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 published: 2004-07-09

La dignidad en el morir y el significado de la muerte

Más de 500 personas asistieron a la sexta jornada de bioética sobre el final de la vida, en Nuevo Schoenstatt, Florencio Varela, Argentina

 

Jornada de Bioética, Nuevo Schoenstatt, Argentina: La dignidad en el morir

Congress on Bioethics, Nuevo Schoenstatt, Argentina: The dignity in the process of dying

Bioethik-Tagung in Nuevo Schoenstatt, Argentinien: Würde im Sterben

 
 

Participantes

Participants

Teilnehmer

 
 

Conferenciante: Dr. Elena Lugo

Speaker: Dr. Elena Lugo

Hauptreferentin: Dr. Elena Lugo

 

Llegada de participantes

Participants arriving

Ankunft und Empfang der Teilnehmer

 

Mas de 500 personas asistieron

More than 500 persons took part

Über 500 Personen waren dabei

Fotos: Samartino © 2004

 

 

 

ARGENTINA, Jorge Rouillon, columnista del diario La Nación, con la colaboración de Roxana Idoyaga. Una de las razones más fuertes que tiene el hombre para meditar sobre su vida, acerca de su valor y sentido es que su tiempo en este mundo es limitado y un día llegará a su fin. "¿Cómo aprender a morir?, "¿Cuál es el significado de la muerte?", "¿Cómo entender el morir para aprender a vivir?", son algunos de los interrogantes que convocaron a más de 500 personas a participar de la sexta jornada de Bioética organizada por la Comisión de Bioética Padre José Kentenich en Nuevo Schoenstatt, Florencio Varela, Argentina. Este año se desarrolló el tema: "Cuestiones bioéticas en torno al final de la vida en la época posmoderna. La dignidad en el morir y el significado de la muerte. Aspectos científicos, éticos y morales". Entre los panelistas expusieron médicos, abogados, filósofos, sacerdotes y consagrados.

Abrió la jornada la Hermana M. Elisa Monachesi, quien recordó que el Padre Kentenich había bendecido el Santuario donde se realizó el encuentro, en Florencio Varela, en 1952. Desde aquella bendición, se desarrolló una corriente de vida caracterizada por una marcada filialidad y fidelidad a Dios Padre. Un fruto de ello, agregó, es la propuesta de esta jornada: promover una cultura de la vida que sea Evangelio vivido. El Padre Kentenich se anticipó a su tiempo alertando que pronto llegaría una noche para la cultura: "No hay solamente oscuridad en nuestra vida personal sino en toda la cultura de nuestra época". Pero agregó que Dios quiere formar un nuevo mundo con la Santísima Trinidad, el cual propone "un estilo orgánico de vida en el cual la vinculación al Padre se constituye en el eje de todas las relaciones humanas: consigo mismo, con los otros hombres, con las cosas y con el mismo Dios, nuevo mundo que se está generando, de manera lenta, pero segura, en nuestro tiempo".

La Hermana M. Elisa destacó la repercusión de esta jornada, a la que concurrieron participantes de Brasil y Puerto Rico, además de la Argentina, y subrayó la presencia de una importante delegación de jóvenes de la ciudad de Paraná. Señaló que se hacía dentro del respeto a la vida de cada ser humano, desde la concepción hasta la muerte natural.

Para una antropología personalista

La doctora Elena Lugo, miembro del Instituto Secular de las Hermanas de María, puertorriqueña, doctorada en filosofía en la Universidad de Georgetown y miembro de la Pontificia Academia para la Vida, señaló que la ingeniería genética y la experimentación hormonal procuran aumentar la longevidad pero no responden al gran interrogante sobre la finitud de la vida y el anhelo personal de una inmortalidad.

"La persona, espíritu encarnado, quiere pasar a una nueva vida", observó, y abogó por una antropología personalista, que rescate el valor de cada vida humana, sujeta no a la desesperación, sino abierta a la trascendencia y a la Providencia divina.

Cuestionó la tendencia a evadir, disimular o trivializar la realidad de la muerte y enfocó el morir como una experiencia única, vital, íntima e incomunicable, una soledad a la cual familiares, médicos y asistentes espirituales deben acompañar con la mayor empatía (ponerse en el lugar del otro) posible.

En contraste con la modernidad, apuntó la doctora Lugo, la posmodernidad sugiere un escepticismo sobre la capacidad de la razón para esclarecer los interrogantes de la vida, el dolor y la muerte.

"La desgracia del mundo actual – expresó - no es el sufrir, sino el sufrir en vano o ignorando la interioridad de la persona, donde se ocultan los recursos espirituales para reconocer la dignidad en el sufrir y en el morir, y el sentido de la muerte".

Lugo señaló que el temor del final es casi inevitable y de universal aceptación. Sin embargo, el cristiano "que tiene la suerte inmensa de saberse amado por Aquel que nos creó personalmente, posee una mirada privilegiada acerca de su partida, si tiene verdadera fe". Expresó que el más allá al que aspira es "una nueva manera de vivir anticipada en la esperanza".

Al tratar del enigma de la muerte, postuló como secretos del buen morir: la humildad, el abandono a la gracia, la entrega de sí, la apertura a una comunión de amor. El creyente debe vivir el momento de morir con agradecimiento, arrepentimiento y reconciliación.

Cuando muere un niño

El doctor Vicente Gutiérrez, consultor del Hospital de Clínicas de la UBA (Universidad de Buenos Aires) y miembro de la Academia Nacional de Medicina, leyó cartas sobre la muerte escritas por varios colegas, de hondo contenido humano. Una de ellas, de una médica argentina, dirigida a su marido muerto: "Te fuiste con el amor de cada ser querido. Luchaste contra la enfermedad hasta el último momento, pero preparaste tu alma para Dios, aceptándolo todo con grandeza".

En la jornada, la pediatra Graciela Damilano, profesora adjunta de pediatría en la Facultad de Medicina de la UBA y titular en el Instituto Universitario Cemic, habló sobre "Perspectivas clínicas ante la vivencia desconcertante de morir en el niño". Se refirió a la necesidad de abordar el proceso de la enfermedad terminal en los niños desde un enfoque que integre al paciente, a la familia y al equipo de salud. Explicó además que el proceso es único, no transmisible, dependiendo de cada niño, de su maduración cognitiva, emocional y social.

Por lo cual la explicación que se les da a los niños guarda relación con la edad, y no es bueno mentirles. "Los niños confían en sus padres; ellos son su base y fortaleza, en ellos se refugian ante la adversidad esperando hallar respuestas, si se les miente o se les oculta la verdad pueden sentir culpa, abandono. Por eso es fundamental en estos casos la postura de los padres ante la enfermedad, el sufrimiento y el morir. Una actitud positiva sería, una vez superado el shock inicial, la aceptación progresiva de la enfermedad del hijo, celebrar la vida que compartieron juntos, acompañar el proceso sin adelantar el duelo, mantener en la medida de lo posible su vida normal".

La conciencia, la aceptación y la oblación frente a la experiencia de la muerte

El doctor Gonzalo Recondo, médico oncólogo, habló sobre "Perspectivas clínicas ante la vivencia desafiante de morir en el adulto". Explicó que las principales causas de muerte en los países en vías de desarrollo variaron como consecuencia del crecimiento en la expectativa de vida. "Disminuyeron las muertes por enfermedades cardiovasculares y crecieron los casos de cáncer". También observó un cambio en la concepción de la enfermedad y su tratamiento. "Los sufrimientos físicos, psicológicos, las necesidades emocionales, espirituales no pueden ser ajenas al médico, especialmente cuando el paciente no es potencialmente curable y es preciso un tratamiento sintomático.

"En el proceso de morir lo más importante es alcanzar la aceptación", agregó Recondo y citó al escritor de "Nuestro mayor don", Henri Nouwen: "Él nos aconseja hacernos amigos de la muerte, abrirnos a ella". El médico debe y puede ayudar al paciente contribuyendo a que crezca en él una triple actitud saludable: "la conciencia, la aceptación y la oblación frente a la experiencia de la muerte".

El especialista en cirugía cardiovascular Ricardo La Mura, jefe de residentes de cirugía del Hospital de Clínicas de la UBA, abordó dilemas clínicos ante la definición de la muerte, en relación con el trasplante de órganos. "El avance tecnológico permitió el desarrollo de modernas unidades de cuidados intensivos, de ahí la dificultad de definir clínicamente a la muerte, y los planteos éticos respecto de prolongar la vida cuando no hay actividad cerebral".

Respecto a la donación de los órganos el doctor La Mura dijo que es necesario erradicar las fantasías que hay en torno a este tema. "Subsiste el temor de que los cuidados intensivos interrumpirán la vida. En medicina hay normas, el fallecimiento de una persona se constata con la suspensión de los signos vitales después de un período de seis horas y mediante un examen neurológico, que constata la muerte cerebral. Dos médicos realizan la certificación, ninguno de los cuales podrá intervenir en el trasplante".

No a la eutanasia: la incondicionalidad de la vida

El Padre Juan García, miembro de la Academia Pontificia para la Vida, analizó las visiones socioculturales de la muerte en la época posmoderna. Definió a la eutanasia como "un mal moral", ya que se adueña indebidamente del cuándo y del cómo del morir humano. "La libertad que reclama la eutanasia, está sumamente condicionada por el dolor o la angustia del sufrimiento. La eutanasia es un mal porque se adueña del momento y la manera de morir; el hombre no tiene potestad propia ni delegada para ello", y agregó que no es moral privar a la vida del sentido de incondicionalidad e inviolabilidad que le confiere su dignidad. "De hecho, nos describimos existiendo, gozando de la vida que no nos hemos dado a nosotros mismos, ni la hemos adquirido por nuestras fuerzas".

Los cuidados paliativos a los moribundos fueron tratados por la licenciada Clara Cullen, desde el punto de vista de la enfermería, y el doctor Alvaro Saurí, desde la medicina.

El doctor Alvaro Saurí, jefe de Cuidados Paliativos en el Instituto de Oncología Ángel H. Roffo y docente de la Facultad de Medicina de UBA, señaló la importancia de asistir al paciente en todas sus áreas: bio-psico-socio-espiritual. Este concepto implica un trabajo interdisciplinario: "Asistir a la persona en esta circunstancia particular se caracteriza por reconocer al paciente como único protagonista, que para respetar su autonomía debe reconocer su situación con veracidad". También se refirió al "control del dolor y de otros síntomas físicos, psicológicos, sociales y espirituales con el objetivo de mejorar la calidad de vida del enfermo y de su entorno social".

La Licenciada Clara Cullen es enfermera en cuidados paliativos en el Hospital Tornú, donde es docente en esa especialidad, y se ha perfeccionado en Estados Unidos y Canadá. El padecimiento de una amiga que murió de cáncer le hizo reflexionar sobre la necesidad de asistir a las personas en el proceso de la muerte: "Murió mal, con síntomas descontrolados, angustia existencial, y sin la presencia del personal de salud que durante tanto tiempo la había acompañado". Clara decidió abocarse a los enfermos cuya probabilidad de cura es baja o nula, que necesitan alivio del sufrimiento y acompañamiento en el proceso de morir. "La medicina no es el arte de curar, sino más bien el de cuidar. El arte de los trabajadores de la salud es brindar rehabilitación y aliviar el dolor", indicó.

El cristianismo da una dinámica esperanzadora a la experiencia del morir.

El doctor Fernando Luis Niño, abogado, licenciado en criminología en la UBA, codirector de la maestría en criminología de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y Juez de la Nación, trató el tema "Consideraciones legales de la eutanasia".

Abordó diversos problemas ocasionados por la ausencia de precisiones legales en cuanto a la definición de la muerte y sus efectos en cuanto a la posible manipulación de los enfermos terminales.

En el balance de la jornada, se señaló que para entender la muerte como conclusión de una etapa de la vida y apertura a su plenitud, se precisa un acto de libre recepción de un plan divino y un acto de amor religioso, ejemplificado en Jesucristo, que siendo Vida se entregó por amor y venció a la muerte.

"La experiencia diaria muestra la paradoja de que con frecuencia se posee con seguridad lo que se entrega con generosidad y en cambio se pierde aquello a lo cual uno se aferra", se indicó.

Se señaló que la tradición cristiana aporta una dinámica esperanzadora a la experiencia del morir.

Organizó el encuentro la Comisión de Bioética Padre José Kentenich, con sede en Misiones 2501, Florencio Varela, comisionbioeticapjk@familia.org.ar
que tiene la página web www.familia.org.ar


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Last Update: 12.07.2004 Mail: Editor /Webmaster
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