Zum Weiterdenken - Considerations - Para reflexionar
 published: 2004-01-23

Valor cívico

Dialogar con familias: Impulsos para un intercambio estructurado de experiencias

P. Elmar Busse:

Del 28 de abril al 2 de mayo de 2004 se van a encontrar en Schönstatt familias de los nuevos y antiguos estados miembros de la Unión Europea para celebrar un Congreso de Familias.

Para prepararse a este Congreso Usted puede descargarse de la página de internet (en formato html o word) cada mes un impulso, a modo de sugerencia de diálogo, que le sirva para el intercambio con otras familias.

1. Mirando a la vida:

El politólogo berlinés Peter Grottian escribe acerca de experimentos en los que – en más de la mitad de todos los casos – se dieron intervenciones de ayuda cuando ciudadanos extranjeros sufrieron acciones violentas en el metro. En casos de acoso sexual, por cierto, sólo en un tercio de ellos se produjeron intervenciones de ayuda. Resultado decisivo del estudio es que tanto el no hacer nada como el intervenir para ayudar desarrollan una dinámica propia considerable. El valor cívico sirve de algo. En cuanto una persona se decide a ayudar, encuentra a otras que le ayudan, que disminuyen el riesgo y que hacen más probable el éxito de la intervención. Esta personalidad que ayuda no se puede clasificar de acuerdo a categorías sociológicas corrientes. El valor social no se desarrolla con especial abundancia ni en los ambientes de personas con una alta formación ni con una fe por encima de lo normal. Su aparición es independiente del sueldo, del coeficiente intelectual, de las convicciones éticas, del estatus social o de las ideas políticas. Las mejores premisas para que crezca el valor cívico son según estas investigaciones:

  • una relación de confianza, por lo menos con uno de los padres
  • mostrar normas fundamentadas pero que sean transformables
  • y lo más importante de todo: haber conocido a alguna persona cuya humanidad con el prójimo no pudiera haber sido doblegada por nada ni nadie.

2. Mirando a la Biblia (Lc 12,49-53)

Jesús dice: »He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido! Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla! ¿Creéis que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, os lo aseguro, sino división. Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos; tres contra dos, y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra«.

Jesús – que, por una parte, acentúa mucho la unidad y expresa como su gran deseo el pedir por la unidad en Jn 17 – es capaz también, por otra parte, de decir con claridad: Hay situaciones en las que, por su causa, surgen tensiones. Quien se mantiene fiel a Él y a su mensaje puede verse envuelto en dificultades con su entorno. La historia de la Iglesia es, asimismo, la historia de sus mártires.

3. Mirando a nosotros

¿Qué podemos hacer como familia para que en nuestro hogar crezcan personas que, a pesar de o precisamente por sentir una gran alegría al experimentar la unidad, sean capaces de enfrentarse a situaciones conflictivas y desarrollen una actitud de valor cívico?

Desde el punto de vista del desarrollo de la personalidad hay dos fases apropiadas en las que la naturaleza a su vez colabora a que puedan madurar personalidades fuertes: estas son, por un lado, la edad del desafío (fase de rebeldía infantil) y, por otro, la adolescencia. Padres e hijos sienten que ambas fases – a causa de la armonía perturbada – son muy extenuantes. En ambas fases la naturaleza apremia a decir yo. El niño descubre en la edad del desafío que no se trata de una unión-madre-hijo, sino que él posee una voluntad propia. Descubre las palabras "yo" y "no". El niño, al principio, habla de sí mismo en tercera persona: "Ana tiene hambre". "Felipe tiene sed". Y espera a que los padres todopoderosos cumplan los deseos expresados. Tiene que ser algo embriagante cuando el niño descubre su propia voluntad. No es de extrañar que desee vivenciar y probar esa nueva energía oponiéndose a la voluntad de los padres. Si no experimenta oposición alguna, entonces esa nueva energía se pierde en el vacío. Si por la fuerza se produce un impedimento de esa forma de expresión, el niño se rompe. Por contra, si el niño siente oposición, aprende a usar esa energía y a canalizarla.

A menudo he jugado con niños al juego del sí y el no. Encontrar un motivo para llevar la contraria al niño era algo sencillo. Y, entonces, empezaba el juego: en todos los tonos e intensidades, suplicando, mimoseando, exigiendo, despertando compasión. Y, entre medias, una carcajada para que no hubiera duda de que se trataba de un juego. Pero también se trata de algo serio. El niño tiene que notar en la actitud consecuente de los padres que hay límites y prohibiciones, le guste o no le guste.

4. Mirando al fundador de Schönstatt

En julio de 1909, el estudiante Kentenich no fue admitido por el Consejo Provincial de los Pallottinos a la ceremonia de profesión de votos perpetuos. Con ello se le impedía el camino al sacerdocio. Ninguna diócesis le hubiese cogido con las siguientes referencias: "Tendría las cualidades necesarias para ser un hereje: una inteligencia por encima de la media y una voluntad fuerte." En una charla con su rector explicaba el estudiante más o menos con estas palabras: "Frente a frente seré siempre franco, pero a sus espaldas mostraré siempre lealtad." Esto movió al padre Kolb a presentar otra vez ante el Consejo Provincial la cuestión de la aceptación. La decisión fue de 3 votos a 2 para Kentenich. De este modo, el estudiante Kentenich se convirtió en el Padre, que con sus nuevas ideas y su nuevo estilo pastoral de hecho chocó frecuentemente, primero con los hermanos de comunidad, más adelante con el obispo auxiliar de Tréveris, después incluso con el Santo Oficio, predecesor de la actual Congregación para la Doctrina de la Fe. El 31 de mayo de 1949, cuando el Padre puso sobre el altar del santuario su carta de respuesta al informe de la visitación del obispo, dijo: "Tenemos que contar con que el trabajo [refiriéndose a su respuesta] hiera profundamente en la patria [Alemania] a muchos corazones, que despierte viva indignación y que provoque duros contragolpes. No debemos sorprendernos de que se llame a formar un frente de oposición común fuertemente cerrado de hombres influyentes contra mí y la familia... Y, a pesar de todo, no podemos mantenernos dispensados del riesgo... La misión de profeta entraña siempre destino de profeta."

Él no era, sin embargo, solamente un hombre que siguiera su camino con rectitud. En su cercanía, otros podían madurar convirtiéndose en personalidades fuertes: el posterior colaborador del Padre Kentenich, el tirolés Franz Reinisch, recibió el apoyo del Padre en la lucha por tomar una decisión de acuerdo a su conciencia. El padre Reinisch, cuyo 101 aniversario de nacimiento podemos celebrar el 1 de febrero, en una discusión con hermanos de comunidad pensaba lo siguiente: "No se puede realizar el juramento militar a la bandera nacionalsocialista y al Führer. Esto es pecaminoso. Sería hacer una promesa de juramento a un criminal." En esa discusión se le pidió al Padre Kentenich una toma de posición. Él respondió: "Una misma cosa, no le hace bien a todo el mundo. ¡Que cada cual vea cómo hacerlo! Si la conciencia dice que hay que hacer el juramento, está bien así. En caso de que la conciencia se oponga a realizar el juramento, entonces debe seguirse esa voz de la conciencia." Franz Reinisch siguió la voz de su conciencia y fue condenado a muerte en Berlín el 7 de julio de 1942 y ejecutado en Brandenburgo el 21 de agosto de ese año. Sería el único sacerdote que se opuso por razones de conciencia a hacer el juramento de bandera a Hitler.

5. Mirando a nuestras posibilidades de realización:

El clima entre nuestras cuatro paredes lo podemos determinar nosotros mismos. ¿Qué nos resulta importante? ¿Qué esperamos de la Virgen como nuestra educadora en el Santuario Hogar? Una madre de seis niños cuenta: "Con nuestros pequeños siempre he jugado a saltar escalones. Dependiendo de la edad y del valor saltaban a mis brazos desde el quinto o sexto escalón, o aún desde más arriba." Hoy ya han sobrepasado los "pequeños" a su madre por encima de la cabeza, sin embargo el valor de acometer algo nuevo, el valor de tener una opinión propia y de expresarla, ese valor se les enraizó en el corazón jugando a saltar escalones. El que hubiera en la adolescencia debates encendidos con los chicos, el que hubiera jaleo y el que las lágrimas se derramaran por ambas partes, es algo de por sí evidente. Los luchadores de antaño reconocen hoy ante sus padres que, como contrarios, sentían que estos les tomaron en serio y que los padres, en la lucha por autocontrolarse, sólo en casos rarísimos hirieron la dignidad de los hijos. Un halago hermoso tras años de luchas y de dudas de los padres: "¿Qué es lo que hemos hecho mal?"

Un padre cuenta lo siguiente: "Mi hija de trece años puso ojos como platos cuando le expliqué que en Israel una mujer que esperase un hijo ilícito tenía que contar con ser dilapidada. Entonces fue un sí muy valiente el que María había dado en la hora de la anunciación." El año pasado, el día de Viernes Santo, después de la celebración de la Pasión, se dio una charla en una familia en la que unos padres remarcaron el valor y la perseverancia de María y san Juan bajo la cruz. El hijo de 16 años experimentaba en esos días cómo los amigos de un compañero de colegio se apartaban de él porque la empresa familiar de los padres había quebrado. ¡Cuánta valentía y capacidad de aguante necesita la fidelidad cuando fracasa el amigo o, como en el caso de Jesús, incluso es matado como enemigo político!

Posibles campos de trabajo:

Regalamos a nuestros hijos seguridad y cobijo porque permanecemos unidos como matrimonio.

Nos preocupamos de que tengan exigencias y pruebas de valor para que sepan actuar ante los miedos y aprendan a superarlos.

Cuidamos de que haya un clima de veracidad. Valor para decir la verdad, aun cuando sea desagradable. Más vale soportar abiertamente las consecuencias de un error que agravar las cosas por acallarlas u ocultarlas.

No ocultamos nuestras convicciones. No sólo practicamos la tolerancia sino que la exigimos. Por este motivo hacemos nuestras oraciones en la mesa aunque haya con nosotros invitados que no crean.

6. Un ruego para acabar:

¡Por favor, recoja sus observaciones y experimente en su familia! Esto le va a hacer bien a todos en su familia. Además puede compartir con otros sus buenas experiencias en el Congreso de Familias. Se decía de los primeros discípulos que compartían todo entre sí. La mayoría de las personas puede conseguirse por sí mismas un techo, comida, ropa. Pero en una sociedad pluralista faltan a menudo posibilidades de orientación, experiencias prácticas sobre cómo, a largo plazo, puede lograrse hoy (auto-)educación. Orientación y estímulo – esta forma de amor al prójimo marcará el Congreso.

Traducción: Esteban Santori

 



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Last Update: 05.02.2004 Mail: Editor /Webmaster
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