"Tu Santuario es nuestro Belén, en cuya aurora Dios se regocija"Reflexiones de Navidad 2004 desde el corazón de la Iglesia |
"El sí de las promesas ha llegado ROMA: P. Alberto Eronti. Esta mañana he peregrinado hasta la basílica de San Pedro. Las nubes bajas amenazaban lluvia, poca gente en las calles. En la "plaza del mundo" los obreros siguen trabajando para terminar el pesebre vaticano. Me pregunto si es idea mía o hay menos gente y euforia en las calles. Las noticias que aportan los medios no apuntalan precisamente la alegría, no son signos de esperanza. Las noticias policiales, la situación de la economía y los pronósticos poco alentadores de la misma, la situación en el Medio Oriente, penetran el ánimo colectivo y lo presionan. ¿Basta esto para explicar la atmósfera reinante? No, no basta. El problema tiene motivaciones más profundas. Italia no escapa, por mucho que algunos lo nieguen, a la tendencia general de la "nueva Europa".
Europa ante una crisis de civilizaciónEuropa experimenta una crisis espiritual que produce un quiebre con su historia y le plantea la pregunta de su identidad. Europa está ante una "crisis de civilización", crisis que es cultural, de raíces, de historia. Gran parte de los habitantes de Europa pueden responder cada vez menos a la pregunta: ¿De dónde vengo? Negadas sus raíces, niega y olvida su historia, no sabe "cómo llegó a ser" y si "no sabe de las fuerzas que le dieron origen", tampoco hay que extrañarse que se pregunte también ¿quién soy?, y le aturda la duda de ¿hacia dónde voy? Europa parece incapacitarse cada vez más para responder a las llamadas "preguntas de la existencia". Hay una pérdida del sentido de Patria, de terruño. Llama poderosamente la atención que el Sr. Ciampi, Presidente de Italia, haga referencias permanentes al ser italiano, a la identidad italiana, al orgullo nacional. El viejo luchador y hombre de ideales, ve que se conmueven las raíces del ser. Esta "nueva Europa" ha acuñado la expresión sociológica: "poscristianismo"; vive lo que George Weigel, teólogo e historiador laico norteamericano, define como "cristofobia" y, como si fuera poco la parte Occidental de Europa vive "un invierno poblacional", una baja de la natalidad tal que se asemeja a una especie de "suicidio colectivo". Baste recordar que las familias italianas de matrimonios menores de 40 años, tienen una media de 2,6 miembros. ¡No se llega a tres! En medio de esta realidad se ha agudizado otro síntoma de la "enfermedad que aqueja hoy a Occidente": el ataque sistemático a los signos y símbolos religiosos en lugares públicos, que toca por igual a judíos, musulmanes y cristianos. El valor y el sentido del pesebreEn este contexto ambiental la Iglesia católica y el mundo cristiano se aprestan a celebrar la Navidad 2004. En el contexto de lo dicho es llamativo que el 12 de diciembre, domingo IIIº del Adviento, en la alocución del "Ángelus" el Papa reivindicara el valor y el sentido del pesebre. En la plaza, cientos de niños y adultos tenían en sus manos elevadas una imagen de Jesús Niño, las que el Santo Padre bendijo al final de la plegaria mariana. Esos Jesús Niño, serán colocados en los pesebres hogareños en la próxima Nochebuena. Dijo, con voz cansada y ansiosa, Juan Pablo II: "El belén constituye una representación de la Navidad familiar y es por eso singularmente expresivo". Tu Santuario es nuestro BelénTodo lo dicho me llevó a pensar en la misión que el Padre Kentenich entregara a la Obra de Familias del Movimiento de Schoenstatt y el rol central y determinante del Santuario del Hogar. Otra vez los tiempos no son fáciles, otra vez experimentamos "la magnitud de las dificultades", pero lejos de preocuparnos, lo que tenemos que hacer es ocuparnos. Ocuparnos en el antídoto, en la respuesta, en el desafío apasionante que suponen las dificultades como señalizaciones de la Providencia. Si muchos corazones se cierran, hemos de mantener abiertos los nuestros, tal como lo hicieran María y José en Nazaret y en Belén; tal como lo hiciera nuestro Padre en los tiempos difíciles de su historia. Si para nacer Dios tuvo que buscar un lugar; hoy, para seguir naciendo, Dios busca "lugares". Estos lugares han de ser nuestros Santuarios, los Santuario del Hogar, los Corazones Santuarios; cada una de las Comunidades y grupos de la Familia. De ser así podremos "ayudar" a María en ese "hacer suyo", que tanto apasionara a nuestro Padre: "dar a luz a Cristo para nuestro tiempo". Así estaremos colaborando con la Iglesia y con nuestro Padre, como sus "aliados", para devolverle a Occidente su raíz y su razón de ser. Con nuestro Fundador nos volvemos a María, la Madre tres veces Admirable, y le decimos con fe esperanzada la misma oración que él le rezara en los "tiempos difíciles de Dachau": "Tu Santuario es nuestro Belén, Desde el corazón de la Iglesia, "alegre por la esperanza" les deseo: ¡Feliz Navidad!P. Alberto E. Eronti, Roma, Navidad 2004 |
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Last Update: 23.12.2004
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