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 published: 2004-11-12

Encuentro

Reflexiones Romanas: Encuentro ecuménico en el Centro Internacional de Comunión y Liberación

P. Alberto Eronti, Roma

Fr. Alberto Eronti, Rome

P. Alberto Eronti, Rom

Foto: Gold © 2004

 

 

 

ROMA, P. Alberto Eronti. El jueves pasado por la tarde tuvo lugar en el Centro Internacional de "Comunión y Liberación" un encuentro ecuménico que llevaba el título: "Teologías del Oriente y del Occidente en el siglo XX". Las dos intervenciones más destacadas fueron las del Metropolita Filaret, Exarca de Bielorrusia y Presidente de la Comisión Teológica del Patriarcado de Moscú, y la del Profesor Adriano Dell’Asta, docente de lengua y literatura rusa en la Universidad del Sacro Cuore, Milán.

El primero en hablar fue el Metropolita Filaret. Lo hizo en lengua rusa con una fuerza y un espíritu que impresionaban y tocaban lo profundo del alma, lástima grande que la traductora tradujera las palabras pero no la energía de las mismas. Comenzó diciendo que este trabajo sobre las teologías, no es fruto de una "estrategia" de escritorio sino una realidad que nació del conocimiento, la amistad y el anhelo de participar para unir. De aquí nació una palabra: "encuentro". Con ella expresan simplemente lo que vivieron en los diálogos ecuménicos a lo largo del Siglo XX las diversas generaciones de participantes. Siglo difícil, siglo que mostró la capacidad destructora del hombre y su crueldad como expresión del poder del mal: dos guerras mundiales, las primeras explosiones atómicas, innumerables guerras limitadas, revoluciones, purgas, genocidios. Sin embargo, en medio de las tinieblas, los grupos de diálogo no "oficiales" no dejaron de encontrarse con alguna regularidad, la que se acentuó en la segunda mitad del siglo pasado.

Un encuentro de dos maneras de pensar, vivir y sentir

Se trata del encuentro de dos maneras de pensar, sentir y vivir la realidad a la luz de la fe en Jesucristo, y según las culturas propias y distintas de las dos regiones de Europa. Las teologías en particular, pero también el pensamiento en general, recibieron de "la otra parte" aire fresco, ideas y caminos novedosos para iluminar la realidad del último siglo del segundo milenio. ¡Se trata de un bagaje y de una riqueza inmensa! Los teólogos más brillantes de ambas partes constituyen un todo que ilumina el camino de la fe. Así, de manera espontánea, expresaron lo que estaban viviendo con un lema: ¡Adelante!, juntos hacia el Padre por los padres". Por "padres" entienden al grupo de teólogos que iluminaron, como instrumentos del Espíritu, el camino de la fe en el siglo pasado y cuya luz se proyecta en el inicio del nuevo milenio.

"Un camino de luz a la luz del encuentro"

La teología de una y otra parte de Europa aporta luz para iluminar el inicio dramático de este Siglo XXI. Lo que deseamos, de manera libre y espontánea, es caminar juntos en un tiempo que ya está signado por un sufrimiento intenso, una crueldad devastadora y un horror inimaginable. ¿Qué le pasa a la "imagen y semejanza de Dios" que es el hombre? ¿Qué ha hecho con su misión primigenia? La teología que heredamos del Siglo XX es una reflexión de esperanza y de futuro, Dios estuvo ayer, está hoy y seguirá estando en el mañana del hombre. Por ello, ¿cómo no "encontrarnos" en la oración y la reflexión para ir hacia el Padre de Jesucristo, por medio de los instrumentos del Espíritu? No constituimos un grupo "oficial", no respondemos a "políticas" de nuestras Iglesias, sentimos que lo producido por la amistad y el diálogo, la oración y la reflexión, aunque sea algo muy modesto puede ayudar a las Iglesias y al mundo. No queremos ni podemos quedarnos anonadados con el impacto del poder de las tinieblas, por ello proponemos un "camino de luz a la luz del encuentro", porque "donde dos o más están reunidos en mi nombre, yo estoy en medio de ellos".

No buscar lo que nos separa sino lo que nos une

El Profesor Dell’Asta, destacó el actuar de la Providencia en el "encuentro" de ambas Iglesias, en una atmósfera marcada por sucesos trágicos en Europa. Quizás fue justamente esto lo que nos reunió y unió en una experiencia de conversión al amor y a la unidad. Es así como estos encuentros no buscaron lo que nos separaba, sino lo que nos unía: la fe pura y simple en Jesucristo, el Enviado del Padre. Así percibimos que lo más novedoso en el cristianismo es lo que Jesús habla de sí y, por eso mismo, lo que revela del Padre y del hombre. Así descubrimos la riqueza inmensa de las "tradiciones" cristianas de Oriente y Occidente, las que nos exigen no "reducir" al hombre y su dignidad: ¡hay que volver con fuerza y energía a la vocación primera del hombre, la que le fue dada en la voluntad creadora de Dios! Grandes corrientes ideológicas bregaron por marginar a Dios de la vida, alentaron el ateísmo teórico y/o práctico, lo que dio como resultado un hombre sin dignidad, sin punto de referencia trascendente y sin su "modelo" e "imagen": Dios mismo. Los grandes teólogos del Oriente y el Occidente, las grandes personalidades carismáticas suscitadas por el Espíritu, han reaccionado frente a este drama del "humanismo sin Dios", "de un mundo sin Dios" porque – sencillamente – la realidad ha probado con la crudeza más total a qué puede llegar el hombre sin Dios. Lo que necesitamos hoy, y no quiero decir "más que nunca", es la manifestación plena de un humanismo cristiano, de un hombre que viva su vocación de "imagen y semejanza" con total radicalidad. ¡Estoy hablando de la santidad y los santos!

"La belleza salvará al mundo".

Sabemos que no es este grupo ecuménico la única iniciativa del Espíritu. En la Iglesia Católica y en la Ortodoxa, como en otras Iglesias cristianas, hay cientos de iniciativas del Espíritu, lo que importa es vivir la fe, la esperanza y el amor "hasta el extremo". Solo así resistiremos al mal y seremos causa de salvación para muchos hombres y mujeres que esperan y necesitan imperiosamente una razón para vivir. Sí, una razón para vivir en medio de tantos sin sentidos de la vida actual. Por ejemplo, ¿cómo no hablar de la belleza en un mundo que muestra tantas fealdades? ¿Hemos pensado qué imagen del mundo y de la sociedad, llevan dentro de sí los jóvenes y los niños nacidos en medio del horror, la destrucción, la violencia? ¿Qué imagen del mundo y del hombre tendrá, por ejemplo, un joven palestino que ha nacido, crecido en un campamento de refugiados, soportando la violencia, viviendo en la inseguridad y la necesidad permanente? ¿Cómo podrán ser "aptos" para amar si no han recibido amor? ¿Cómo podrán ser constructores de paz si solo han vivido la violencia armada, la humillación, la crueldad? El Papa Juan Pablo II y muchos obispos y teólogos han rescatado la frase "la belleza salvará al mundo". ¿Qué belleza? La belleza del amor, de la ternura, del perdón, de la propia vocación y dignidad. ¿Qué belleza? La belleza de la santidad, que no es otra que la belleza del amor sin medida. Esta belleza, en nuestras Iglesias, se manifiesta en los "rostros", en los Iconos, del Padre, del Hijo y del Espíritu, de María y los santos.

Hasta aquí lo recogido en el encuentro. Detecté expresiones tan cercanas a nuestro mundo de Schoenstatt, como: "Caminar hacia el Padre", "el Hijo revelador de la imagen del Padre y del hombre", "encuentro" (entendido como alianza, vínculo) "Ir al Padre por los padres", esto es: las causas segundas libres, "la santidad como realización de la vocación original vivida en el corazón del mundo"... En síntesis nada es totalmente nuevo en el pensar y vivir de la Iglesia, pero todo exige una nueva y ocurrente manera de ser vivido, ¡he aquí lo nuestro y lo de cada carisma en el tiempo actual!



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Last Update: 12.11.2004 Mail: Editor /Webmaster
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