

Participaron un total 11.160 personas

A total of 11,160 people participated

Insgesamt kamen 11.160 Personen

Fotos: POS Fischer © 2005

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SCHOENSTATT, mkf. Cantan su fe. O tal vez, cantan melodías y palabras que tocan su corazón, que despiertan un anhelo o un recuerdo casi olvidado, haciendo que junto al pesebre se movilice la oración de muchas personas y la gracia que viene del nacimiento del Hijo de Dios, llevándolos a cantar su fe a esas 11.160 personas, desde bebes de pocas semanas hasta abuelos de 90 años, que participaron entre el 26 de diciembre y el 9 de enero de los "Diez minutos junto al pesebre" en Schoenstatt. ¿Cuál es el secreto del éxito de los "Diez minutos"? La experiencia orgánica de una atmósfera religiosa, bella, alegre, sencilla, natural, de oración, sonrisas, colores, movimiento – una religión poco complicada e intelectualista, llena de cariño, cercanía y comprensión; esa mezcla de cantos, oraciones, conversaciones; las estrellas que se ofrecen a Jesús - o tal vez confiadas a la fe de las Hermanas y de los chicos – por sus seres queridos, con todo el dolor que llevan en sus vidas; percibir esa misma atmósfera que perdura a la hora de tomar el té con galletitas; sentirse parte de una gran comunidad que no exige nada sino que simplemente acoge, acepta, regala; experimentar el poder de la fe sin tener que creer (de inmediato...). Todo esto y mucho más – nada menos que la gracia y las bendiciones que se derraman desde el cielo - hacen al secreto de los "Diez minutos junto al pesebre", que año a año atrae más cantidad de gente.

El 10 de enero el diario "La Nación", de Argentina, publicó una nota de Jorge Rouillon sobre tendencias en el ámbito de la religión, donde haciendo mención a unas jornadas de verano, cita a María Seijo y Beatriz Festa, quienes señalan: "Necesitamos recuperar las ganas para que el pueblo católico cante su fe y no sólo canciones humanitarias". – "Es genial la mezcla de canciones que los chicos conocen del jardín de infantes y melodías tradicionales. Recuerdo que mi abuela cantaba esas canciones", comenta una señora de Weitersburg, a unos 20 minutos de distancia de Vallendar, de alrededor de treinta años. "Nosotros nunca las aprendimos, ni en familia ni en el colegio, jamás las cantábamos, ni siquiera las escuché alguna vez en la iglesia, pero sin duda tienen algo que toca el corazón...". No es una alegría infantil, ni evadirse del mundo real y concreto. Con palabras sencillas ("no ese idioma rebuscado y formal que a veces se oye en la iglesia") se reza por las victimas del tsunami en el Sudeste asiático – concientes de que dentro de los 160.000 muertos se encuentra Francisca Cooper, de la Juventud Femenina de Schoenstatt en Chile -, por hijos con enfermedades incurables - se sabe de una pequeña de 10 años que ese día cayó en coma -, por los que perdieron a sus seres queridos – hallándose presente una mujer con dos hijos pequeños cuyo marido murió de cáncer el 24 de diciembre -, por familias quebradas, por los que sufren desempleo... En la granja, mientras todos comparten un té con galletitas, se recogen firmas contra el aborto tardío de niños afectados con serias discapacidades, y en cada tramo de los Diez Minutos pueden verse chicos con alto grado de discapacitación, radiantes de alegría por poder participar, por hacer de estrellas una vez más... "Nunca deben dejar de venir", comenta una de las Hermanas. "Despiertan tanto cariño, tanta gratitud en nosotros...". Una niña en silla de ruedas se trasforma en ovejita... y su hermano menor quiere ser pastorcito para cuidarla...

Los últimos "Diez Minutos" con más de mil participantes

Domingo, 9 de enero, 14.40 hs.: da la impresión que en esta tarde soleada, casi primaveral, todos los autos que circulan por la ruta entre Vallendar y Hillscheid doblan a la izquierda para subir al Monte Schoenstatt. Los que conocen el lugar – como el P. Hermann Gebert, - acompañado de dos monjes franceses – doblan antes de llegar a la Iglesia de la Adoración y buscan lugar para estacionar sus autos cerca de la Casa de Formación de las Hermanas. Los demás son recibidos por Hermanas y señores con chalecos anaranjados, quienes les informan dónde y cómo aparcar su auto. Se estima la llegada de unos 400 autos y micros aproximadamente, pero finalmente arriban alrededor de 600, por lo que cada metro del estacionamiento oficial y del parking improvisado en el prado cobra un inmenso valor...

A las 14.55, no hay ni un lugar vacío en la Iglesia de la Adoración, totalmente colmada... "Quiero ser José, quiero ser José, José", grita un chico que irrumpe corriendo adonde están las Hermanas encargadas de la "vestición" de los niños. Tiene suerte y recibe el rol de sus sueños. Ha participado varias veces ya, pero ésta es la primera vez que logra ser José. Una niña quiere ser "Rey", sea como sea, y cuando lo logra está tan fascinada con su corona que casi ni se mueve durante toda la hora... El rol más solicitado es el de María... Hubo un llamado a la Casa Madre de las Hermanas el día previo a los últimos "Diez Minutos", y se escuchó la voz temblorosa de una niña preguntando: "Hola Hermanita, ¿a qué hora debo llegar para ser María? Voy todos los días, y siempre alguien me gana de mano, pero mañana quiero ser María!".

Nuevamente cantan las Hermanas de María en estos últimos "Diez Minutos", acompañadas de órgano, flautas, guitarras... Una vez más marchan los reyes por la Iglesia, tocan a full las campanitas, se agitan las estrellas... Todo es fiesta, todo es alegría, todo es experiencia personal del Dios hecho hombre por amor.  Poco después de las 17 hs. se escucha el último "Noche de paz....", y se deposita la última estrella en el pesebre...

Pero algo permanece - de las canciones, campanitas y estrellas: el recuerdo de un instante de paz, alegría y cobijamiento vivido junto al pesebre, y tal vez haber descubierto que la "Señora de la Nochebuena, la Señora de la luz y la esperanza", la Madre Admirable, no sólo nos regala a su Hijo en la Navidad sino cada día... y que el 26 de diciembre de 2005 nuevamente llegará la hora de cantar la fe.

Traducción: mca, Argentina



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Last Update: 11.01.2005 Mail: Editor /Webmaster
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