Nachrichten - News - Noticias
 published: 2004-03-23

Constatar la presencia de Dios en la solidaridad

Conmovedores testimonios de sacerdotes que auxiliaron a víctimas de Madrid

Simon de Cirene ayuda a Cristo a llevar el madero de la cruz - a Cristo que sufre en las victimas de Madrid. Vía Crucis en Schoenstatt, Santuario Original

Simon of Cyrene helps Jesus carry the cross - Jesus who suffers in the victims of Madrid; Stations of the Cross, Schoenstatt, Original Shrine

Simon von Cyrene hilft Jesus das Kreuz tragen - Jesus in den Opfern von Madrid; Kreuzweg beim Urheiligtum

Foto: POS Fischer © 2004

 

 

 

MADRID, 17 Mar. 04 (ACI). Como respuesta al llamado de auxilio urgente a las víctimas hecho por el Arzobispo de Madrid, Cardenal Antonio Rouco Varela, cientos de sacerdotes y religiosas acudieron de inmediato al lugar de los trágicos sucesos para ofrecer su ayuda y el consuelo de Dios.

"Recuerdo a un joven de 18 años; está con su amigo. No tiene más familia. Su padre murió hace ocho años y ahora vivía solo con su madre. La madre, el día 11, no trabajaba, y aprovechó para hacer compras en Madrid. En Atocha encontró la muerte. Me dice: ‘Ahora me quedo solo. Sólo me quedan los amigos’. Y yo le añado: ‘Y un sacerdote que también te quiere y reza por tu madre’. Le di mi dirección", cuenta el P. Ángel Camino, párroco de San Manuel y San Benito.

"Finalmente me encuentro quizá con lo más trágico", prosigue el P. Camino. "María de la Soledad iba sentada junto a una de las bolsas con los explosivos. La han reconocido a través de las huellas. Totalmente deshecha, me dice la hermana. ¡Qué casualidad!: sus hijos habían sido bautizados en mi parroquia y aquí será su funeral por expreso deseo de su esposo y padres. Todo ha sido escuchar y escuchar, consolar y acompañar y en estos sencillos actos de amor la recompensa ha sido infinitamente mayor. Apenas he visto gestos de rechazo. Todo lo contrario. Qué lección de dolor transformado en amor, de sufrimiento inmolado".

El P. Santiago Martín estuvo presente en el lugar donde llegaban los cadáveres. "Me resulta muy duro evocar la escena. No duermo, me duele el pecho, estoy nervioso. En el suelo estaban los cadáveres metidos en sacos de plástico blancos o negros, alineados como soldados que van a recibir una medalla: la que Dios les iba a dar en el cielo".

"Al acabar el responso, me puse de rodillas y me costó muchísimo no echarme a llorar. Aún ahora se me humedecen los ojos. Después fuimos pasando por los distintos grupos de víctimas, según la zona donde habían sido asesinados, bendiciendo aquellos cuerpos privados de vida".

Rezamos con la voz entrecortada

Poco después de recibir el aviso del arzobispado de Madrid, el sacerdote jesuita de 81 años, el P. Alberto López Caballero, llegó a uno de los lugares de atención a las víctimas. "Recuerdo hablar con un joven desolado, con los ojos rojos por las lágrimas, porque acababa de identificar el cadáver de su esposa, con la que se había casado hacía tres años, y que estaba esperando un hijo", señaló el sacerdote. "Me quedé sin palabras, como una página en blanco".

"Fue muy impresionante el caso de aquel chico joven que había perdido a su esposa en el atentado", declaró el P. Juan Carlos García de Vicente. "Aunque le aconsejaron que no levantase la sábana que cubría el cuerpo de su mujer, el joven lo hizo y estalló en llanto y cólera. Fueron momentos muy duros", compartió el sacerdote.

"Muy conmovido, me acerqué a preguntarle si quería que rezáramos un Padrenuestro por su esposa. Accedió entre lágrimas, y rezamos con la voz entrecortada. Le despedí con un abrazo y con mi bendición. Desde entonces todos los días le recuerdo cuando celebro la Misa, para que el Señor le consuele, le bendiga y le proteja", concluyó.

Capellanes de los hospitales

Los capellanes de los hospitales adonde llevaron a los heridos vivieron una ardua jornada ofreciendo su ayuda. El P. Jesús Herrero, capellán del hospital Gregorio Marañón recordó que visitó a "un ecuatoriano que se encontraba medio sedado. Al decirle que era el capellán, abrió los ojos llenos de alegría y me dijo: Padre, hay que dar gracias a Dios por los que han sobrevivido y rezar por los que no lo consiguieron. Es impresionante la entereza de las víctimas"

Por su parte, el P. Fructuoso, capellán del hospital de La Paz, manifestó que "algunas víctimas pedían confesarse y agradecían, al igual que los familiares, ayuda espiritual. Mi ayuda se centró sobre todo en los familiares que llegaban buscando a sus hijos".

11-M: "Perdono de todo corazón a los terroristas y pido que Dios toque sus corazones"

A la multitudinaria muestra de solidaridad tras la tragedia del 11-M que dejó más de 200 muertos y unos mil 500 heridos, se ha sumado en España los testimonios de víctimas anónimas y personas que ayudaron en la catástrofe que manifiestan su sincero perdón y clemencia para con los terroristas y su consuelo a los afectados.

Amparo Buchón, una madre que perdió en el atentado a Marta y Nuria, sus dos hijastras, ofreció un conmovedor testimonio de fe en Dios y perdón de los autores de los atentados: "El Señor me las dio y el Señor me las quitó. Hay que aceptar su voluntad. Siento una gran impotencia, ya que no puedo entender que un ser humano sea capaz de llegar a estos extremos. Sin embargo, la fe cristiana ha sido el sostén de mi vida y ahora me da las fuerzas necesarias para aceptar la situación con resignación y, perdonar a los que han causado tanto daño y sufrimiento. Les perdono de todo corazón y pido que Dios toque sus corazones".

Carmen Rubio, una enfermera del Hospital La Paz que brindó ayuda a las víctimas de los atentados, recogió el testimonio de un rumano en uno de los locales destinados a la atención de las víctimas. "Me salvé gracias a Dios".

"Yo estaba en el vagón de la muerte y tenía un libro. Como había mucho jaleo decidí cambiarme de sitio y eso me salvó la vida", le explicó el sobreviviente. Preguntado sobre la temática del libro, el rumano, dijo que se trataba de "un libro cristiano".

La enfermera aseguró a que estas muertes "sólo se pueden perdonar por la gracia de Dios, ya que si no es imposible". "El ejemplo lo tenemos en el Papa Juan Pablo II. Él sufrió un atentado mortal y fue a la prisión a visitar al agresor, le dio un abrazo y se convirtió", añadió Rubio.

Un médico forense, Julio Lorenzo, al narrar su experiencia al ayudar y dar ánimo a los afectados en los atentados, reveló que su más profundo consuelo lo encontró en Dios. "Pude percibir su presencia en la solidaridad de la gente que allí se encontraba. Cuando no comprendemos el misterio de la iniquidad, el hombre no puede sino elevarse a Quien sabe la solución, a Quien todo lo puede y lo conforta".

"Muchas de nuestras lágrimas son de emoción al constatar la presencia de Dios en la solidaridad, son lágrimas de emoción al palpar a Dios entre nosotros, unidos en el dolor", declaró Lorenzo quien añadió que "hay que dar gracias a Dios por haber demostrado, una vez más, que el mal se vence con el bien".

María Pilar, una madre que perdió a su joven hijo, escribió una carta en la que asegura que "a pesar de todo el dolor de nuestro corazón, estamos experimentando la ternura de Dios a través de todas las innumerables personas que han llorado con nosotros". La misiva continúa pidiendo una oración "no por mi hijo, que ya está con el Padre, sino por los asesinos de hecho y los que han manejado esos hilos, para que lleguen alguna vez a encontrar el amor que necesitan para curar su mal".

"Nosotros hemos prometido ante su cadáver que lucharemos por lograr, aunque sea una pizca, que esta lacra se extinga. Somos más los que amamos. ¿Nos van a poder?", se preguntó la madre.

Publicación con autoriazación de ACIprensa, www.aciprensa.com



Zurück/Back: [Seitenanfang / Top] [letzte Seite / last page] [Homepage]

Last Update: 23.03.2004 Mail: Editor /Webmaster
© 2004 Schönstatt-Bewegung in Deutschland, PressOffice Schönstatt, hbre, All rights reserved, Impressum