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 published: 2003-11-07

Hay que practicar la despedida, de lo contrario es muy difícil

"Los Lunes por la noche", en noviembre, charlas para matrimonios: enfrentarse con la muerte y el duelo en la familia

 

Aprender a despedirse...

Practicing to say farewell...

Abschied muss man üben…

 

Ruth y Peter Fischer, conferenciantes

Ruth and Peter Fischer, speakers

Ruth und Peter Fischer, Referenten

 
 

Participantes pensativos

Thoughtful participants

Nachdenkliche Teilnehmer

 
 

Impulso: crear memorias

Impulse: create memories

Ein Impuls: Erinnerungen schaffen

Fotos: POS Fischer © 2003

 

 

 

Schoenstatt, mkf. Un tema ante el cual muchas veces nos falta valor para conversar, fue el que se propusieron presentar Ruth y Peter Fisher para la charla de ese lunes por la noche en la Casa de las Familias; un tema delicado y del que muchas veces preferimos no hablar: la muerte y el duelo en la familia. Pero, a su vez, es un tema real que nos puede tocar vivir o que tal vez ya hemos vivido, como podía verse en las caras pensativas de los participantes.

No fue un tema para grandes debates ni aplausos, sino, según una de las participantes, "es un tema que realmente nos toca, que nos mueve. Tiene que ver con nuestra esencia". Los disertantes, un matrimonio con cuatro hijos, testimoniaron al grupo su experiencia sobre el tema "entre la muerte y el cielo", de manera natural, como en el trato con los niños frente al tema: "Para nuestro hijo más pequeño el cielo es tan cierto como Roma o New York. Él nunca estuvo en esas ciudades, tampoco sabe cómo son, pero sabe que existe Roma, New York y el cielo, y conoce personas que viven allí... a las que les gusta tanto esos lugares que no quieren volver".

Hace tiempo que nos quedamos sin palabras ante la noticia de una enfermedad grave o la muerte de un ser querido. Encontrar palabras de aliento, la visita y acompañamiento en esos momentos... fue el tema de esa noche el 3 de noviembre de 2003 en la Casa de Familias, en Schoenstatt, Alemania.

Un lindo arreglo, con una cruz, una vela, flores y la canción de Rudolf Kunze acompañó la reunión, al igual que una hoja recordatoria con preguntas: "¿Impulsos, recuerdos, sentimientos?". Así comenzó la charla de ese lunes por la noche. "También para nosotros es un tema ‘difícil’", dijo Ana Hoffmann de Correa, de San Isidro, Argentina, la participante llegada del lugar más lejano. "Para nosotros también fue un tema muy intenso", cuenta Ruth Fischer, "ya que al preparar el tema, uno vuelve a revivir intensamente la experiencia de muerte y dolor ante la partida de sus seres queridos". "Personalmente, comenzamos dando pasos muy pequeños", comenta Peter Fischer, "y hasta el día de hoy nos decimos... es difícil pero también nos enseña mucho acompañar a personas en estas situaciones". Hay que "practicar" las despedidas, de lo contrario son muy difíciles. Pero ¿cómo es esto de practicar la despedida? En su presentación, los conferenciantes dieron pautas sobre cómo hacer las despedidas "ahora" para que no sean tan difíciles "después".

No desaprovechar ni un solo día, podría ser el último...

"No desaprovechar ningún día, puede ser el último, de cada hora no vivida te arrepentirás", dice la canción alemana de Rudolf Kunze, músico cristiano evangélico.

Hace unos años, un tío de Peter sufrió un accidente y falleció, a unos 200 metros de su casa, al volver del trabajo. Lo que recuerdan su mujer y sus hijos de los tristes días posteriores, y más intensamente aún un poco más adelante, son esas últimas horas vividas juntos ("¿Porque aquella mañana regresó de nuevo y se despidió especialmente?"), esa última larga conversación, sin televisión de por medio, el día anterior: "Habíamos conseguido algo juntos, los dos, y tuvimos tiempo de hablar sobre esto".¿Cómo hacer para conservar momentos, para no desaprovecharlos, para tenerlos cuando los necesite?

Una cosa concreta sería tomarnos el tiempo de hacer una buena despedida cada mañana cuando nuestro marido sale de casa; no irnos a dormir enojados; tener pequeños rituales al despedirnos. Un ritual podría ser dar la bendición a los niños cuando parten de casa. Cuenta Ruth que ella tiene por costumbre hacer una pequeña cruz en la frente de sus niños cuando salen, y el más pequeño se lo recuerda cada vez que a ella se le olvida hacerlo. También "demanda" su cruz aunque vaya sólo de visita a casa de sus abuelos, que está cruzando la calle!

Nadie sabe el momento, y es mejor así

De todas formas, el que es llamado presiente en cierta medida que su hora ha llegado, y está bien que sea así, para poder preparar su partida.

Peter lo compara con el Evangelio, donde Jesús sabía también que se acercaba su hora, camino a Jerusalén. Sabiendo que llegaba su hora, comenzó a hablar sobre la despedida, y se despidió de sus mejores amigos, dándoles un consuelo: "son tres días y luego..."; el Jueves Santo Jesús festeja su despedida y comparte con sus amigos los momentos y palabras de vida más importantes. Su última hora fue de oración y sus mejores amigos se la perdieron porque se quedaron dormidos. También nosotros dejamos pasar a veces esas últimas horas de un ser querido, en eso estamos en buena compañía, junto con los "mejores amigos de Jesús".

Muchas de las personas que amas deben partir primero

"El camino a Emaús" es un proceso de acompañamiento en el duelo. Los discípulos han quedado sin palabras ante el dolor. Alguien llega y pregunta, ellos responden, se quejan, eso los mueve.

Es lo que hace bien cuando faltan la palabras, cuando hay desconcierto, cuando uno está en un momento terrible, hasta que nuevamente llega el consuelo con la oración. Hay personas que pronto encuentran refugio en la oración, pero "no es lo común ni puede exigírsele a otros o a nosotros mismos", aclara Peter.

"El rosario que muchas veces colocamos en las manos de nuestros difuntos", dice Ruth, "es un camino concreto para ‘practicar la despedida’, cuando repetimos tantas veces: ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Las oraciones que aprendimos de niños se vuelven importantes a la hora de la muerte. Vayan en paz, que duermas bien....".

Tomémonos el tiempo de despedirnos de nuestros difuntos, aconseja Ruth. Tomarse el tiempo de despedir a sus seres queridos, primeramente en la intimidad de la familia; dejar que nuestros niños vean por última vez a ese abuelo que partirá al cielo. Esto está mal visto por mucha gente, y es todo lo contrario, dice Ruth, los niños ven la muerte como algo mucho más natural, menos complicada. Debe darse a los niños la oportunidad de despedirse de ese ser querido. Una de las participantes cuenta que ella había vestido especialmente elegante a sus hijos para el entierro de su joven abuela, pero ante la opinión de los familiares - "estás loca" - los niños debieron quedarse en casa, aunque la hija de 10 años llegó en el último momento de la ceremonia llorando y pidiendo "quiero estar con mi abuelita un rato más".

"Mi padre murió repentinamente unos días antes de Navidad", comenta Ruth, y a pesar de estar a tres hora de distancia de su casa, su marido fue a buscar a sus hijos que todavía eran muy pequeños; "ellos pudieron ver otra vez a su abuelo y decirle: ‘hasta que volvamos a vernos’, ‘chau’. Los chicos aceptaron más rápido que nosotros la muerte del abuelo y muy pronto se imaginaron al abuelo en el cielo".

También tenemos que tener ganas de compartir el momento de la despedida con otros. Cuando hay fe, se encuentra más fácil el consuelo, se tiene la esperanza del re-encuentro con los que partieron antes que nosotros. Pero también allí donde no hay fe, podemos brindar consuelo, compañía, encender una luz.

Sobre la hamaca, entre el cielo y la tierra

"La muerte es el puente cuyo ancho nadie conoce...", dice también la canción. A menudo, la muerte en las grandes ciudades significa cementerios en las afueras de la ciudad, distinto de los pueblos, donde generalmente están cerca de la iglesias. A los moribundos se los lleva de sus casas en sus últimos días. Las casas mortuorias, dice Peter, son una forma de "asociar" la muerte a la comunidad.

Debemos observar cómo entienden los niños lo que es morir, lo que es estar muerto, lo que es estar vivo.

Para los niños, el cielo es un lugar más real y cercano a las personas que ellos quieren, por eso es muy bueno que al rezar con ellos la oración de la noche pidamos por nuestros seres queridos que ya han partido. De es forma podemos hacer que los niños estén cerca de esas personas, ya sea en el cielo o en la tierra. Los niños saben que existe el cielo y la tierra.

Comentan que una vez dos niños estaban jugando, uno en la hamaca, y el otro parado en el jardín. El que estaba en la hamaca decía que estaba en el cielo cada vez que llegaba arriba, mientras el que estaba en el pasto decía que estaba en la tierra, y cada uno contaba qué se podía ver y hacer en cada uno de esos lugares. "En el cielo....", "En la tierra...".

Camino hacia la luz, sólo los que se quedan aquí lo ven "oscuro"

"¿Tenemos ánimo para visitar a los que sabemos que van a morir?", pregunta Peter, "y cuando lo hacemos, ¿hablamos con ellos, no sólo del tiempo o cómo está el jardín, sino que somos capaces de preguntarles: adónde vas?". La muerte no tiene que ser vista solamente como una opresión. Nos cuenta de su abuelo, de unos setenta años, postrado en cama desde hacía mucho tiempo con una enfermedad terminal, que les decía a sus hijos y también a sus pequeños nietos: "Tuve que volver a atravesar por ese túnel largo y oscuro, pero al final del túnel vi la luz". Después de su muerte, sus hijos y nietos sabían: "bueno, el abuelo ya está ahora donde veía la luz y debe ser lindo ahí...!". Es ésta la imagen de la muerte que quedó grabada en sus nietos, ahora adultos.

La "muerte" debe ser como el "nacimiento", dice Ruth, el niño que nace también tiene que recorrer un camino, no sabe que al final estarán un padre y una madre que lo tomarán en sus brazos con mucho amor, a los que él nunca vio, sino que tan sólo escuchó sus voces. No sabe que allí hay alguien que lo espera ansioso y con tanta alegría. Así debe ser la muerte. Nos espera el Padre, y el camino que dejamos atrás serán sombras nomás.

Sólo el recuerdo nos dará consuelo

Pero ¿cómo conservar esos recuerdos? De eso hablaron precisamente al comienzo, las últimas vivencias, esa última charla, la última despedida... lo que siempre llevaremos en la memoria y que será vital para los tiempos que se avecinan.

También vale regalarse otras cosas. Esa foto del abuelo sobre el piano en el que él tantas veces interpretaba melodías tan lindas, que ahora usan sus nietos. No hace falta que sólo en momentos serios nos regalemos buenos recuerdos. Una linda foto, una lapicera, un rosario pueden ser regalados desde ahora; un señalador en un libro marcando ese capítulo que puede ser importante.

Podemos hacer que queden recuerdos, por ejemplo, en una familia donde un miembro pronto morirá, reunirse para festejar juntos un cumpleaños, hacer todos juntos un paseo en barco, alguna salida especial.

También puede ser importante para los que deben partir, dejarles algo escrito. "Piensa en mí

allá donde vayas, que no te extrañe tanto...".

El "final" debe ser el "comienzo" también

Despedirse significa dejar partir también. Regalar desde ahora algo que queremos mucho puede ser una forma de practicar la despedida.

Despedirse también es todo lo que tiene que ver con el crecimiento e independencia de los hijos.

La pausa fue bastante silenciosa; todos se quedaron meditando el tema. A todos les despertó recuerdos, experiencias vividas, que estuvieron presentes aunque no fueron contadas. Todos sintieron la nostalgia de poder imaginarse el cielo tan sencillamente como los niños.

"Cuando visitemos enfermos que pronto partirán, no nos detengamos en temas superficiales", vuelve a recordar Peter, "hagamos esa visita, tomemos el teléfono y démosle la oportunidad de hablar sobre los temas que para "ellos" son importantes. También nosotros debemos reconocer que muchas veces nos quedamos sin palabras, pero el hecho de estar ahí y poder preguntar cómo les va realmente, no es curiosidad sino que ayuda"

Una noche que dio para pensar, en la que todos se fueron muy agradecidos de que alguien haya querido tocar este tema, del que seguramente muchos querrán seguir hablando.

Traducción: Ana Hoffmann de Correa, San Isidro, Argentina



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Last Update: 25.11.2003 Mail: Editor /Webmaster
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