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 published: 2004-07-15

"Un cáliz vivo que nos da a beber la buena nueva del irrebatible amor del Dios de la vida"

Mario Hiriart a 40 años de su fallecimiento

Mario Hiriart: 40 aniversario de su fallecimiento, 15 de julio de 1964

Mario Hiriart: 40th anniversary of this death, July 15, 1964

Mario Hiriart: vierzigster Todestag, 15. Juli 1964

 
 

Día en que Mario fue sepultado en el lugar definitivo, detrás del Santuario en Bellavista

Day of Mario's burying at his final place, behind the shrine in Bellavista

Tag der Beisetzung Marios am endgültigen Ort hinter dem Heiligtum in Bellavista

 
 

Con el Padre Kentenich en Milwaukee, junio de 1964

With Father Kentenich in Milwaukee, june 1964

Mit Pater Kentenich in Milwaukee, Juni 1964

 
 

El Padre y su hijo espiritual

The Father and his spiritual son

Der Vater und sein geistlicher Sohn

 

Día en que Mario fue sepultado en el lugar definitivo, detrás del Santuario en Bellavista

Day of Mario's burying at his final place, behind the shrine in Bellavista

Tag der Beisetzung Marios am endgültigen Ort hinter dem Heiligtum in Bellavista

 
 

Entierro de Mario Hiriart en Milwaukee

Tomb in Milwaukee

Beisetzung Mario Hiriarts in Milwaukee

 

El Padre, bendiciendo a la tumba de Mario

Father Kentenich blessing Mario's tomb

Pater Kentenich segnet das Grab von Mario

 
 

El Padre en la tumba de Mario Hiriart en Milwaukee

Father Kentenich at the tomb of  Mario Hiriart in Milwaukee

Pater Kentenich am Grab von Mario Hiriart in Milwaukee

Fotos: Vinculo, Galarze © 2004

 

 

 

CHILE, Vinculo. "Vínculo", revista del Movimiento de Schoenstatt en Chile, en recuerdo al cuadragésimo aniversario del fallecimiento de Mario Hiriart, desde el mes de mayo publica en cada edición, una "Ventana de Mario", con testimonios de compañeros y reflexiones y pensamientos del mismo Mario Hiriart, uno de los hijos espirituales del Padre Kentenich que está en camino a la beatificación.

Esas "ventanas" muestran a un hombre extraordinariamente "normal", que en su vida cotidiana crece en "la santidad de la vida diaria", santidad que requieren el tiempo y la Iglesia de hoy. Abrimos dos de las ventanas para los lectores de schoenstatt.de

Pan con mantequilla

Hacia el año 1949 en Bellavista no había todo lo que hay ahora, sólo existía el Santuario y estaba en construcción una casa de dos pisos; las dos o tres Hermanas que estaban allí, vivían en una casa de madera. En esa casa, después de la Sta. Misa de ocho, nos preparaban el desayuno. Eran pobres y nos daban pan, un pan calentito recién llegado, un platito con mantequilla, un platito con mermelada de ciruela que hacían ellas, como buenas alemanas. Mario, lo primero que hacía era sentarse - los demás estaban parados todavía, esperando para reza r-, invariablemente tomaba su pan, lo partía en dos, untaba sus panes por ambos lados con mantequilla, después mermelada a los dos lados también, y después se paraba y rezaba, luego se sentaba y conversaba. Y nos dejaba mirándolo. Cuando recién entró al Movimiento era un gordito que le gustaba comer. Después de algunos años, cuando se notaba que estaba muy mal del estómago y con una salud pésima, aquello resultaba increíble. Iba a los campamentos en tren, comía un alimento espantoso, ya no quedaba nada del cómodo y gordito Hiriart, lo había entregado todo.

Mario recuerda en su diario: "Aquellos últimos meses de 1952 tomé clara conciencia de la necesidad de hacerme instrumento, y me empeñé en una lucha que no era puramente ética, sino de aspiración a la magnanimidad... siempre es Cristo quien lleva la cruz más pesada: ¿no puedo acaso ser su Cirineo? Quiero ofrecerle mi propia vida. Tengo, como nunca lo había experimentado, ansias de cruz y sufrimiento; nostalgia de cruz, porque en la cruz está Dios. Esto lo he aprendido en el Vía Crucis: quiero estar junto a tu Hijo y junto a ti, Madrecita, en los momentos de la redención. Porque hasta hoy, él se quedó en la más pequeña de sus criaturas, un pedazo de pan, por amor a mí; ¿qué no he de entregarle yo en compensación de tanto amor, sino toda mi vida? si aceptas, dame las fuerzas de ser ofrenda..."

De pan con mantequilla a pan de redención media una sola ruta: Cristo el Camino, y la Aliada por compañera y flecha imantada al verdadero norte.

Los predios de Su Señoría

"Se reía mucho de un aprendiz que había en la oficina, porque cuando pasaba por allí, siempre le decía: ‘Don Mario, ¿puedo pasar por su predio?’ Esto le daba una risa enorme, le resultaba muy divertido. Mario siempre estaba riendo y encontrando cosas divertidas. Parecía serio, pero nunca se percibía mal carácter en él, era una persona muy alegre. En la Corfo había personas muy dispares en su forma de pensar, pero todo el mundo le tenía un respeto especial y también mucho cariño. Se confiaban a Mario."

Parece que la sonrisa de los "predios reales" no era algo ocasional. En muchas circunstancias, Mario había meditado sobre este tema que le resultaba vital. En 1963 sabemos que ya su enfermedad era la propietaria de sus predios personales, pero él no se detenía en eso, sino que estaba atento a otra realidad: "Frente a toda dificultad, especialmente al exceso de trabajo, quiero mantener la alegría interior al vincularlas al sacrificio redentor de Cristo; y, como expresión y seguro exterior, quiero mantenerme siempre sonriente..." Sin olvidar la convivencia, donde suele ponerse a prueba todo intento de heroísmo: "hoy vale esto: no a pesar de - sino por medio de las personas con las cuales vivo -, quiero ir a su encuentro siempre con amor, interior y exteriormente; no sólo con una sonrisa en los labios, sino también una sonrisa en el corazón".

"Recuerdo que ‘cuando ayunéis, derramad ungüentos sobre vuestras cabezas y vestid vuestras mejores ropas, para que nadie sepa que ayunáis, sino vuestro Padre que está en los cielos’. Madrecita, esto lo dice Cristo precisamente para mí: cuando mi salud ande mal, cuando tenga dolores y sufrimientos, debo vestir la mejor de mis sonrisas y mostrar gran alegría... Todavía es poco eso. No debo aparentar alegría, sino estar interiormente de veras alegre, a pesar del sufrimiento sensible, porque sé que el Padre me lo envía para mi propio bien y el de los demás, y eso debe llenarme de gozo".

El detalle, que de tan cotidiano ni lo vemos, era para este joven un asunto mayor. Tenía que ver con las raíces de la vida, de qué cosa se nutre y vivifica, y con los mejores frutos de cualquier acción y apostolado. Camino de encuentro con Dios y regalo para la Reina, Su verdadera Señoría: "vengo a traerte como especial ofrenda una sonrisa".

Fuente: Vínculo, Fundación Mario Hiriart, mayo - junio de 2004



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Last Update: 15.07.2004 Mail: Editor /Webmaster
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