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 published: 2004-02-20

La cruzada es una experiencia única...

Testimonios de los cuatro jóvenes de Ciudad del Este, Paraguay, sobre "su" Cruzada de María

 

Cruzada: un descanso en la subida al Cristo Redentor

Crusade: Rest during the ascent to Christ the Redeemer

Andenüberquerung: Rast beim Aufstieg zum Cristo Redentor

 
 

Juventud Masculina de Ciudad del Este en Puente de Inca

Boys' Youth from Ciudad del Este at Puente de Inca

Mannesjugend aus Ciudad del Este bei Puente de Inca

 
 

En Las Cuevas

At Las Cuevas

Bei Las Cuevas

 
 

Descanso paraguaya

Paraguayan rest

Rast a la Paraguay

 
 

Chile, Santuario de Santa Teresita de los Andes

Chile, by the Shrine of St. Therese of the Andes

Chile, beim Heiligtum der heiligen Therese der Anden

 
 

La delegación de Paraguay en el Santuario de Bellavista

The delegation from Paraguay at the Shrine in Bellavista

Die Delegation aus Paraguay beim Heiligtum in Bellavista

 
 

Antes de la Misa final, en Bellavista

Before the final Mass, at the Shrine in Bellavista

Vor der Schluss-Messe beim Heiligtum in Bellavista

 

Bellavista: Cruzado dando gracias y firmando el libro de la Cruzada

Bellavista: thanking and signing the book of the Crusade

Bellavista: Danksagung, Unterschrift ins Pilgerbuch

Fotos: Cabral © 2004

 

 

 

PARAGUAY, Javier Cabral/mkf. De vuelta a Ciudad del Este después de vacaciones "especiales" en la Argentina y Chile, cuatro miembros de la Juventud Masculina fueron recibidos con miles de preguntas. Porque sus vacaciones las pasaron caminando a través de los Andes desde el Santuario de Mendoza al Santuario de Bellavista, entre el 15 y 31 de enero.

"La cruzada es una experiencia única" dice Pablo Pratt.

¿Qué es lo que la hace tan "única"?

"Las Misas en medio de las montañas son algo fantástico, imposible de describir.

La música y los cantos en medio de la soledad son muy diferentes... Llegamos a Santiago, costó pero llegamos. Caminamos durante todo el trayecto. Hubo gente que se lesionó y tuvo que hacer algunos tramos en vehículos. La verdad es que duele todo" comenta Pablo Pratt.

Cansancio y sacrificios que hacen crecer...

En una homilía del Padre Martín Gómez señaló aspectos muy propios de la caminata: "En este momento ustedes están cansados, con heridas en los pies, agotados. Así es la vida, con sufrimientos... pero deben continuar, pese a las dificultades", recordó Marcelo Villalba. "La bajada de la cordillera fue difícil. Había una parte llamada del caracol que no terminaba más" José María Cabral recordó una ampolla que lo acompañó un buen tiempo como con agrado las homilías del Padre Martín, "pues parecía que nos hablaba a cada uno de nosotros y sabía lo que habíamos pasado. Un día nos tocó cocinar al medio día y tuvimos que abrir ¡ochenta! latas de arvejas, porotos y jardineras. Bajé ocho kilos durante la caminata. La mayoría bajó unos siete kilos en promedio. Cada hora y media parábamos 20 minutos para descansar. En la primera parada aún era de noche y luego del cuarto día todos dormíamos en el suelo, sobre las piedras, o se aguantaba. Hasta los Padres dormían. Había días en los que algunos parecía que caminaban dormidos. De repente se iban hacia otro lado.

El Padre Claudio iba detrás de todos para controlar que nadie se retrasase o se quede perdido. ¿Los peores lugares? Picheuta, donde está el puente de piedra y Cerro Negro. Llegamos al mediodía, no había ningún arbolito, nada de sombra, todo era piedra, pero igual dormimos la siesta". "La subida al Cristo Redentor fue la parte más fatigosa. Es necesario parar cada tanto porque falta el aire", dice Guillermo Cabral. "¿El peor día? Una noche nos tocó cocinar, y al otro día, la mañana nos pareció interminable"

Agrega Marcelo Villalba, con asombro en su voz: "Dos señores de córdoba fueron con nosotros en la cruzada. Uno de ellos durante la misma cumplió 50 años".

Solidaridad y espiritualidad

"El seminarista Andrés Rodríguez era uno de los encargados de curar las ampollas cada día" cuenta Guillermo Cabral. "Mi bolsa de dormir quedó en el Cristo Redentor. No sé: parece que alguien se confundió y la dejó allí. Menos mal que me prestaron una manta para dormir hasta Santiago"

"Las Misas y las primeras horas del día eran los momentos fuertes en lo espiritual".

La cruz de Mario Hiriart

"A la mañana rezábamos la oración de la mañana y se leía algo referente a Mario Hiriart, luego se nos exhortaba a la reflexión. La primera hora y media de caminata era de silencio y reflexión. Eran los momentos que teníamos para encontrarnos con nosotros mismos. En la última media hora de esta etapa de reflexión se rezaba el rosario", cuenta José María Cabral. "La cruz que iba al frente, a la que llaman Cruz de Mario, es la misma de las otras cruzadas, tiene algunos golpes y se le colocaron algunos refuerzos".

"En Bellavista estuvimos en la tumba de Mario. ¡Allá todo es Mario Hiriart!" agrega su hermano Guillermo.

¿Qué es lo que más les impresionó en Santiago de Chile?

"En Chile antes de llegar a Bellavista visitamos otro Santuario: el de Nuevo Belén, que tenía la inscripción ‘Un siervo de María nunca perecerá’ en castellano", dice José María Cabral, y Guillermo: "Estuvimos en una casa en la que se alojó el Padre Kentenich en Santiago, en la calle Manuel Montt. En la capilla había un cuadro muy antiguo, muy especial de la MTA".

Con María en el camino

"Nosotros, los de Ciudad del Este, habíamos comprado una imagen de la MTA en Mendoza y la llevamos durante todo el trayecto. Nos íbamos turnando para tenerla durante la caminata.

La imagen de la MTA la traje el domingo pasado al Santuario de Ciudad de Este y la dejé en el altar", dice Pablo Pratt.

Una experiencia especial de la cruzada.

Sin pensar mucho, uno de los jóvenes dice:

"Un día llevé el cuadro de la MTA en el grupo que iba al frente"



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