Hermana Miriam Schegg en el Santuario de Ciudad del Este Sister Miriam Schegg in the Shrine at Ciudad del Este Schwester Miriam Schegg im Heiligtum in Ciudad del Este
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Testimonios sobre el Padre Testimonies about Fr. Kentenich Zeugnisse über P. Kentenich Fotos: Cabral © 2004

PARAGUAY, Cristina y Javier Cabral/ata. La Hermana Miriam Schegg, una de las tres Hermanas Adoratrices que tienen su sede en Nuevo Schoenstatt, Argentina, compartió con la Familia de Ciudad del Este sus vivencias con el Padre Kentenich. En su charla: "Padre de un corazón joven" nos relató numerosas anécdotas de la vida del Padre en la Argentina en los años de 1949 al 1952.

Suiza de nacimiento, la Hna. Miriam llegó a Oberá, en la provincia de Misiones, (Argentina) junto con sus padres y once hermanos, cuando era muy pequeña.

Vivieron en Samambaia, a 15 Km del centro de la ciudad de Oberá, y hasta allí fue el Padre Kentenich a visitar a su padre, a quien había conocido ya en Europa. Es de ese encuentro la conocida anécdota del Padre tomando unos mates que le ofreció el Sr. Schegg. Luego el Padre les dijo a las Hermanas que habían ido con él que deberían aprender a tomar mate, ya que Dios en su sabiduría nos regaló en la naturaleza los medios necesarios para superar los rigores del clima.

(No sé si ya aprendieron a tomar mate…)

Un padre cariñoso y firme

La hoy Hermana Miriam antes de cumplir los 17 años ingresó al noviciado, por lo que se ganó el apodo de "Pequeña", con el que la llamaba siempre el Padre Fundador. Sin haberlo conversado previamente, con ella ingresó también otra de sus hermanas, la Hna. M. Rita, fallecida hace poco. La familia Schegg ha dado muchos frutos a la Iglesia: otras dos hermanas pertenecen a la Congregación de las Siervas del Espíritu Santo (actualmente están en Suiza), y un hermano: Reinaldo, con su esposa Heidi, hace muchos años pertenecen a la Obra Familiar de Oberá y siguen residiendo en Samambaia. En la capilla del lugar, construida por sus padres, el P. Kentenich ha celebrado la Santa Misa. ¡Un lugar bellísimo para encontrar huellas del Padre!

La Hermana, simpática y locuaz, nos dejó numerosas anécdotas del Padre; en cada una de ellas nos mostró un "padre" cariñoso y firme, que no dejaba oportunidad para educar a sus hijos.

Para la Familia fue de mucha importancia el contacto personal con ella, pues pudimos conocer un poco más del carisma de las Hermanas Adoratrices y de la importancia de la tarea que realizan al rezar por los demás, y en nombre de los demás.

¡Gracias Hermana: por su presencia y por sus oraciones!