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 published: 2003-09-19

Ese lugar en el mundo donde uno se siente feliz y tiene la sensación de que está tocando el cielo con las manos...

Bendición de Santuarios del Hogar en Villa Ballester, Argentina

Altar en el Santuario de Villa Ballester con símbolos del Santuario Hogar

Altar in the Shrine in Villa Ballester, loaded with symbols for the home shrines

Auf dem Altar des Heiligtums von Villa Ballester stehen die Symbole für die Hausheiligtümer

 
 

Peregrinas en el comulgatorio: Todo es fruto de la Campaña

Pilgrim MTA's on the communion rail: it's a fruit of the Campaign

Bilder der Pilgernden Gottesmutter auf der Kommunionbank: sie bereitet das Hausheiligtum vor

Fotos: Ivaldi © 2003

 

 

 

ARGENTINA, Ana Lucía Ivaldi/Violeta de Giambatista. "Ese lugar en el mundo donde uno se siente feliz y tiene la sensación de que está tocando el cielo con las manos..." ¿No le pagarían una gran suma de dinero a alguien que dijera: "Conozco ese lugar y puedo guiarlo hasta allí"? Hay miles de personas que lo conocen y que trabajan para que todos lo conozcan y sientan que Schoenstatt es el lugar en el mundo que todos debemos tener, ese lugar en el mundo donde uno es feliz y siente que esta tocando el cielo con las manos. Anhelan que sus amigos, sus parientes, sus compatriotas, que todos algún día puedan sentir lo mismo y decir ¡Schoenstatt es mi lugar! Como las madres y misioneras que el 30 de agosto, en el Santuario de Villa Ballester, llenaron el altar con símbolos de sus Santuarios del Hogar...

El altar del Santuario "Nazaret del Padre" en Villa Ballester (V.B. es uno de los distritos del "Gran Buenos Aires", al norte de la capital) desbordaba de símbolos de los Santuarios del Hogar. Irma Ponte acomodaba con todo su amor esos signos de religiosidad para que el abnegado Padre Hugo los bendijera. En el comulgatorio estaban las Peregrinas, una más linda que la otra con sus rosarios, cintas, flores, todas muestras de cariño.

Una de las primeras misioneras de Villa Ballester, Violeta Di Giambatista, el último 30 de agosto acompañó a las misioneras en la ceremonia de la bendición de los Santuarios del Hogar. Aquí su testimonio:

"Esta mañana la voz de Dios cantó en mi corazón, me llamo por teléfono Nora Bracci para comunicarme la inmensa alegría que embargaba a todo el equipo de la Campaña, de cómo se glorificó nuestra Madre y Reina el 30 de agosto.

Mi bandoneón y yo esperábamos atentamente el momento de llenar de notas el ambiente celestial con el canto 'Caminando en la Alianza'. La emoción se manifestaba en los gestos de cariño, en la intensidad del encuentro con integrantes de la Rama de Madres que conservaron su fidelidad por más de veinticinco años.

"Pertenecer al Movimiento de Schoenstatt es un honor y un santo orgullo"

En la novena del Padre Kentenich leemos en la pagina 58 ¡Dilexit Ecclesiam! Tenía una fe única y una confianza sin igual. Así lo definió un prisionero. Sabia iluminar y mantener la luz de la fe en otros.

Pertenecer al Movimiento de Schoenstatt es un honor y un santo orgullo, tropezar con las piedritas de la vida diaria y transformarlas en rosas, como Sta. Teresita, es el mejor aporte al Capital de Gracias. Nada sin ti; nada sin nosotros.

... Somos del mundo, estamos unidos a todos los Santuarios de los cinco continentes. Somos como decía nuestro querido Padre Esteban Uriburu ¡Un solo corazón!"

Algo sobre la historia de los Santuarios del Hogar y Villa Ballester

En la década del 50, el único sacerdote schoenstattiano que estaba al servicio del Movimiento en Buenos Aires y alrededores, era el P. Carlos Boskamp, pallottino. Era asesor de todos. En aquella época se acostumbraba tener "un rinconcito schoenstattiano" en un lugar adecuado de la casa, donde estaba el cuadro de nuestra Madre, los símbolos, etc.

El P. Carlos vio que una Hermana recién llegada de Alemania (la Hna. M. Marcela, en la década del 50), había traído una pequeña maqueta del Santuario hecha en madera, y logró que un buen carpintero le hiciera copias para integrar a los "rinconcitos schoenstattianos" de los matrimonios de Villa Ballester (distrito del llamado "Gran Buenos Aires", a unos 15 km. del centro de la capital. Allí se inició la Obra Familiar argentina). En varias oportunidades contó que con el agregado del pequeño Santuario, había observado que los "rinconcitos" "funcionaban mejor". Dijo que no sabía explicarlo de otra manera...

En 1960 el P. Carlos fue exiliado a Brooklyn, por su fidelidad a nuestro Fundador. Llevó con él la idea de los "rinconcitos" y comenzó a trabajar con mucho éxito entre las familias de Puerto Rico que vivían allí. Muy pronto los rinconcitos crecieron de tamaño y ocuparon habitaciones enteras, muy decoradas. También allí estaban los pequeños Santuarios de madera (ahora más grandes). En sus frecuentes viajes a Milwaukee, el P. Carlos le contó al P. Kentenich su experiencia. También en Milwaukee las familias de Schoenstatt tenían su lugar de oración. En alguna ocasión el P. Kentenich visitó el hogar de una de estas familias, y uno de sus hijos lo invitó a pasar "al Santuario"... Como siempre, el P. Kentenich escuchó la voz de Dios en esta expresión del niño, y meditó si no sería posible que también los hogares fueran un pequeño Santuario, un lugar de gracias, cumpliendo las condiciones del acta de fundación... Y así fue como nació la fuerte corriente de los Santuarios del Hogar, aproximadamente en 1962, impulsada por el mismo Fundador. Todo lo grande nace en el silencio. Como Belén, Villa Ballester aportó a la Familia internacional la semilla que, cultivada por la mano maestra del Jardinero, floreció de mil maneras originales en todo el mundo. El Santuario del Hogar es un medio extraordinario para la inculturación de Schoenstatt en los más diversos pueblos. Allí se expresan las tradiciones populares, los ritos, las costumbres, el arte... todo se integra en una renovación plástica y localizada de la Alianza de Amor. Y lo hace todo nuevo... (Ap. 21. 5)

Direcciones y otros datos de los Santuarios en los cinco continentes: www.santuarios.schoenstatt.de


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