Un don para el futuro de la IglesiaColocación de la piedra fundamental del Santuario Matri Ecclesiae en Roma |
ROMA, P. Alberto Eronti. "Un don para el futuro de la Iglesia" - el Santuario Matri Ecclesiae en Belmonte, Roma, el 8 de diciembre de 2003, Día de la Inmaculada, pasó de sueño a realidad naciente con la bendición y colocación de la piedra fundamental. Comienza con el día de hoy una nueva presencia del Padre Kentenich y de Schoenstatt en la ciudad de los papas. La tarde de ayer, domingo, no podría haber sido menos adecuada si pensamos en lo que esperábamos vivir al día siguiente, fiesta de la Inmaculada. La lluvia y el frío nos hacían preguntarnos: ¿cómo estará el clima mañana? Cuando llegábamos hoy, 8 de diciembre, muy temprano, a la plaza de San Pedro, la Basílica lucía iluminada mostrando toda la serenidad de su esplendor. Comenzaba a amanecer y la cúpula se recortaba sobre un cielo límpido que despedía las últimas estrellas. La expresión nos salió sola: "Hoy será un día propio de la Inmaculada". En la sacristía nos fuimos encontrando con los sacerdotes que llegaban para concelebrar la Misa que, en el altar de la cátedra, presidiría el arzobispo de Friburgo, Mons. Robert Zollitsch, con la participación de más de 250 peregrinos, la mayoría llegados de Alemania. El cálculo previo fue desbordado y los sacerdotes concelebrantes pasaron el número de los cincuenta. ¡Todo un indicio de la fiesta! Un Santuario vivo para la vida de la Iglesia y del mundoLa Misa, en lengua alemana, transcurrió en un clima de profunda oración y serena alegría. Cuando Mons. Zollitsch comenzó la homilía sentí una profunda conmoción ya que, en sus primeras palabras, nombró al Padre José Kentenich. No pude dejar de recordar que ahí, en la Gloria de Bernini, por años se declararon santos a cientos de hombres y mujeres; de ahí que el nombre de nuestro Padre se oyera con un sentimiento especial. Las palabras de nuestro arzobispo fueron sencillas, sentidas. Hizo referencia al significado del Santuario "Madre de la Iglesia", que ahora se comenzaba a construir. Debía ser un Santuario vivo para la vida de la Iglesia y del mundo, de ahí la necesidad de respaldarlo con nuestra entrega cotidiana. Usando palabras de San Pedro, hemos de ser piedras vivas del Santuario llamado a ser madre (cfr. 1Ped.2,5). Al final de la Eucaristía entonamos el Himno de la Familia y, en la Catedral del Mundo, le pedimos a Ella que "nos proteja con su manto", que proteja a la Iglesia y a la familia humana. Al salir de la Basílica el sol brillaba intenso en un firmamento sin nubes, aunque el frío se hacía sentir. La luminosidad y el color limpio del cielo nos evocaban la pureza y belleza de la Inmaculada, "la tierra madre de Schoenstatt", y por lo tanto, del nuevo Santuario como "lugar de gracias" de maternidad y fecundidad para la Iglesia. Mirando el sol pensaba que "la visión de la Candelaria" hoy tenía no una "candela" sino un poderoso reflector que lo alumbraba todo, ¿un símbolo de futuro? Al mediodía, los peregrinos de Alemania participaron en el Ángelus del Papa; donde al final de su charla, Juan Pablo II saludó a los peregrinos de habla alemana: "especialmente a los miembros y amigos del Movimiento de Schoenstatt. Siempre confíen en la intercesión de María, la Mater ter admirabilis y Madre de la Iglesia. Que el Señor les acompañe con su bendición", según la noticia difundida por Radio Vaticano. La silueta del futuro Santuario en la parte alta del terrenoPoco antes de las 15,00 horas llegamos a Belmonte. Desde la ermita se veían señalados el camino que llevará al Santuario y también los contornos de las futuras edificaciones. La silueta del futuro Santuario, hecha de tubos y un toldo tamaño natural, se recortaba en la parte alta del terreno. Al llegar ya estaban instalados los participantes: el obispo diocesano Mons. Reali, el arzobispo Mons. Zollitsch, Mons. Wolff, Mons. Sanna, miembros de los Institutos y Federaciones, la Familia de Roma, de otros lugares de Italia y demás peregrinos. En la portada del folleto que contenía los textos de la ceremonia se leía, sobre el logo: "Un don para el futuro de la Iglesia". Piedras vivas del SantuarioLa ceremonia se inició con el saludo del obispo. Luego Mons. Wolf saludó a los participantes con su habitual simpatía y calidez. Tras la proclamación de la Palabra (1 Ped.2,3-9 y Jn.19,25-27), tuvo lugar la homilía de Mons. Reali, quien hizo referencia a la historia del nombre del Santuario, "Matri Ecclesiae", recordando las palabras del Papa Pablo VI en el cierre de la IV° sesión conciliar en 1965. Hacia el final, partiendo de las dos lecturas, nos alentó a que todos fuéramos "piedras vivas" del Santuario y viviéramos intensamente el don de Jesús a la Iglesia, Su Madre. A continuación el obispo bendijo la piedra fundamental, la misma que el 8 de diciembre de 1965 había sido bendecida simbólicamente por nuestro Padre. Seguidamente los Directores del Movimiento de diversos países de Europa, leyeron de manera alternada el texto escrito en el pergamino que se colocó dentro de la piedra. Todos respondimos cantando el Magníficat. Tras escuchar un texto del Acta de Fundación del Movimiento, la Presidencia Internacional de la Obra rezó, de manera alternada, la oración preparada para este acontecimiento, que finalizaba con esta súplica del Padre de la Familia: "Desde aquí construye un mundo Siempre allí reinen amor, Una nueva presencia del Padre y de Schoenstatt en la "ciudad de los Papas"Por fin llegó un momento particularmente emotivo: el golpe de martillo en la piedra fundamental expresando en voz alta un deseo. Pasaron unos 30 representantes de la Familia, quienes recibieron como recuerdo de la ceremonia una pequeña ánfora, clara invitación a poner el "agua" del Capital de Gracias para que María la transforme en vino. A continuación, el obispo nos invitó a rezar la oración de Jesús para vivir y manifestar nuestro ser familia de Dios - el Padrenuestro - impartiendo luego la bendición final. Tras las palabras de agradecimiento de Mons. Wolf, cantamos la "Salve Regina" a la Inmaculada, que nos había regalado un día muy frío pero, a su vez, cálido en los corazones. Al final, mientras todos iban ansiosos hacia la cafetería, se escuchaban las estrofas del canto "Grosser Gott", manifestando una vez más con María que el Señor había sido grande con nosotros y estábamos alegres. Cerrando el día, todos nos trasladamos hacia el alojamiento, Casa "Tra noi", para allí - "entre nosotros" - festejar y posgustar como Familia el día vivido. Día que marca un hito y anuncia una nueva presencia del Padre y de Schoenstatt en la "ciudad de los Papas". |
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Last Update: 09.12.2003
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