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 published: 2003-06-27

El anhelo escondido en toda búsqueda del hombre: Volver al hogar.

"La multitud errante" como desafío y llamado a una pedagogía del hogar

Laura Restrepo, Colombia, autora de "La multitud errante"

Laura Restrepo, Columbia, author of "The errand crowd"

Laura Restrepo, Kolumbien, Autorin von "Die umherirrende Menge"

 
 

Los inmigrantes son, en general, fáciles de distinguir...

The immigrants are generally easy to distinguish...

Es fällt nicht schwer, die Immigranten zu erkennen…

Fotos: Archiv

 
 

El Santuario, hogar del mundo....

The Shrine, home of the world...

Das Heiligtum, Heimat der Welt…

Foto: Gold © 2003

 

 

 

ROMA, P. Alberto Eronti. Diariamente mueren decenas de hombres en barcas, camiones, en caminos desérticos o en el mar; mueren de hambre y sed en la búsqueda de un hogar en los países de sus sueños. Anhelan menos violencia, más seguridad y más posibilidades de vivir. Pero esos países no los quieren recibir... La publicación del libro "La multitud errante", de Laura Restrepo, nos hace pensar en el anhelo escondido en toda búsqueda del hombre: volver al hogar. Pero ¿dónde está el hogar?

Desde que llegué a Italia, hace ya más de un año, una de las realidades que me llamaron más la atención fue la de los inmigrantes. No es sólo un tema meramente italiano, es un problema de toda Europa (y más allá). Los inmigrantes son, en general, fáciles de distinguir: el color de su piel, sus vestimentas, sus rasgos, su lengua, etc. Es un tema que lleva años y que cada verano recrudece debido a los innumerables grupos que intentan llegar a la Europa Occidental. Los periódicos informan casi diariamente de la cantidad de inmigrantes clandestinos que mueren en las travesías o que son detenidos al llegar a las playas o puertos. Mi conclusión es que la Unión Europea no logra un acuerdo razonable para encauzar esta realidad, pero a Italia los problemas se le multiplican ya que recibe olas de inmigrantes del norte de Africa, Rumania, Bosnia. Ucrania, etc. A diferencia de éstos, los inmigrantes de América del Sur tienen la ventaja de ser latinos y, en la mayoría de los casos, descendientes de italianos.

"La multitud errante"

Como el tema me interesa, me atrajo la presentación que hizo el P. Guillermo Arboleda, benedictino, del libro de la colombiana Laura Restrepo: "La multitud errante".

El libro fue escrito desde la situación colombiana donde cada día, según cálculos del gobierno, más de mil personas abandonan su hogar y su tierra por el acoso de las guerrillas. ¡Son más de 50 años conviviendo con la violencia armada!. No es lo mismo "emigrar" que ser "errante". Lo que Restrepo relata de su país, es válido en gran medida para buena parte del globo. "Los del sur ‘pujamos’ por entrar al norte, y los del norte se resisten a acogernos. Ya no es meramente el ‘sueño del norte’ lo que nos hechiza y atrae; no, es la pesadilla del sur la que nos empuja y hace huir. Y ante las hordas de sureños desesperados que se las ingenian, no digamos para entrar sino para meterse, para invadir, se cierran fronteras, se fortalecen tratados para defenderse en bloque, se despierta violenta y agresiva la xenofobia", dice Arboleda. Y continúa en esta línea su reflexión: Ese movimiento inmigratorio tiene otro nombre en nuestros países flagelados por la injusticia y la corrupción, por las miserias y las luchas intestinas (recordemos que al sur del Ecuador hay 37 "guerras olvidadas"); se llama desplazamiento. Son cientos de miles los hombres y mujeres que a diario dejan sus lugares de origen, los espacios familiares, buscando seguridades mínimas que les permitan vivir más digna, más humanamente. Y esta es la pesadilla porque todos estos desarraigados engrosan la "multitud errante", siempre creciente, siempre en movimiento, objeto de beneficencia a veces, pero siempre abandonada a su suerte. El resultado es dramático: excluida por el sistema, la multitud de los errantes se ve cada vez más empobrecida, vive en situación de desarraigo, de humillación ambulante, escondiéndose de las autoridades (por falta de documentación), no tiene un sitio propio y en ningún lado es bien recibida.

Un proceso de exclusión

De todos modos seguimos escuchando el "pregón triunfalista" de los defensores de la "globalización", que nos la presentan como "evangelio": la aldea global que nos cobijará a todos, con un centro generador de bondad… En contra del ideal que nos "venden", los que han aumentado no son los incluidos, sino los excluidos. Es una ilusión falaz el anuncio de la unidad planetaria, los hechos demuestran todo lo contrario. La globalización, pese a su apariencia, es en realidad un proceso de exclusión.

El desafío es redimir la globalización y darle alma, no negarla.

Las nuevas y asombrosas posibilidades de comunicación, no suponen automáticamente la consolidación de las relaciones personales y humanizadoras, ni mucho menos una solidaridad efectiva. Lo que se da es otra manera de nomadismo evasivo: la navegación sin timón por el "ciber espacio". Los próximos, los prójimos reales y cercanos, son reemplazados por los amigos virtuales. Desarraigados reales que deambulan en lo virtual y que, al fin y al cabo, se suman al vagar sin rumbo de la "multitud errante". Desarraigo, nomadismo, extranjería, hablan de un desmoronamiento de la identidad de los pueblos y minorías. La lógica misma de la globalización, con la economía como fuerza motriz, exige una homogeneización de la cultura, de la producción y el consumo. La seducción de lo sagrado y lo divino renace también con fuerza y sin control, lo que se manifiesta en el correspondiente crecimiento de la oferta y la demanda en el "supermercado religioso", con su infinita variedad y las ilimitadas posibilidades de combinación de "productos" en un "menú a gusto del consumidor". En medio de todo esto se "oye el gemido" (Rom. 8,22) que suscita el Espíritu de Dios y en el que está en juego el rescate de la humanidad querida y amada por Dios. Se trata del anhelo de la vuelta a casa. ¡Volver a casa! Este es el único norte que liberará a la multitud errante de su humillante nomadismo. El desafío es redimir la globalización y darle alma, no negarla.

Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de comunión

La pregonada "aldea global" es un hecho innegable, pero innegable es también que, finalmente, no es casa para nadie. En esta "aldea" la figura del hombre no sólo no es lo central, sino que se esfuma cada vez más. De aquí el anhelo fundamental de "volver a casa", porque es un derecho inalienable echar raíces en la tierra, habitar la propia casa, como condición primera e irremplazable de la anhelada fraternidad y la paz universal. Por eso hay que recibir y vivir como misión las palabras del Papa: "Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de comunión: este es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo". (NMI,43)

Donde se unen la pedagogía y la teología, se buscan la naturaleza y la gracia: el Santuario

Mientras reflexionaba sobre lo que he escrito, recordaba las palabras del Padre Kentenich en las Jornadas Pedagógicas de 1951: "Dass neue Menschen werden" ("Que surja el hombre nuevo"). En ellas el Padre Fundador desarrolla no sólo su concepto de "hogar", sino también su importancia decisiva para los tiempos pos-modernos. Dice el Padre: "…el problema del hogar, en la amplitud en la cual nosotros lo entendemos y presentamos es, en último término, el problema de la cultura actual. La carencia de hogar es el núcleo de la crisis de la cultura actual. Por cierto, entendemos carencia de hogar en el sentido amplísimo en que nosotros lo comprendemos". Es que el problema de "hogar", como el Padre lo percibe, delata el drama del hombre masificado: desarraigado, individualista, débil o incapaz para crear vínculos duraderos. Por eso habla del desarraigo como de una experiencia de "infierno". Es en este contexto que cita a Nietzsche: "¡Ay de aquel que no tenga hogar!". Por eso el Padre acentúa pedagógicamente la necesidad de arraigo, de cobijamiento, pero va más allá de lo pedagógico, se centra en el arraigo esencial y primario: Dios. Es aquí donde pedagogía y teología se unen, naturaleza y gracia se buscan y el Padre nos señala el "Hogar" de la síntesis: el Santuario, lugar donde habita María y por Ella y en Ella la Trinidad, que es el "Hogar" primero y último. La carencia de hogar, dice el Padre, significa "carencia de alma, de carácter y de religión". Deberíamos reflexionar en cada una de estas palabras y su alcance en el ahora del mundo, cuando el nuevo milenio nos confirma que "los tiempos nuevos" ya llegaron y urgen a la Misión.



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Last Update: 30.06.2003 Mail: Editor /Webmaster
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